Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María 

XIX Edición

mayo 2003


eN EL CORAZÓN DE MARÍA

Madre del Redentor y Madre de los Redimidos

“Lamaternidad de María es una maternidad comprometida: María se une en la fe y en el amor a la intención profunda del Verbo que se hace hombre para glorificar al Padre en la salvación de los hombres. La asociación de María a la Redención del mundo no es un privilegio nuevo que viniera a agregarse a su Maternidad Divina, sino un aspecto que integra la totalidad de la misma en su realización existencial. María es Corredentora, Madre de la Redención, porque es la Madre de Jesús, Madre de ¨Yahvé que Salva¨.(P. M.M. Philipon, O.P.)

La Venerable Concepción Cabrera de Armida, en su Diario, nos dejó por escrito las conmovedoras palabras que Jesús le comunicó acerca de la Maternidad de María para con nosotros sus hijos: “Al enviar el Espíritu Santo a mis Apóstoles, no excluí a María, aún cuando Ella estaba plena de gracia, llena de mi Espíritu. Fue con el fin de que la Iglesia la tuviera por Reina, de que los sacerdotes la consideraran indispensable, de que a ellos y a los fieles no les faltara el calor y la protección de una Madre.” (Diario T.51, p.281-287)
¿Cómo no acudir entonces a María, si Dios mismo nos la ha dado como Madre?

Conchita también testimonió que Jesús le expresa el deseo de que los dolores internos de su Corazón fuesen honrados, pues la Cruz estuvo plantada en su Corazón ¨desde el primer instante de su Encarnación.¨ Asimismo, podemos deducir que el Corazón Inmaculado de María, no solamente nos acogió a todos nosotros como hijos al pie de la Cruz, sino que su Corazón siempre fue, es y será, Materno, por designio divino.

Es por eso que María en el misterio de la Visitación se apresura a servir, pues Ella entiende su misión maternal a un nivel que va mucho más allá de lo personal. Ella reconoce que está insertada misteriosamente en el plan divino de Salvación y se entrega por entero para que Dios haga en Ella y a través de Ella todo lo que Él disponga. La Virgen de Nazaret, sabía que su respuesta en la Anunciación: “Hágase en mí según tu Palabra”, no se limitaba a aquél momento histórico, sino que trascendía su historia personal; era un sí que envolvía a toda la humanidad.

El reconocimiento de su papel instrumental que la inserta de forma singular en el plan de Redención y que abarca a todos los hombres, es lo que la impulsa a colocar al niño Dios en el pesebre, envonviéndole en pañales, sin retenerlo en sus brazos y sin reservarlo para sí misma. María, iluminada por el Espíritu Santo, extiende sus manos maternales y amorosas, para transmitir al mundo la gracia insuperable que le ha sido dada: el Dios hecho hombre. “La Virgen no vivió para Ella sola en la tierra, sino que transmitió con gusto a los hombres el Amor del que vivía¨(P. José Kentenich)

Es por eso que nosotros, hijos de la Iglesia, e hijos de María, debemos exclamar con Santa Isabel: “¿De dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a visitarme?” ¿Cómo e s posible que no nos sintamos agradecidos ante la donación total de la más excelsa de las criaturas, que se ha entregado por entero al plan de Dios aceptando ser nuestra Madre?

María nunca nos quitará absolutamente nada, ni tampoco opacará nuestra relación con Jesús. Muy por el contrario, enriqueció al mundo haciéndose la Esclava del Señor, y por toda la eternidad nos dispensa las gracias que necesitamos para acercarnos a su Hijo. El deseo de María Santísima es que conozcamos e imitemos a Jesús cada día más, con renovado fervor, hasta el extremo, hasta la Cruz.
 

siervas_logo_color.jpg (14049 bytes)
Regreso a página principal
www.corazones.org


Copyright © 2003 SCTJM