CORAZONES QUE ARDEN DE AMOR
San Pedro
Julián Eymard: El Campeón de la Eucaristía
Hna.
Martha María
Gómez-Chow, SCTJM
San Pedro Julián Eymard (1811-1868),
Fundador religioso que nació y murió cerca de Grenoble, Francia. Siendo
aún sacerdote Marista intenta formar un grupo de Adoración a la Santa
Eucaristía. El Señor le pide el sacrificio de la vocación marista y
recibiendo el permiso de abandonar la comunidad funda la Congregación
del Santísimo Sacramento el 13 de mayo de 1856. Dos años más tarde, con
Marguerite Guillot, establece una congregación contemplativa femenina:
Siervas del Santísimo Sacramento.
La misión que el Señor le confió está claramente indicada en las
Constituciones que el santo escribió para sus religiosos: «La suprema
razón de ser del Instituto, lo mismo que su propia vida y todas sus
obras, consiste en proporcionar, bajo la dirección y auspicios de la
Inmaculada Virgen María, verdaderos y perpetuos adoradores a Nuestro
Señor Jesucristo, presente día y noche en la Eucaristía por amor a los
hombres, y en formar abnegados apóstoles de su gloria y celosos
propagadores de su amor, a fin de que el Señor Jesús sea perpetuamente
adorado en su Sacramento y socialmente glorificado en todo el mundo».
En la homilía pronunciada por el Beato Juan XXIII en la canonización del
9 de diciembre de 1962, hace gran elogio de San Pedro Julián diciendo:
«Su nota característica, la idea directora de todas sus actividades
sacerdotales, puede decirse, fue la Sagrada Eucaristía: el culto y el
apostolado eucarísticos. Sí, queridos hijos de la Iglesia, honrad y
festejad al que fue tan perfecto adorador del Santísimo Sacramento. Y a
su ejemplo, colocad siempre en el centro de vuestros pensamientos,
afectos y empresas de vuestro celo, esa fuente incomparable de toda
gracia: el Mysterium fidei, que esconde bajo sus velos al Autor mismo de
la gracia, Jesús el Verbo Encarnado».
San Pedro Julián, amante y campeón de la Eucaristía, nos exhorta en este
año y siempre: «Procura conocer más a Jesucristo, penetra su vida, sus
sacrificios, y sus virtudes en el Santísimo Sacramento; entra en su
Amor. En vez de estar siempre pensando en ti mismo, ve hacia Él; bueno
es que nos miremos en Él, pero es mejor verle a Él en nosotros; en vez
de cuidarnos y preocuparnos tanto de nosotros mismos, cuidemos y hagamos
crecer a Jesús en nosotros. Piensa en Él, estúdiale en sí mismo y entra
en su interior; esto sublima nuestra vida!» (Obras Eucarísticas, pg.172).