Según
el
derecho canónico C915: "No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los
que están en entredicho después de la imposición o declaración de la
pena, y los que obstinadamente persisten en un manifiesto pecado grave".
""recibir
indignamente el Cuerpo y la Sangre de Cristo es un sacrilegio. Si lo
hace deliberadamente en pecado mortal es un sacrilegio". "Si
tenemos un pecado mortal en la conciencia, debemos primero
confesarnos de ese pecado y recibir la absolución, y sólo después
acercarnos al Sacramento Eucarístico"
-Arzobispo Raymond L. Burke, Prefecto del Supremo
Tribunal de la Signatura Apostólica de la Santa Sede, agosto, 2008.
Ver texto
San Pablo:
“Por tanto, quien coma
el pan o beba la copa del Señor
indignamente, será reo del Cuerpo y de
la Sangre del Señor.” I Corintios 11,27.
Desde tiempos apostólicos los católicos creemos
que la Eucaristía es Jesucristo verdaderamente presente entre nosotros.
El mismo lo dijo: “Yo soy el pan de la vida”. (Juan 6, 35, cf. Mt. 26,
26-28).
Hay un vínculo
indisoluble entre Cristo Eucarístico, Las
Verdades
que El reveló y la Iglesia que el constituyó.
Recibir la Eucaristía
siempre ha requerido el compromiso de creer y vivir según esa unidad.
Cristo viene en la Eucaristía
para constituirnos
en Su
Cuerpo Místico que es la Iglesia
y así darnos vida eterna con
Nuestro Padre. Es por eso que siempre la
Iglesia ha requerido la formación en la fe (catequesis), la profesión de
Fe (credo) y el compromiso de vida (moral) para ser admitido a la
comunión.
Además, ya que
todos somos pecadores, la comunión está también inseparablemente
vinculada con la conversión
la cual requiere
renuncia al pecado y
propósito de enmienda.
Comulgar en
pecado mortal
sería un
sacrilegio. Como
vimos en 1 Cor. 11,27 se trata de
una enseñanza Apostólica.
La misericordia
infinita de Dios no contradice la necesidad de conversión.
Si comprendemos
que el pecado mortal
nos
aparta
de
Dios podremos entender
que también nos
aparta de la Eucaristía. Pero una vez
arrepentidos
y confesados se nos abren las puertas a la Eucaristía. Quede claro:
No
es el haber pecado lo que
obstaculiza la comunión, sino el obstinarse en el mismo aun cuando los
pastores de la Iglesia han advertido su gravedad.
Alguno dirá: "pero no debemos
juzgar". Es cierto que no se puede juzgar la conciencia de otro.
Pero si debemos saber claramente lo que significa ser católico y
lo que se requiere para comulgar. El católico cree que Dios ha
revelado la verdad en materia de doctrina y moral y que esta
es enseñada por la Iglesia sin error. Los pastores no son perfectos,
pueden pecar, pero la doctrina es indefectible. Por lo tanto la
conciencia del católico se forma a la luz del magisterio de la
Iglesia. La Iglesia no obliga a creer ya que es un don de Dios. Pero
la Iglesia si enseña que debemos ser consecuentes. Quien no cree en
las enseñanzas de la Iglesia o quien está en pecado mortal, no debe comulgar.
Los pastores de la
Iglesia tienen el deber de enseñar
lo que es ser católico
y proteger de abusos
contra la Eucaristía. El amor lo
requiere.
No se puede comulgar en pecado mortal
Juan Pablo II
Ver también:
Eucaristía
|
confesión
Cuando parece que
muchos pastores han olvidado el catecismo básico y se
han dejado asimilar por la mentalidad del mundo causando estragos entre
los fieles, S.S. Juan Pablo II una vez mas nos rescata con su
magisterio.
13 marzo, 2005 (ZENIT.org)
Juan Pablo II ha recordado que, según la
doctrina de la Iglesia, nadie que sea consciente de estar en pecado
mortal puede comulgar.
El Papa confirma la enseñanza tradicional del magisterio en un mensaje,
publicado el 12 de Marzo por la Santa Sede, dirigido a los jóvenes
sacerdotes que han participado en esta semana en un curso sobre el
«fuero interno» --las cuestiones de conciencia--, organizado por el
Tribunal de la Penitenciaría Apostólica, cuyo presidente es el
penitenciario mayor, el cardenal estadounidense James Francis Stafford.
En este año dedicado a la Eucaristía (octubre 2004-octubre 2005), el
Santo Padre ha querido dedicar su misiva, que está firmada el 8 de marzo
en el Policlínico Agostino Gemelli, a la relación que existe entre este
sacramento y el sacramento de la confesión.
«Vivimos en una sociedad que parece haber perdido con frecuencia el
sentido de Dios y del pecado. Por tanto, se hace más urgente en este
contexto la invitación de Cristo a la conversión, que presupone la
confesión consciente de los propios pecados y la relativa petición de
perdón y de salvación».
«El sacerdote, en el ejercicio de su ministerio, sabe que actúa "en la
persona de Cristo y bajo la acción del Espíritu Santo", y por este
motivo tiene que alimentar en su interior sus sentimientos, aumentar en
él mismo la caridad de Jesús, maestro y pastor, médico de almas y
cuerpos, guía espiritual, juez justo y misericordioso».
«En la tradición de la Iglesia, la reconciliación sacramental siempre ha
sido considerada en íntima relación con el banquete del sacrificio de la
Eucaristía, memorial de nuestra redención»
«Ya en las primeras comunidades cristianas se experimentaba la necesidad
de prepararse con una digna conducta de vida para celebrar la fracción
del pan eucarístico, que es "comunión" con el cuerpo y la sangre del
Señor y "comunión" ("koinonia") con los creyentes que forman un solo
cuerpo, pues se alimentan con el mismo cuerpo de Cristo».
«quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del
Cuerpo y de la Sangre del Señor» (1 Corintios, 11, 27).
«En el rito de la santa misa, muchos elementos subrayan esta exigencia
de purificación y de conversión: desde el acto penitencial inicial hasta
la oraciones para pedir perdón; desde el gesto de paz hasta las
oraciones que los sacerdotes y los fieles recitan antes de la comunión»
«Sólo quien tiene sincera conciencia de no haber cometido un pecado
mortal puede recibir el Cuerpo de Cristo», asegura el mensaje pontificio
recordando la doctrina del Concilio de Trento. «Y esta sigue siendo la
enseñanza de la Iglesia también hoy».
El Catecismo de la Iglesia Católica explica la
diferencia entre el
pecado venial y el pecado mortal de los números
1854 a 1864).
ZS05031307.