CONOZCAMOS
SU CORAZÓN
Hemos entrado en el Gran Jubileo,
año singularmente Eucarístico. Por lo tanto, continuaremos con nuestra
exposición sobre el Corazón Eucarístico de Jesús.
La Eucaristía : Centro de la
Devoción al Corazón de Jesús
El don del Corazón de Jesús para
toda la humanidad es la Eucaristía. Nuestro Señor ha deseado quedarse
realmente presente en medio de nosotros :“habiendo amado a los
suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”
(Jn13:1).
En este año, nuestra atención ha de estar puesta en el Corazón
Eucarístico de Jesús.
El Papa Pablo VI, en su carta Investigabiles
divitias(1965) dice con insistencia: “Ante todo deseamos que el
culto al Sagrado Corazón se concentre en la participación del
Sacramento Eucarístico, ya que es su principal don.” S.S. Juan
Pablo II también nos dirige la mirada de nuestro corazón a la
Eucaristía: “La Eucaristía es el centro y el vértice de toda la
vida sacramental, por medio de la cual cada cristiano recibe la fuerza
salvífica de la redención”(Redemptor hominis).
La devoción al Sagrado Corazón de
Jesús consiste esencialmente en apoyar toda la vida cristiana sobre la
Eucaristía.
Cada vez que el Señor manifestó
su Corazón a Santa Margarita María, se le apareció en el Altar o
cerca del Tabernáculo, queriendo con ello enseñarnos a honrar su
Corazón en la Eucaristía.
La Vida Eucarística es la
Respuesta al Corazón de Jesús
Nuestro amor al Corazón de Jesús
nos ha de llevar, necesariamente, a tener un estilo de vida eucarístico
en el que reconocemos el amor de Dios y respondemos a el con la entrega
y la reparación.
El amor infinito de Dios:
Para entrar en el Corazón de Jesús lo primero que debemos hacer es
creer en su amor . La prueba máxima de este amor es la Eucaristía.
Corresponder al amor:
Lo primero que busca el Corazón de Jesús es que correspondamos a su
amor y el mejor lugar donde podemos hacerlo es en la Eucaristía.
Reparar:
El Corazón de Jesús sufre por la indiferencia y el desamor de los
hombres. Esto requiere de nuestra parte la reparación; la mejor manera
de hacerlo es reparar con nuestro amor al Corazón Eucarístico de
Jesús visitándolo en el Santísimo Sacramento, dándole todo nuestro
ser.