eN EL CORAZÓN DE MARÍA
Su Santidad Juan Pablo II: Un
Corazón Mariano,
un Corazón para la Iglesia del Tercer Milenio
Hna. Anabel Ruiz, SCTJM
La doctrina sobre la Santísima Virgen María es inseparable de la piedad
mariana; en la persona de Su Santidad Juan Pablo II, las dos se dan de
tal forma, que constituyen una parte fundamental de su propio ser. Su
lema pontificio: Totus Tuus!, es la síntesis del alma de un pastor que
Dios ha regalado a la Iglesia, para guiarla, nutrirla de la enseñanza
mariana, y adentrarla en el Tercer Milenio bajo el amparo del Inmaculado
Corazón de Su Madre.
El Santo Padre ha dado un impulso sin igual al desarrollo de la doctrina
mariana, alcanzando grandes logros en las áreas del pensamiento, la
teología, la enseñanza y la devoción. Construyendo sobre la Tradición de
la Iglesia, nos ha adentrado en el Corazón de Nuestra Madre, haciendo
eco y extendiendo la enseñanza del Concilio Vaticano II: señalando su
lugar preeminente en la historia de salvación, haciéndonos descubrirla
en su recorrido de fe, y presentándonosla como arquetipo de la Iglesia y
Madre misericordiosa.
El Cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de
la Fe, nos dice que la mariología de Juan Pablo II se enfoca en la
acción y misión de la Santísima Virgen María, en el hecho de que Ella se
hace visible a través de intervenciones concretas en la historia de
salvación.
El Papa, de hecho, siempre hace ahínco en la realidad de que la
presencia de María en el Misterio de Cristo, es activa, dinámica,
participativa, y crucial. Esto es algo que no solamente considera con
relación al Evangelio, sino también en relación al papel de María
Santísima en la historia, y en la vida de cada uno de sus hijos. En
Cruzando el Umbral de la Esperanza, nos decía: “El modo en que María
participa en la victoria de Cristo yo lo he conocido sobre todo por la
experiencia de mi nación.” “Mientras entraba en los problemas de la
Iglesia universal, al ser elegido Papa, llevaba en mí una convicción:
que también en esta dimensión universal, la victoria, si llega, será
alcanzada por María.”
Es por eso que, reconociendo el valor de la Consagración a Nuestra
Madre, el Santo Padre ha consagrado al mundo a Su Inmaculado Corazón en
tres ocasiones: El 13 de Mayo de 1982, el 25 de Marzo de 1984, y el 8 de
Octubre del 2000.
“Consagrar
el mundo al Inmaculado Corazón de María significa aproximarse, mediante
la intercesión de la Madre, a la fuente misma de la vida, manada en el
Gólgota. Esta fuente mana ininterrumpidamente con la redención y con la
gracia. En ella se lleva a cabo incesantemente la reparación de los
pecados del mundo. Es fuente incesante de nueva vida y de santidad.”
(Juan Pablo II, 13 de Mayo de 1982)