CONOZCAMOS
SU CORAZÓN
El Corazón
Eucarístico de Jesús, modelo de pobreza
Hna. María José
Socias, SCTJM
“Las zorras tienen madrigueras, las aves
del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la
cabeza.”(Mt. 8,20)
En este pasaje del Evangelio se contempla una de las grandes paradojas
de la vida de nuestro Señor. ¿Por qué paradoja? Porque Aquél que es
dueño de cielos y tierra, escogió ser “el pobre de Yahvé”. Su Corazón,
abismo de todas las virtudes, fue siempre pobre y por eso podía exclamar
con toda libertad: “Bienaventurados los pobres de espíritu...” (Mt.
5,3).
El Hijo del hombre nació en un lugar pobre: “... y lo acostó en un
pesebre porque no tenían sitio en el alojamiento” (Lc. 2,7); en el seno
de una familia pobre: “... y para ofrecer al Señor en sacrificio un par
de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que dice la Ley del Señor” (Lc.
2,23).
Durante toda su vida vivió entre los más pobres, no poseyendo casa, ni
propiedad personal, y al final de sus días, murió la muerte más
humillante, despojado de todo, desnudo en una cruz, abandonado de todos:
“Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo... y se
humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte, y muerte de cruz” (Flp.
2, 7-8).
Y no siendo esto suficiente nos revela su extrema pobreza al quedarse
escondido, silente, pequeño, en la Eucaristía. Su amor hasta el extremo
por los hombres llegó a su cúlmen cuando, como nos lo presenta la
Plegaria Eucarística II: ‘en esta misma noche, cuando iba a ser
entregado a su pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote
gracias lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: ‘Tomad y comed
todos de Él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros’”.
Su Corazón Eucarístico es modelo de pobreza para todo cristiano. A sus
pies aprendemos no sólo la ciencia del amor, sino también contemplamos
la ciencia del desprendimiento, la pequeñez y la pobreza. Sólo los
pobres de espíritu poseerán el Reino y Jesús Eucaristía desea que
aprendamos a imitarle en su extrema pobreza y abandono para así un día
poder participar junto a Él en el Reino de los Cielos. Sólo el que es
pobre de todo puede amar con toda libertad.
Jesús, enséñanos a imitar
tu pobreza.