Corazones de Jesús y de María...
Esperanza de la Humanidad©
"Tenemos que ganar el mundo entero y cada alma, ahora y en el
 futuro, hasta el final de los tiempos, para la Inmaculada, y a través de ella, 
para el Sagrado Corazón de Jesús."
(San Maximiliano Kolbe)


Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María          Edición Especial         mayo/junio 2000      Archivo del Boletín


EN ESTA EDICIÓN:
Editorial "De Corazón a Corazón" (esta página) En el Corazón de la Iglesia Nos Habla el Corazón del Papa
Corazones que Arden de Amor  Conozcamos el Corazón de JesúsEn el Corazón de María

DE CORAZÓN A CORAZÓN 
El Designio de Dios con los Pastorcitos de Fátima
EDITORIAL Madre Adela Galindo, Fundadora, SCTJM

Queridos hermanos y hermanas:

Yo te bendigo Padre.... porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Si, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito" (Mt 11,25-26). Con estas palabras de las Sagradas Escrituras, el Santo Padre comenzó su homilía en la beatificación de los pastorcitos videntes de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima.

"¡Rezad! ¡Rezad mucho! Los Corazones de Jesús y María 
tienen sobre vosotros designios de misericordia!"

(El ángel de Fátima a los pastorcitos)

Dios Padre ha querido no solo abrir el Reino a los pequeños, sino que a través de las apariciones marianas, vemos que ha querido elegir a los pequeños para llevar a cabo sus designios. Fue designio divino que en 1917, la Santísima Virgen viniera del Cielo en búsqueda de unos pequeños para hacerles un claro llamado a la oración, a la penitencia, al sacrificio y al amor heroico. Con corazón de Madre habló a sus pequeños corazones, les reveló su dolor por las ofensas que se cometen contra el Corazón de su Hijo; les habló de los pecadores, les mostró el infierno, les reveló su Inmaculado Corazón como camino seguro para llegar a Dios, les invitó a ofrecerse como víctimas de reparación y a abrazar todos los sufrimientos que el Señor les enviara para la conversión de los pecadores. La Virgen Santísima les anunció tiempos de tribulación para la Iglesia y el mundo, les habló de guerras, persecuciones contra la Iglesia, les mostró el sufrimiento de un Papa y el peligro tan grande que amenazaba tanto el destino eterno como el temporal de la humanidad.

Yo, repitiendo las palabras de Cristo en el Evangelio de San Mateo, también quiero dar gracias al Padre por haber revelado todo esto a los pequeños pastorcitos de Fátima. Estos niños acogieron con tanto amor y con tanta seriedad las palabras de la Virgen, que por ello, el 13 de mayo del corriente año, el Santo Padre nos dijo: "Con esta beatificación la Iglesia quiere poner en el candelero estas dos velas que Dios encendió para iluminar a la humanidad en su horas sombrías e inquietas".

La Iglesia nos presenta en estas horas sombrías dos velas que iluminan nuestro caminar en este momento histórico: Francisco y Jacinta. ¿Por qué? Porque ambos se dispusieron por completo a cumplir los designios de los Dos Corazones, designios de misericordia que debían llevarse a cabo con su generosidad, con su sacrificio y con su vida de heroica caridad. Heroísmo de niños, pero auténtico heroísmo, nos dijo el Santo Padre.

¿Cuáles fueron esos designios de misericordia a los que fueron llamados los pastorcitos a cooperar?

A Francisco el Señor le dio la gracia de comprender profundamente cuán triste estaba el Corazón Inmaculado de María por las ofensas que se cometían contra Dios. La experiencia de la Virgen diciéndoles: "Queréis ofreceros en reparación por los pecados con que Dios es tan ofendido", marcó para siempre su corazón. Un día que Francisco estaba muy callado y retirado, Lucía le preguntó que le sucedía, y él contestó que estaba pensando que Dios está muy triste por causa de muchos pecados. Y continuó Francisco: "¡Si yo le pudiese consolar!". Así es como se convierte en el consolador del Corazón Eucarístico. Pasaba largas horas en adoración y contemplación de Jesús Eucarístico, a quien llamaba "Jesús escondido". Para él, la oración que les enseñó el ángel se convirtió en vida: "Yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman". Francisco, por lo tanto, se entregó a una vida espiritual muy intensa de oración asidua y ferviente que lo lleva a una verdadera comunión mística con el Señor, y a una progresiva purificación del espíritu a través de la renuncia de los propios gustos e incluso, de los juegos. Se da una transformación radical en él. Soportó los grandes sufrimientos de la enfermedad que lo llevó a la muerte, sin emitir queja alguna.

A Jacinta, la visión del infierno y las suerte de las almas que están en pecado mortal, la movió tanto que para ella no habían sacrificios suficientes para ayudar a los pobres pecadores. Animada por una caridad ardiente hacia estas almas, se entregó como alma víctima por ellas. Las palabras de la Virgen: "¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera enviaros, en acto de reparación por los pecados con que El es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?", marcaron para siempre su corazón a tal punto que dijo a Lucía en las últimas etapas de su dolorosa enfermedad: "Diles (a Jesús y María) que estoy dispuesta a sufrir todo lo que deseen con tal de convertir a los pecadores". Jacinta, además, tuvo otro gran deseo: orar y sacrificarse por el Santo Padre, especialmente por ese "obispo vestido de blanco" que en visión ella había visto sufrir.

En Fátima, la Santísima Virgen escoge a dos niños, pastorcitos, para hacerles partícipes de los designios de misericordia de los Corazones de Jesús y María. Niños, que con su "sí", logran abundantes gracias para la Iglesia y la humanidad en una era de tantas sombras y tribulación. Estos niños, totalmente entregados a las manos de María Santísima, consagrados a Su Inmaculado Corazón, dejándose formar por Ella y acogiendo toda la misión maternal de Nuestra Señora, se convierten en instrumentos eficaces para atraer misericordia y conversión a las almas.

¡Qué gran lección nos dan los Beatos Francisco y Jacinta! Hay que ser como niños para entrar en el Reino de los Cielos y para cooperar con el establecimiento del Reinado de los Dos Corazones. Hay que ser como niños para disponernos con humildad y obediencia a dejarnos guiar por la Santísima Virgen y para escuchar de su Corazón Inmaculado los designios del Corazón de Cristo. Hay que ser pequeñitos, muy pequeñitos, para participar de los designios de misericordia que los Corazones de Jesús y María tienen para nosotros. Hay que tener corazones puros y sencillos, para aprender a "Contemplar como Francisco y Amar como Jacinta" (Lema de la Beatificación).

Qué los Corazones de Jesús y María, en este mes de junio del Año Jubilar, nos revelen sus designios de amor y misericordia. Y que nosotros podamos, con corazones nuevos, como Francisco y Jacinta, responder a tan sublime llamado y ofrezcamos nuestra vidas para el cumplimiento de esos designios.

¡¡Reinen los Dos Corazones!!

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