No cabe la menor duda que, la Santísima Virgen María, de todas las
criaturas creadas por Dios, es la que ha amado a Cristo con mayor
perfección y ardor. Ella, como Madre del Dios hecho hombre, no desea
otra cosa que su Hijo sea amado ardientemente por todas sus criaturas.
No hay nadie que pueda conocer mejor el Corazón de Cristo que
aquella, en cuyo seno, este Corazón tomó carne. Ella conoce los
sentimientos más íntimos de su Hijo; ella sabe mejor que nadie sus
dolores y sus ansias de salvar a los hombres, ella fue testigo ocular
del amor de su Hijo manifestado "hasta el extremo"(Jn 13) de
padecer, sufrir y morir por alcanzarnos la salvación.
Al mismo tiempo como Madre espiritual de las almas y conociendo el
bien que estas reciben cuando se acercan al Corazón de Jesús no desea
otra cosa que obtener para ellas las gracias necesarias para que sus
corazones se acerquen con confianza y abandono a su Hijo, nuestro
Señor
Jesucristo.
La Unión de los Dos Corazones
La unión indisoluble del Corazón de Jesús y María, esta "Alianza de
los Dos Corazones "como la llama Su Santidad Juan Pablo II, permite que
cuando un alma se adentra en uno de estos Corazones, necesariamente se
adentre en el otro. San Juan Eudes nos dice: "Que unión,
que intimidad, que entendimiento, que correspondencia entre estos Dos
Corazones. El Corazón santo de María, estuvo, por lo tanto, siempre
íntimamente unido al Corazón Sagrado de su Divino Hijo. Ella siempre
deseo lo que El deseo, y también consintió a actuar y sufrir para que se
cumpliera la obra de nuestra redención. Estos Corazones han estado tan
unidos que son un solo Corazón en sentimiento, afecto y voluntad.
Además, Jesús vive y reina tan completamente en el Corazón de María que
Él es verdaderamente el alma de su alma, el espíritu de su espíritu y el
corazón de su corazón."
Para adentrarnos en el Corazón de Jesús necesitamos el Corazón de
María ya que aquellos que entran en el Corazón de Jesús son almas
extremadamente puras porque el Corazón de Jesús es el Corazón de Dios,
Corazón Santo que no puede resistir nada que sea impuro en el. El
Corazón de María purifica a aquellas almas que entran en El, por que,
por medio de Ella, obtienen las gracias necesarias para recibir la
transformación interior y así poder morar en el santuario de Santidad
del Corazón de Jesús.
Por esta razón, la devoción a la Santísima Virgen es el medio más
eficaz para crecer en amor y devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Su
Santidad Juan Pablo II nos enseña
que la devoción al Corazón Inmaculado de María es el instrumento único
para llevarnos a amar a Jesús: "Es precisamente por su papel en la
misión de su Hijo,
que la devoción al Corazón de María tiene importancia fundamental, ya
que a través del amor a su Hijo y por toda la humanidad, Ella se
convierte en un instrumento único para llevarnos a Él, y, para traer a
Jesús hacia nosotros." (Sept 22, 1986).
Adentrémosnos pues, en este mes de mayo, en la búsqueda de un mayor
amor y devoción a la Santísima Virgen María para así crecer en el amor y
devoción al Sagrado Corazón de Jesús.