CONOZCAMOS
SU CORAZÓN
"El Corazón
Traspasado es el resumen simbólico del misterio pascual"
Cuando nos adentramos a meditar el misterio de nuestra redención,
misterio que San Pablo lo explica como de “muerte y vida,” de manera
particular debemos poner nuestra atención en el último suceso que nos
narra el Evangelio de San Juan: el traspaso del Costado de Jesús,
ya que los Padres y Doctores de la Iglesia lo proponen, como el símbolo
central del misterio de la salvación.
Así
leemos en San Juan: “Pero al llegar a Jesús, como le vieron ya
muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le
traspasó el costado con un lanza y al instante salió sangre y agua.”
(Jn 19:33-34).
żPor
qué es tan importante detenernos aquí y prestar atención?
Evidentemente en este hecho se nos resume todo el misterio del amor de
Dios por la humanidad; amor que llegó “hasta el extremo”(cf.
Jn 13:1). El Corazón traspasado de Jesús es el cúlmen
de toda la obra redentora de Cristo.
Tal
fue Su deseo de que se diese a conocer este amor, que permitió que uno
de sus discípulos, el más íntimo, fuese testigo ocular de este hecho
para que con su testimonio pudiésemos conocer lo que sucedió en ese
momento.
Y así
lo podemos leer en el mismo Evangelio de San Juan: “El que lo vio
lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad,
para que también vosotros creáis.” (Jn 19:35).
San
Juan hace énfasis en el hecho de que él lo vio y porque lo vio y estuvo
presente, su testimonio se hace válido para todos porque él fue testigo
ocular de los hechos. Los testigos oculares son muy importantes porque
son los que pueden narrar con exactitud lo que sucedió y que otros no
vieron. Son los transmisores de los hechos que otros no pudieron vivir y
se convierten por lo tanto en las fuentes fidedignas de información.
Para
San Juan el signo de Cristo Traspasado es un resumen simbólico de todo
el cristianismo. La vida del cristiano es “morir para vivir”. Así nos
lo dijo Jesús: “ En verdad, en verdad os digo: si el grano de
trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho
fruto.” (Jn 12:24).
Esta
verdad se hace más palpable cuando contemplamos el signo del Corazón
Traspasado ya que Cristo mismo, como “grano de trigo” fue molido y
triturado por nuestros pecados, para darnos la Vida. El signo de la
muerte lo vemos en la herida del costado, más el signo de la vida está
en la sangre y agua que brotaron de su Corazón y que con tanta
vehemencia San Juan explica en su Evangelio.
La
muerte de Jesús se hace fecunda. Da la vida para que otros tengan vida y
en abundancia; y los signos de esta entrega total los contemplamos en la
Cruz; su costado abierto y de él brotando la sangre y el agua que son
los símbolos de los sacramentos de vida: la Eucaristía y el Bautismo.
Contemplemos su Corazón traspasado y maravillémonos de su amor por
nosotros.