Siervas de los
Corazones Traspasados de Jesús y María
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VI Edición |
febrero
2000 |
eN EL CORAZÓN DE MARÍA
Su Santidad Juan Pablo
II, en repetidas ocasiones nos ha hablado y, mas aún, nos ha demostrado
con sus acciones, la importancia que hay en consagrar este Año Santo al
Inmaculado Corazón de María.
Nuestra Madre Fundadora,
respondiendo a esta invitación del Papa, ha escrito la siguiente
formula de consagración del Año Jubilar al Corazón de la Virgen. Les
invitamos a que, como familia, como grupo o individualmente, hagan esta
consagración –de corazón– a María Santísima, para que ella sea
la Estrella que nos lleva a profundizar cada vez mas en el misterio de
su Hijo, encarnado en su seno, y para que obtenga para nosotros gracias
de conversión y de misericordia.
Consagración
al Inmaculado Corazón de María En El Gran Jubileo del Año 2000
Madre Adela Galindo, SCTJM
“Oh Inmaculado
Corazón de María, que desde el anuncio de la Encarnación del Verbo,
con tu perfecta docilidad acogiste la Palabra revelada y asentiste a la
voluntad del Padre con tu generoso fíat, te pedimos que toda la
Iglesia y cada uno de nosotros, cedamos con docilidad a la acción
poderosa del Espíritu que desea actualizar, durante el Gran Jubileo del
Año 2000, las gracias de salvación que fluyen del misterio de la
Encarnación.
Ante las palabras
del ángel mensajero que te anunció la venida del Salvador, tú Virgen
Bendita, abriste las puertas de tu Corazón de par en par para recibir
al Redentor. En tu Corazón puro e inmaculado, el Verbo Encarnado encontró
el camino abierto y preparado para llegar al mundo. En tu
Corazón, Madre, no habían sendas que enderezar, ni barrancos que
rellenar, ni colinas que rebajar, ni asperezas que allanar (Luc 3: 3-6).
En tu Corazón, la Segunda Persona de la Trinidad, encontró el camino
más fácil, más seguro, más rápido y más corto de llegar a la
humanidad. En tu Corazón, la humanidad encuentra el camino más fácil,
más rápido, más corto y más seguro de llegar a Cristo.
Es por esto, Madre, que hoy
deseamos consagrarnos a tu Inmaculado Corazón, para que como Tú,
también nosotros, en el Año Santo que conmemoramos la Encarnación,
abramos de par en par las puertas de nuestros corazones a Cristo
Redentor:
- Enséñanos a preparar el
camino
con la
oración y la penitencia, y así estar preparados a recibir su acción
salvífica durante este Año de gracia y misericordia.
Guíanos por la verdadera senda
que nos conduce hasta el portal de Belén, para allí postrarnos en
adoración ante el único Salvador del Mundo, que mora entre nosotros en
la Sagrada Eucaristía.
Muéstranos a Cristo,
Dios hecho hombre. En tus brazos maternales los pastores y reyes
pudieron contemplarlo, que también podamos, en este Año Jubilar,
penetrar el misterio de la Encarnación con la misma reverencia y
gratitud con que ellos lo hicieron.
Ayúdanos a ser generosos
y a vivir el momento histórico con plena responsabilidad, conscientes
de que de nuestra obediencia a la voluntad de Dios, depende que la
gracia de este Jubileo no sea desperdiciada, sino que más bien promueva
la nueva primavera de la Iglesia.
Oh Inmaculado Corazón, unido
perfectamente al de Cristo, en virtud de esta consagración te pedimos
que nos lleves al Corazón de Cristo quien es la verdadera Puerta
Santa por donde fluye hacia la humanidad el amor y el perdón de
Dios. Qué de tu mano, Madre, traspasemos el umbral del Tercer Milenio
con la decisión de ser partícipes de la historia de este nuevo
milenio, construyendo con nuestras vidas la civilización del amor, de
la paz, de la verdad, de la reconciliación y de la justicia.
Oh Madre, a tu Inmaculado Corazón
confiamos nuestras vidas, nuestras familias, nuestras comunidades y
nuestro peregrinar en este Año Jubilar, para que por tu intercesión y
mediación maternal, obtengamos la plenitud de la gracia, de la
conversión y de la misericordia. Qué al contemplar el gran
misterio de amor de la Encarnación, nuestros corazones, a imitación
del tuyo, se abran de par en par, al Redentor.
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