Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María 

XXI Edición

enero 2005


eN EL CORAZÓN DE LA IGLESIA
Exponiendo la Doctrina Católica Según el Catecismo Universal de la Iglesia

La Eucaristía en el Catecismo

Hna. Martha María Gómez-Chow, SCTJM

El Señor instituye la Eucaristía para rehabilitar al hombre que había sido degradado y envilecido por el pecado original. En Él hemos sido creados de nuevo y restaurados. Hemos vuelto a la vida y nos ha devuelto la dignidad de ser hijos de Dios. La Eucaristía es el Sacramento de Vida porque nos da plenamente la vida de Dios.

Tomad y comed todos de Él: La Comunión.

1384 El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el Sacramento de la Eucaristía: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis de la carne del Hijo del hombre, y no bebéis de su sangre, no tendréis vida en vosotros» (Jn. 6, 53).

1385 Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan grande y santo. S. Pablo exhorta a un examen de conciencia: «Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo (1 Cor. 11, 27-29). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el Sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar.

1386 Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión (cf. Mt. 8,8): «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme». En la liturgia de San Juan Crisóstomo, los fieles oran con el mismo espíritu: «Hazme comulgar hoy en tu cena mística, oh Hijo de Dios. Porque no diré el secreto a tus enemigos ni te daré el beso de Judas. Sino que, como el buen ladrón, te digo: Acuérdate de mí, Señor, en tu reino».

Ciertamente no somos dignos de recibir la Santa Comunión, ni los ángeles lo son, pero el Señor se ha quedado en el Sacramento de la Eucaristía por nosotros los hombres, pobres pecadores. Él es nuestro alimento y desea encarnar su amor en nosotros y vivificarnos. La Santa Comunión es el sustento y el Pan de cada día que se da a su criatura, para que no perezca, pues sin Él no podemos hacer nada.

1387 Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el ayuno prescrito por la Iglesia (cf CIC can. 919). Por la actitud corporal (gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped.

1389 La Iglesia obliga a los fieles a participar los domingos y días de fiesta en la divina liturgia (cf OE 15) y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en tiempo pascual (cf CIC, can. 920), preparados por el sacramento de la Reconciliación. Pero la Iglesia recomienda vivamente a los fieles recibir la santa Eucaristía los domingos y los días de fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos los días.

Acerquémonos a la Santa Comunión aceptando la invitación de nuestro Salvador. Sea la Virgen Santísima la que prepare siempre nuestro corazón para recibirle debidamente.

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