Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María 

XXI Edición

enero 2005



TESOROS DE LA IGLESIA

Tantum Ergo

Hna. Enma Rueda, SCTJM
 

 
Tantum ergo sacramentum
Veneremur cernui:
Et antiquum documentum
Novo cedat ritui:
Praestet fides supplementum
Sensuum defectui.
Genitori, genitoque
Laus et iubilatio,
Salus, honor virtus quoque
Sit et benedictio:
Procedenti ab utroque
Compar sit laudatio
Veneremos pues inclinados
tan grande Sacramento
La antigua figura
Ceda el puesto al nuevo rito
la fe supla
a incapacidad de los sentidos
Al Padre y al Hijo
sean dadas alabanzas y júbilo
Salud, honor,
poder y bendición
al que de uno y de otro procede
una gloria igual sea dada.

Al reconocer en la Eucaristía la presencia sacramental de Nuestro Señor Jesucristo, es inevitable que nuestros corazones se postren «ante un misterio tan sublime» (Juan Pablo II). El Tantum Ergo, expresa de forma poética y doctrinal la adoración a Jesús Sacramentado. Este himno forma parte de los tesoros más hermosos de la Iglesia, es considerado el himno más bello en el Breviario Romano.

Su origen se remonta al año 1264, cuando el Papa Urbano IV instituyó la Solemnidad de Corpus Christi. Dicho Papa le pidió a Santo Tomás de Aquino que compusiera el Oficio Litúrgico propio para esta solemnidad. Santo Tomás escribió bellos himnos y cantos para honrar a Nuestro Señor en la Eucaristía. Entre los himnos encontramos: «Lauda Sion» (secuencia que se hace en la Misa); «Verbum Supernum» (que incluye «O Salutaris Hostia») y «Pange Lingua», (se usa en la Víspera y también desde la Edad Media se usa en las procesiones que se realizan ese día). El himno Pange Lingua está compuesto por seis estrofas; en las dos últimas encontramos el Tantum Ergo.

Santo Tomás expresa cómo solo a través de la luz de la fe, es que todos nuestros sentidos se pueden postrar ante la Eucaristía. Sobre esto nos comparte el Santo Padre en la homilía del Jueves Santo del 2001: «En la Eucaristía se ofrecen la salvación y el amor a toda la humanidad. No podemos por menos de quedar fascinados por este misterio. Hagamosas las palabras de Santo Tomás de Aquino: «Praestet fides supplementum sensuum defectui», la fe supla la incapacidad de los sentidos. Sí, la fe nos lleva al asombro y a la adoración.»
 

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