DE
CORAZÓN A CORAZÓN
El Designio de Dios con los
Pastorcitos de Fátima
EDITORIAL
Madre Adela Galindo, Fundadora, SCTJM
Queridos hermanos y hermanas:
Yo te
bendigo Padre.... porque has ocultado estas cosas a los sabios e
inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Si, Padre, pues tal
ha sido tu beneplácito" (Mt 11,25-26).
Con
estas palabras de las Sagradas Escrituras, el Santo Padre comenzó su
homilía en la beatificación de los pastorcitos videntes de las
apariciones de Nuestra Señora en Fátima.
"¡Rezad!
¡Rezad mucho! Los Corazones de Jesús y María
tienen sobre vosotros designios de misericordia!"
(El ángel de Fátima a los pastorcitos)
Dios Padre
ha querido no solo abrir el Reino a los pequeños, sino que a través de
las apariciones marianas, vemos que ha querido elegir a los pequeños
para llevar a cabo sus designios. Fue designio divino que en 1917, la
Santísima Virgen viniera del Cielo en búsqueda de unos pequeños para
hacerles un claro llamado a la oración, a la penitencia, al sacrificio
y al amor heroico. Con corazón de Madre habló a sus pequeños
corazones, les reveló su dolor por las ofensas que se cometen contra el
Corazón de su Hijo; les habló de los pecadores, les mostró el
infierno, les reveló su Inmaculado Corazón como camino seguro para
llegar a Dios, les invitó a ofrecerse como víctimas de reparación y a
abrazar todos los sufrimientos que el Señor les enviara para la
conversión de los pecadores. La Virgen Santísima les anunció tiempos
de tribulación para la Iglesia y el mundo, les habló de guerras,
persecuciones contra la Iglesia, les mostró el sufrimiento de un Papa y
el peligro tan grande que amenazaba tanto el destino eterno como el
temporal de la humanidad.
Yo,
repitiendo las palabras de Cristo en el Evangelio de San Mateo, también
quiero dar gracias al Padre por haber revelado todo esto a los pequeños
pastorcitos de Fátima. Estos niños acogieron con tanto amor y con
tanta seriedad las palabras de la Virgen, que por ello, el 13 de mayo
del corriente año, el Santo Padre nos dijo: "Con esta
beatificación la Iglesia quiere poner en el candelero estas dos velas
que Dios encendió para iluminar a la humanidad en su horas sombrías e
inquietas".
La Iglesia
nos presenta en estas horas sombrías dos velas que iluminan nuestro
caminar en este momento histórico: Francisco y Jacinta. ¿Por
qué? Porque ambos se dispusieron por completo a cumplir los designios
de los Dos Corazones, designios de misericordia que debían llevarse a
cabo con su generosidad, con su sacrificio y con su vida de heroica
caridad. Heroísmo de niños, pero auténtico heroísmo, nos dijo el
Santo Padre.
¿Cuáles
fueron esos designios de misericordia a los que fueron llamados los
pastorcitos a cooperar?
A Francisco
el Señor le dio la gracia de comprender profundamente cuán triste
estaba el Corazón Inmaculado de María por las ofensas que se cometían
contra Dios. La experiencia de la Virgen diciéndoles: "Queréis
ofreceros en reparación por los pecados con que Dios es tan
ofendido", marcó para siempre su corazón. Un día que Francisco
estaba muy callado y retirado, Lucía le preguntó que le sucedía, y
él contestó que estaba pensando que Dios está muy triste por causa de
muchos pecados. Y continuó Francisco: "¡Si yo le pudiese
consolar!". Así es como se convierte en el consolador del Corazón
Eucarístico. Pasaba largas horas en adoración y contemplación de
Jesús Eucarístico, a quien llamaba "Jesús escondido". Para
él, la oración que les enseñó el ángel se convirtió en vida:
"Yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no
creen, no adoran, no esperan y no te aman". Francisco, por lo
tanto, se entregó a una vida espiritual muy intensa de oración asidua
y ferviente que lo lleva a una verdadera comunión mística con el
Señor, y a una progresiva purificación del espíritu a través de la
renuncia de los propios gustos e incluso, de los juegos. Se da una
transformación radical en él. Soportó los grandes sufrimientos de la
enfermedad que lo llevó a la muerte, sin emitir queja alguna.
A Jacinta,
la visión del infierno y las suerte de las almas que están en pecado
mortal, la movió tanto que para ella no habían sacrificios suficientes
para ayudar a los pobres pecadores. Animada por una caridad ardiente
hacia estas almas, se entregó como alma víctima por ellas. Las
palabras de la Virgen: "¿Queréis ofreceros a Dios para
soportar todos los sufrimientos que Él quiera enviaros, en acto de
reparación por los pecados con que El es ofendido y de súplica por la
conversión de los pecadores?", marcaron para siempre su
corazón a tal punto que dijo a Lucía en las últimas etapas de su
dolorosa enfermedad: "Diles (a Jesús y María) que estoy
dispuesta a sufrir todo lo que deseen con tal de convertir a los
pecadores". Jacinta, además, tuvo otro gran deseo: orar y
sacrificarse por el Santo Padre, especialmente por ese "obispo
vestido de blanco" que en visión ella había visto sufrir.
En Fátima,
la Santísima Virgen escoge a dos niños, pastorcitos, para hacerles
partícipes de los designios de misericordia de los Corazones de Jesús
y María. Niños, que con su "sí", logran abundantes gracias
para la Iglesia y la humanidad en una era de tantas sombras y
tribulación. Estos niños, totalmente entregados a las manos de María
Santísima, consagrados a Su Inmaculado Corazón, dejándose formar por
Ella y acogiendo toda la misión maternal de Nuestra Señora, se
convierten en instrumentos eficaces para atraer misericordia y
conversión a las almas.
¡Qué gran
lección nos dan los Beatos Francisco y Jacinta! Hay que ser como
niños para entrar en el Reino de los Cielos y para cooperar con el
establecimiento del Reinado de los Dos Corazones. Hay que ser como
niños para disponernos con humildad y obediencia a dejarnos guiar por
la Santísima Virgen y para escuchar de su Corazón Inmaculado los
designios del Corazón de Cristo. Hay que ser pequeñitos, muy
pequeñitos, para participar de los designios de misericordia que los
Corazones de Jesús y María tienen para nosotros. Hay que tener
corazones puros y sencillos, para aprender a "Contemplar como
Francisco y Amar como Jacinta" (Lema de la Beatificación).
Qué los
Corazones de Jesús y María, en este mes de junio del Año Jubilar, nos
revelen sus designios de amor y misericordia. Y que nosotros podamos,
con corazones nuevos, como Francisco y Jacinta, responder a tan sublime
llamado y ofrezcamos nuestra vidas para el cumplimiento de esos
designios.
¡¡Reinen
los Dos Corazones!!