Juan Pablo II y la Alianza de los
Dos Corazones
La aportación que nos ofrece nuestro
Santo Padre, Juan Pablo II, en el desarrollo del entendimiento de la
Alianza entre los Corazones de Jesús y María, y la subsecuente devoción a ellos es indispensable. En sus constantes prédicas y
enseñanzas, ha desarrollado con mayor amplitud los temas ilustrados
anteriormente por sus predecesores y ha hecho mas referencias públicas
a los Corazones de Jesús y María que todos sus predecesores en
conjunto. Por ejemplo, en sus catequesis semanales en Roma, el Santo
Padre ha dedicado tres series de sus enseñanzas para profundizar en las
Letanías del Sagrado Corazón de Jesús. A la vez, dedicó mas de un
año de sus enseñanzas semanales a temas Marianos, sin mencionar los
innumerables actos de consagración al Corazón de la Santísima Virgen
María.
La Unión de los Corazones de
Jesús y María
En la teología del Santo Padre, hay
dos momentos en la vida de Jesús y de María que se destacan como
puntos centrales de esta Alianza: la Encarnación y el Calvario. La
primera es la iniciación o comienzo del misterio de los designios de
Dios, y el segundo, su culminación y perfección.
La Alianza de los Dos Corazones
en el Misterio de la Encarnación
Para entender mejor lo que nos enseña
el Papa, es de provecho situarnos, una vez mas, ante los acontecimientos
de la Anunciación del Ángel a la Virgen María. Vemos que el mensajero
de Dios revela la elección singular de María: "Has hallado gracia
ante Dios." (Lc 1:30) Y continúa diciéndole que será la Madre del
Redentor, escogida para ser portadora del Verbo Divino de Dios. Ante
este gran misterio nos dice San Agustín: "La Virgen concibió
primero en su corazón por su fe, y luego en su vientre".
Del misterio de la Encarnación, el Papa
nos enseña que: "El Corazón de Jesús fue concebido bajo
del Corazón de la Virgen Madre" (Inseg.
VII/2 1984). Con estas palabras se
ponen de manifiesto una serie de verdades sobre el fundamento de esta
Alianza. Primero, destacamos que la Alianza de los Corazones de Jesús y
María proviene de la voluntad expresada y manifestada por Dios. El
Ángel le dice a la Virgen que, habiendo sido elegida por Dios,
concebirá en su seno al Altísimo pues el Espíritu de Dios la "cubrirá
con su sombra". En otras palabras, demuestra que el Verbo de
Dios tomará carne en el seno de la Virgen. De esta gracia,
surgirá y latirá por primera vez, el Corazón Humano del
Salvador. Dios dispuso que el Salvador llegara al mundo por el fíat de
una "Mujer". La Virgen, por su fíat, precede la
formación del Corazón físico de Jesús, quien también dio
eternamente su Fíat salvífico, y que es en realidad, la fuente y el
sostén del fíat de María. Aunque la manifestación visible de esta
unión se da en la carne, es en realidad el fruto de la voluntad y
del amor de Jesús, como Hijo Único de Dios, y de María. Por
tanto, es una unión de corazones ya que el corazón es el sede
de nuestro amor y nuestra voluntad. Y así entre estos Dos Corazones se
forma una relación íntima tanto física como espiritual y moralmente.
Es el Corazón de María el que va preparando moralmente el Corazón de
Jesús durante su vida oculta en Nazaret para su misión futura tal como
nos lo explica el Santo Padre: "María contribuyó a la
preparación del Hijo para su misión sacerdotal, cultivando el
desarrollo de todas sus cualidades humanas. Cuando, luego, Jesús revela
a Su Corazón como manso y humilde, abierto a todos para el bien y lleno
de compasión por los que sufren, el ofrecerá a todos el fruto de un
desarrollo en el cual María ha tomado un papel singular aunque
escondido." (Inseg
XII/2).
Por lo tanto, el gran misterio de la
Encarnación es contemplar como Dios ha unido tanto los Corazones de
Jesús y María, que deposita la formación y el cuidado de Su Hijo
Unigénito a la Virgen Santísima. Y ella, recibiéndolo como su Hijo,
pero también como su Señor, reconoce que su papel es el de formar al
que ha de seguir y a quien también debe someter toda su vida. Nos dice
el Papa: "El Corazón de la Madre siempre se ha hecho
seguidor de la obra redentora de su Hijo." La unión de los
corazones de Jesús y María es unión en amor y en la misión
redentiva de ese amor. Una vez mas meditemos la sabiduría de SS,
Juan Pablo II: "En realidad, desde el momento de su
conversación escondida con el ángel, empezó a ver como parte de su
misión de Madre, su destino de compartir, de manera singular e
irrepetible, en la misma misión de Su Hijo."
La Unión de los Dos Corazones
en el Calvario
El Corazón de María no se limitó
solamente a seguir la misión redentora de Su Hijo, sino que también
colaboró activamente en ella. Es en este momento donde se sella
definitivamente la Alianza que Dios comenzó en la Anunciación. Toda
alianza es sellada con el sacrificio y con la sangre. La Alianza de los
Corazones de Jesús y María es sellada con la Sangre del Cordero, el
Hijo de Dios y con el sacrificio de María. En dos ocasiones distintas
el Papa nos expone la verdad sobre esto.
1. "Es en el
Calvario que los sufrimientos de María junto a los sufrimientos de
Jesús alcanzan una intensidad tal que nos es difícil de imaginar pero
que fueron misteriosamente y sobrenaturalmente fructíferos para la
redención del mundo. El Corazón Inmaculado de la Virgen, abierto con
las palabras "Mujer, he ahí a tu hijo", es unido
espiritualmente con el Corazón de Su Hijo, abierto por la lanza de un
soldado. El Corazón de María fue abierto por el mismo amor hacia el
hombre y hacia el mundo con que Cristo amó al hombre y al mundo, ofreciéndose
a sí mismo en la Cruz."
2. "Cuando el Costado de
Cristo fue traspasado con la lanza del centurión, la profecía de
Simeón se cumplió en María: "Y a ti, una espada traspasará tu
alma" (Lc. 2:35). Las palabras del profeta son un anuncio de la alianza
definitiva de estos Dos Corazones: del Hijo y de la Madre; de la
Madre y del Hijo." Es de la misma inspiración del Santo
Padre, Juan Pablo II, que surge por primera vez la expresión mas clara
y mas elocuente de los designios de Dios para la humanidad: "Alianza
definitiva de estos Dos Corazones." Dios ha levantado a los
Corazones de Jesús y María: de Jesús, como Dios Soberano y Único
Salvador, a quien le pertenece toda la gloria; y a María Santísima,
como la "humilde esclava del Señor" que supo unirse
irrevocablemente al misterio de la salvación. Y ahora nosotros somos
invitados a adentrarnos en los Dos Corazones como un "tercer
corazón" en plena comunión de amor, unidad y sumisión.
¡Todo por el Corazón de Jesús, a
través del Corazón de María!
(Lema SCTJM)