eN EL CORAZÓN DE LA
IGLESIA
Exponiendo la Doctrina Católica Según el
Catecismo Universal de la Iglesia
La Eucaristía
en el Catecismo
Hna. Martha María Gómez-Chow,
SCTJM
El Señor instituye la Eucaristía para rehabilitar al hombre que había
sido degradado y envilecido por el pecado original. En Él hemos sido
creados de nuevo y restaurados. Hemos vuelto a la vida y nos ha devuelto
la dignidad de ser hijos de Dios. La Eucaristía es el Sacramento de Vida
porque nos da plenamente la vida de Dios.
Tomad y comed todos de Él: La Comunión.
1384 El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el
Sacramento de la Eucaristía: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis
de la carne del Hijo del hombre, y no bebéis de su sangre, no tendréis
vida en vosotros» (Jn. 6, 53).
1385 Para responder a
esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan grande y
santo. S. Pablo exhorta a un examen de conciencia: «Quien coma el pan o
beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre
del Señor. Examínese, pues, cada cual y coma entonces del pan y beba del
cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su
propio castigo (1 Cor. 11, 27-29). Quien tiene conciencia de estar en
pecado grave debe recibir el Sacramento de la Reconciliación antes de
acercarse a comulgar.
1386 Ante la grandeza de
este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe
ardiente las palabras del Centurión (cf. Mt. 8,8): «Señor, no soy digno
de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme».
En la liturgia de San Juan Crisóstomo, los fieles oran con el mismo
espíritu: «Hazme comulgar hoy en tu cena mística, oh Hijo de Dios.
Porque no diré el secreto a tus enemigos ni te daré el beso de Judas.
Sino que, como el buen ladrón, te digo: Acuérdate de mí, Señor, en tu
reino».
Ciertamente no somos
dignos de recibir la Santa Comunión, ni los ángeles lo son, pero el
Señor se ha quedado en el Sacramento de la Eucaristía por nosotros los
hombres, pobres pecadores. Él es nuestro alimento y desea encarnar su
amor en nosotros y vivificarnos. La Santa Comunión es el sustento y el
Pan de cada día que se da a su criatura, para que no perezca, pues sin
Él no podemos hacer nada.
1387 Para prepararse
convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el
ayuno prescrito por la Iglesia (cf CIC can. 919). Por la actitud
corporal (gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el
gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped.
1389 La Iglesia obliga a
los fieles a participar los domingos y días de fiesta en la divina
liturgia (cf OE 15) y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía,
si es posible en tiempo pascual (cf CIC, can. 920), preparados por el
sacramento de la Reconciliación. Pero la Iglesia recomienda vivamente a
los fieles recibir la santa Eucaristía los domingos y los días de
fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos los días.
Acerquémonos a la Santa
Comunión aceptando la invitación de nuestro Salvador. Sea la Virgen
Santísima la que prepare siempre nuestro corazón para recibirle
debidamente.