CONOZCAMOS
SU CORAZÓN
El Corazón de Jesús nos llama a la
conversión del corazón.
“El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca;
convertíos y creed en la Buena Nueva.” (Mc 1:15). Estas palabras
que dirigiera Jesús al iniciar su ministerio público, son las mismas
palabras que desde su Divino Corazón nos dirige hoy, a cada uno de
nosotros.
El Corazón de Jesús, traspasado por amor a los hombres, es el testimonio
mas fidedigno de la realidad del pecado y al mismo tiempo del amor del
Señor que, no escatimando en nada, no solo se Encarnó sino que se
sometió a los dolores e ignominias de la Pasión, entregando su vida en
la cruz y permitiendo, como prueba suprema de su entrega y amor, que su
Corazón fuese traspasado por la lanza, manando de él Sangre y el Agua:
Agua que nos purifica y Sangre que nos librera.
“El tiempo se ha cumplido” Sí, ahora es el “tiempo favorable”,
como nos habla también San Pablo; es el tiempo de adentrarnos
en nuestros corazones y buscar todo aquello que pueda ser obstáculo en
nuestra vida para que la gracia de Dios actúe en nosotros transformando
nuestro “corazón de piedra en corazón de carne” (Cf. Ez 36).
“El Reino de Dios está cerca”, esta dentro de nuestros corazones.
Sí, el corazón del hombre es el lugar donde el Reino de Dios se
establece, Reino que se manifiesta en nosotros por la imitación de las
virtudes del Corazón de Jesús... “Aprended de mí que soy manso y
humilde de Corazón” (Mt 11:29). Por esta
razón hemos de constantemente hacernos “violencia” (cf Lc 16:16),
violencia a nuestra propia carne para transformar nuestra vida.
El Señor termina diciendo: “convertíos y creed en el Evangelio”.
El Corazón de Cristo continua hoy lanzando esta invitación. Los latidos
de Su Corazón gritan a nuestros corazones con la misma intensidad y el
mismo deseo de ser escuchado. Solamente se establece el Reino en el
corazón del hombre cuando este “cambia” cuando se “convierte”, cuando
deja el hombre viejo con sus pecados e imperfecciones y abraza al hombre
nuevo hecho a imagen de Cristo.
Que el fuego ardiente del amor del Corazón de Jesús consuma y purifique
nuestros corazones para que al terminar este tiempo de Cuaresma,
salgamos como hombres y mujeres nuevos: “revestidos de entrañas de
misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, y paciencia,
soportándonos unos a otros, y perdonándonos unos a otros,
como elegidos de Dios, santos y amados.” (Cf. Col 3).