CONOZCAMOS
SU CORAZÓN
En esta cuaresma adentrémonos
en le Corazón de Jesús y meditemos en sus sufrimientos
para que alcancemos la conversión.
El Corazón de Jesús quiso
revelarse mostrando los signos de su Pasión.
En el Evangelio de San
Juan vemos que el Señor, al aparecerse a sus discípulos, según nos
dice la Escritura “les mostró las manos y el costado” (Jn
20:20). El Señor quiso dejar las marcas de su Pasión en su cuerpo
glorificado para que fueran signos por medio de los cuales sus
discípulos le reconocieran y también, fueran un recordatorio del
precio que El pagó por nuestra salvación.
Cuando Jesús le reveló su
Corazón a Santa Margarita María, se lo mostró, no solamente rodeado
de llamas y de gran luz, símbolo de Su ardiente caridad por los
hombres, sino también, llevando los signos de la Pasión: la cruz; la
corona de espinas y la llaga de su costado.
¿Por qué el Señor quiso
hacer esto? ¿Por qué la cruz, la corona de espinas y la llaga de su
costado?
Jesús manifestó su
Corazón como el último remedio para la conversión de la humanidad y
se presentó con los instrumentos de Su Pasión porque nos quería dejar
saber que todavía hoy El continúa padeciendo, en Su Cuerpo Místico, a
causa de nuestros pecados.
La Cruz:
El Señor revela Su Corazón en llamas, con la cruz en la parte
superior. La Cruz es el signo de nuestra redención, el instrumento en
el cual Cristo se entregó por nosotros, dándonos la salvación. Por el
poder de la cruz somos liberados, sin embargo, Jesús, al mostrar la
cruz quiso manifestarnos que, aún hoy, hay muchas almas que continúan
despreciando su redención, a través de la indiferencia, apatía y por
la falta de amor de sus corazones. Su Corazón Sagrado sufre al ver
cuántos rechazan Su sacrificio en la cruz y como para tantos Su
sacrificio ha sido en vano, pues no aceptan la salvación.
La Corona de Espinas:
La corona de espinas nos revela como son nuestros pecados los que se
clavan, como espinas punzantes, en Su Corazón. Estas espinas son la
tibieza de las almas; el olvido; la falta de esfuerzo por vivir la
santidad; la frivolidad y la vanidad de los corazones; el orgullo, la
ingratitud y la frialdad. Cada vez que nuestro corazón comete una de
estas faltas, es como si le estuviésemos clavando una espina en el
Sagrado Corazón.
La Llaga del Costado:
“Por sus llagas hemos sido sanados”(1 P 2:24). Por la llaga
de Su Corazón nuestro Señor nos mostró Su “amor hasta el extremo”(Jn13:1).
Quiso que quedara abierta para invitarnos a todos a entrar, por ella, a
lo más íntimo de su Corazón. Sin embargo, no hemos sabido responderle
mas que con rechazo y desprecio. ¡Qué doloroso para nuestro Señor! El
quiso revelar Su Corazón con la llaga bien abierta de donde brotó “Sangre
y Agua”, para recordarnos que El espera por nosotros, que Su
salvación es gratuita y que solamente requiere la aceptación de
nuestra parte.
En esta Cuaresma,
contemplemos el Corazón de nuestro Redentor, y permitámosle revelarnos
nuestros pecados y faltas para que con un corazón arrepentido y
contrito nos acerquemos a El y alcancemos la gracia de una auténtica
conversión.