Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María 

XV Edición

mayo 2001


eN EL CORAZÓN DE MARÍA

En Fátima, el Señor  envió a la Santísima Virgen María al mundo y nos reveló su Inmaculado Corazón.  Este Corazón se manifestó con dos características particulares:  estaba rodeado de espinas y enardecido en llamas.  El Corazón de María es Inmaculado, o sea perfectamente puro y limpio principalmente por la obra del Espíritu Santo quien la preservó de toda mancha de pecado. Pero conjuntamente porque es el Corazón que se dispuso de manera heroica al amor y al dolor.  El Corazón de María Santísima nos enseña que el amor y el dolor van juntos.  Este es el secreto de su Corazón. Solo cuando amamos de verdad, estaremos dispuestos a soportar los mas grandes sufrimientos.  Solo cuando abrimos nuestros corazones para abrazar el sufrimiento con docilidad y con confianza en Dios, se aumentará en nosotros nuestra capacidad de amar.  Amor en el dolor, dolor en reparación, este  es el fundamento del mensaje de Fátima.

Nuestra Señora nos pide actos de reparación para desagraviar las ofensas que Dios recibe.  Nos pide que nos sacrifiquemos y que oremos por la conversión de los pecadores:  “Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio:  “¡Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!”  

El amor “ todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera.” (1 Cor 13).  Por tanto, el amor es capaz de gran heroísmo, de gran bien.   ¡Cuantos hombres y mujeres en toda nuestra historia humana se han sorprendido a ver lo que el amor les ha hecho capaces de hacer! Son actos heroicos que vivirán y resplandecerán para toda la eternidad.

Pero si el amor es el fin, el sacrificio es el camino:  “Si alguno quiere ser discípulo mío, que se niegue a si mismo, cargue con su cruz  y me siga.”  El sacrificio y la penitencia sirven para ablandar el corazón humano.  Este ha sido endurecido por el pecado y el egoísmo, los peores enemigos del alma.  El sacrificio nos da la oportunidad de reparar primeramente nuestro propio pecado y luego, estando ya “purificados” nos hace capaces de ser instrumentos de reparación por los pecados de los demás, atrayendo gracias de conversión para los pecadores.  He aquí la “receta” para cumplir el único mandamiento que Dios nos dio en Cristo Jesús:  “Amar a Dios sobre todas las cosas”: lo cual es posible solo cuando morimos a las cosas y deseos de este mundo por la purificación de nuestros corazones; y “amad a los demás como yo os he amado” : Cristo dio Su vida en sufrimiento por nosotros, nosotros por el sacrificio ¡podemos dar nuestras vidas por los demás!

¡Respondamos hermanos, a las invitaciones de Nuestra Madre con todo el corazón!

Acto de Reparación1

Oh Corazón Inmaculado de María, Corazón de la Madre de Dios, adornado de todas las excelencias de tan sublime dignidad.  Yo deseo desagraviarte por las injurias que te hacen los que niegan tu Maternidad Divina, tu Inmaculada concepción, tu Virginidad Perpetua o que se mofan de las devociones establecidas en tu honor.

Te ofrezco a este fin los obsequios y servicios de todos los justos de la tierra, suplicándote me concedas la gracia de servirte con fidelidad todos los días de mi vida. Amén.

(Avemaría)

Yo te venero, Corazón Santísimo de María, como Mediadora de todas las gracias que se conceden a los hombres.  Yo deseo desagraviarte de las injurias que te hacen los profanadores de tus imágenes, los que niegan la santidad de culto y el poder de tu intercesión.    Te ofrezco a este fin las alabanzas que te tributaron los Santos Padres y Doctores y te tributa en su liturgia la Santa Iglesia, suplicándote me concedas la gracia de poder cantar siempre tus glorias, hasta el fin de mi vida.  Amén.

(Avemaría)

Yo te venero, Corazón Santísimo de María, como a espejo sin mancha de la santidad de Dios y Templo Augusto de la Santísima Trinidad. Yo deseo desagraviarte de la injuria que te hacen las almas tibias en tu amor, indiferentes en tu servicio, inconstantes en tu devoción e ingratas a tus beneficios; así como también la que te hacen los que infunden en el corazón de los niños la indiferencia, el desprecio y hasta el odio a tu culto y a tu amor.

 Te ofrezco a este fin los himnos de alabanza que resuenan en tu honor en el templo santo de la gloria, suplicándote me concedas la gracia de poder unirme a ellos para alabar a Dios y alabarte a Ti por toda la eternidad.  Amén.

(Avemaría).

1Tomado de Acto de Reparación del Apostolado Mundial de Fátima, Caracas, Venezuela

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