Corazones de Jesús y de María...
Esperanza de la Humanidad©
"Tenemos que ganar el mundo entero y cada alma, ahora y en el
 futuro, hasta el final de los tiempos, para la Inmaculada, y a través de ella, 
para el Sagrado Corazón de Jesús."
(San Maximiliano Kolbe)

Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María  |  XVIII Edición  | marzo-abril 2003 |  Archivo del Boletín | ITALIANO


EN ESTA EDICIÓN:
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DE CORAZÓN A CORAZÓN 
En el Océano de Su Misericordia
EDITORIAL Madre Adela Galindo, Fundadora, SCTJM

Queridos hermanos y hermanas:

En el Magníficat, la Virgen Santísima nos dijo: “su misericordia llega de generación en generación” (Luc 1, 50). Cada era, cada generación debe responder a Dios, a su acción salvífica, acoger la redención, batallar los males de su tiempo, y responder a las necesidades de su momento histórico. A los hombres de cada generación les corresponde saber leer los signos de los tiempos, descubrir la voz y acción de Dios, y responder con obediencia a los movimientos del Espíritu Santo para atraer la Misericordia Divina.

Nuestra generación ha tenido el privilegio de recibir tantas y tantas gracias. En un momento histórico tan difícil como el nuestro y en medio de tanta oscuridad, el Señor ha enviado rayos de gracia y misericordia para iluminar el sendero de la humanidad. Precisamente, en uno de los períodos más oscuros del siglo XX (entre las dos guerras mundiales), Dios eligió a Santa María Faustina, religiosa polaca de la orden de Ntra. Señora de la Misericordia, para una gran misión:“Tú eres la secretaria de Mi Misericordia; te he escogido para este cargo en ésta y en la vida futura.” Su Santidad Juan Pablo II dijo en la Canonización de Sta. Faustina: “no es un mensaje nuevo, pero se puede considerar un don de iluminación especial... para ofrecerlo como un rayo de luz a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”.

¡Cuánta urgencia tiene el Corazón de Jesús de ofrecer al mundo su mensaje de Misericordia! Él mismo dijo a Santa Faustina: “Hija Mía, habla al mundo entero de la Mi insondable Misericordia”. “Antes de venir como el Juez Justo, vengo como el Rey de Misericordia.”

En la condición del mundo actual, el Señor ha querido recordarnos su infinita misericordia, que se hace más accesible a la medida en que más la necesitamos: “La miseria humana no es un obstáculo para Mi misericordia. Hija mía, escribe que cuanto más grande es la miseria de las almas, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi Misericordia; e invita a todas las almas a confiar en el inconcebible abismo de Mi Misericordia”. (D.1182) La misericordia de Dios se puede describir como la respuesta de Dios que viene en auxilio de sus criaturas débiles. El pecado es la mayor miseria del hombre. Por ello, al hombre ser pecador es considerado miserable. Pero hay una distinción muy importante entre la miseria y el que es miserable: Dios aborrece al pecado, pero ama al pecador, ama al hombre miserable y débil. Este amor con el cual Dios ama al hombre, se define como Misericordia. El amor con que Dios toca la miseria del pecador se llama Misericordia. Nos dice San Francisco de Sales: “Aunque Dios no hubiese creado al hombre, Él siempre hubiera sido la caridad perfecta, pero en realidad no sería misericordioso, pues la misericordia se puede ejercitar solamente sobre la miseria... Nuestra miseria es el trono de la misericordia de Dios”. Nadie merece la Misericordia Divina, es un don gratuito... un don insondable, accesible a todos. “Hija mía, en la cruz, la Fuente de Mi misericordia fue abierta de par en par por la lanza para todas las almas, no he excluido a ninguna.” (D. 1182)

Jesús dijo a Santa Faustina: “Mira y ve el género humano en el estado actual” (D. 445). “Le doy a la humanidad la última tabla de salvación, es decir, el refugio en Mi Misericordia”(D.998) ¿Cómo acoger esta gracia de la Misericordia Divina para nuestros tiempos? Jesús reveló cinco maneras de acoger esta gracia:

1. La veneración de la imagen tal como se reveló a Santa Faustina: “Yo prometo que el alma que honrare esta imagen, no perecerá. También le prometo victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra, pero especialmente a la hora de su muerte”.

2. La Fiesta de la Divina Misericordia: el primer domingo después de Pascua. “Deseo que esta fiesta sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas.”

3. La coronilla y la novena: “Oh, que gracias más grandes concederé a las almas que recen esta coronilla y la novena; las entrañas de mi Misericordia se enternecen por quienes la rezan”.

4. La Hora de la Misericordia: “A las tres de la tarde en punto, implora Mi misericordia, especialmente por los pecadores. Esta es la hora de la gran misericordia para todo el mundo. Yo no rehusaré nada al alma que Me pida algo en virtud de Mi pasión”.

5. Dar la misericordia que hemos recibido: “Hija mía debes ser tú la primera en distinguirte en la confianza en Mi misericordia. Yo exijo de ti actos de misericordia, que deben realizarse por amor a Mí. Tú debes mostrar misericordia a tu prójimo siempre y en todas partes”.

Que con confianza total nos adentremos en el Océano de infinita Misericordia: el Corazón Traspasado de Jesús.

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