“Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor.” I Corintios 11,27.

 

 

Comulgar en pecado mortal es un sacrilegio
P.Jordi Rivero

Ver también:
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Dignidad para recibir la Sagrada Comunión. Principios Generales. Cardenal Ratzinger a la Conferencia Episcopal de USA.
-No se puede ser pro-aborto y comulgar -Cardenal Arinze, IV-2008
-Por qué la Iglesia no da la comunión a cualquier persona -Philip Goyret
-Iglesia y Mundo


Según el derecho canónico C915: "No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persisten en un manifiesto pecado grave".

""recibir indignamente el Cuerpo y la Sangre de Cristo es un sacrilegio. Si lo hace deliberadamente en pecado mortal es un sacrilegio".  "Si tenemos un pecado mortal en la conciencia, debemos primero confesarnos de ese pecado y recibir la absolución, y sólo después acercarnos al Sacramento Eucarístico"  -Arzobispo Raymond L. Burke, Prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica de la Santa Sede, agosto, 2008.  Ver texto


San Pablo: “Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor.” I Corintios 11,27.

Desde tiempos apostólicos los católicos creemos que la Eucaristía es Jesucristo verdaderamente presente entre nosotros. El mismo lo dijo: “Yo soy el pan de la vida”. (Juan 6, 35, cf. Mt. 26, 26-28).  

Hay un vínculo indisoluble entre Cristo Eucarístico, Las Verdades que El reveló y la Iglesia que el constituyó. Recibir la Eucaristía siempre ha requerido el compromiso de creer y vivir según esa unidad. Cristo viene en la Eucaristía para constituirnos en Su Cuerpo Místico que es la Iglesia y así darnos vida eterna con Nuestro Padre. Es por eso que siempre la Iglesia ha requerido la formación en la fe (catequesis), la profesión de Fe (credo) y el compromiso de vida (moral) para ser admitido a la comunión. 

Además, ya que todos somos pecadores, la comunión está también inseparablemente vinculada con la conversión la cual requiere renuncia al pecado y propósito de enmienda.  Comulgar en pecado mortal sería un sacrilegio. Como vimos en 1 Cor. 11,27 se trata de una enseñanza Apostólica. 

La misericordia infinita de Dios no contradice la necesidad de conversión. Si comprendemos que el pecado mortal nos aparta de Dios podremos entender que también nos aparta de la Eucaristía. Pero una vez arrepentidos y confesados se nos abren las puertas a la Eucaristía. Quede claro: No es el haber pecado lo que obstaculiza la comunión, sino el obstinarse en el mismo aun cuando los pastores de la Iglesia han advertido su gravedad. 

Alguno dirá: "pero no debemos juzgar". Es cierto que no se puede juzgar la conciencia de otro. Pero si debemos saber claramente lo que significa ser católico y lo que se requiere para comulgar. El católico cree que Dios ha revelado la verdad en materia de doctrina y moral y que  esta es enseñada por la Iglesia sin error. Los pastores no son perfectos, pueden pecar, pero la doctrina es indefectible. Por lo tanto la conciencia del católico se forma a la luz del magisterio de la Iglesia. La Iglesia no obliga a creer ya que es un don de Dios. Pero la Iglesia si enseña que debemos ser consecuentes. Quien no cree en las enseñanzas de la Iglesia o quien está en pecado mortal, no debe comulgar.  

Los pastores de la Iglesia tienen el deber de enseñar lo que es ser católico y proteger de abusos contra la Eucaristía. El amor lo requiere.


No se puede comulgar en pecado mortal
Juan Pablo II
Ver también: Eucaristía | confesión

Cuando parece que muchos pastores han olvidado el catecismo básico y se han dejado asimilar por la mentalidad del mundo causando estragos entre los fieles, S.S. Juan Pablo II una vez mas nos rescata con su magisterio.   

13 marzo, 2005 (ZENIT.org)

Juan Pablo II ha recordado que, según la doctrina de la Iglesia, nadie que sea consciente de estar en pecado mortal puede comulgar.

El Papa confirma la enseñanza tradicional del magisterio en un mensaje, publicado el 12 de Marzo por la Santa Sede, dirigido a los jóvenes sacerdotes que han participado en esta semana en un curso sobre el «fuero interno» --las cuestiones de conciencia--, organizado por el Tribunal de la Penitenciaría Apostólica, cuyo presidente es el penitenciario mayor, el cardenal estadounidense James Francis Stafford.

En este año dedicado a la Eucaristía (octubre 2004-octubre 2005), el Santo Padre ha querido dedicar su misiva, que está firmada el 8 de marzo en el Policlínico Agostino Gemelli, a la relación que existe entre este sacramento y el sacramento de la confesión.

«Vivimos en una sociedad que parece haber perdido con frecuencia el sentido de Dios y del pecado. Por tanto, se hace más urgente en este contexto la invitación de Cristo a la conversión, que presupone la confesión consciente de los propios pecados y la relativa petición de perdón y de salvación».

«El sacerdote, en el ejercicio de su ministerio, sabe que actúa "en la persona de Cristo y bajo la acción del Espíritu Santo", y por este motivo tiene que alimentar en su interior sus sentimientos, aumentar en él mismo la caridad de Jesús, maestro y pastor, médico de almas y cuerpos, guía espiritual, juez justo y misericordioso».

«En la tradición de la Iglesia, la reconciliación sacramental siempre ha sido considerada en íntima relación con el banquete del sacrificio de la Eucaristía, memorial de nuestra redención»

«Ya en las primeras comunidades cristianas se experimentaba la necesidad de prepararse con una digna conducta de vida para celebrar la fracción del pan eucarístico, que es "comunión" con el cuerpo y la sangre del Señor y "comunión" ("koinonia") con los creyentes que forman un solo cuerpo, pues se alimentan con el mismo cuerpo de Cristo».

«quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor» (1 Corintios, 11, 27).

«En el rito de la santa misa, muchos elementos subrayan esta exigencia de purificación y de conversión: desde el acto penitencial inicial hasta la oraciones para pedir perdón; desde el gesto de paz hasta las oraciones que los sacerdotes y los fieles recitan antes de la comunión»

«Sólo quien tiene sincera conciencia de no haber cometido un pecado mortal puede recibir el Cuerpo de Cristo», asegura el mensaje pontificio recordando la doctrina del Concilio de Trento. «Y esta sigue siendo la enseñanza de la Iglesia también hoy».

El Catecismo de la Iglesia Católica explica la diferencia entre el pecado venial y el pecado mortal de los números 1854 a 1864).
ZS05031307.

 


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