Corazones de Jesús y de María...
Esperanza de la Humanidad©
"Tenemos que ganar el mundo entero y cada alma, ahora y en el
 futuro, hasta el final de los tiempos, para la Inmaculada, y a través de ella, 
para el Sagrado Corazón de Jesús."
(San Maximiliano Kolbe)


Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María          VI Edición        enero 2000      Archivo del Boletín


EN ESTA EDICIÓN:
Editorial "De Corazón a Corazón" (esta página) En el Corazón de la Iglesia Nos Habla el Corazón del Papa
Corazones que Arden de Amor  Conozcamos el Corazón de JesúsEn el Corazón de María

DE CORAZÓN A CORAZÓN 
María Stma., aurora de los nuevos tiempos  
EDITORIAL Madre Adela Galindo, Fundadora, SCTJM

Queridos hermanos y hermanas:

El año 2000 se inició con gran alegría alrededor de todo el mundo entre cantos, velas, y bellos fuegos artificiales. Muchos esperamos el nuevo año en oración entregándolo a Cristo, Rey y Señor de la historia humana. El Santo Padre, desde su ventana, ante una muchedumbre de jóvenes que esperaron el año en la Plaza de la Basílica de San Pedro, nos dio un mensaje muy necesario para recordarle al mundo el verdadero sentido de este tiempo: “A los ojos de la fe, el tiempo se reviste así de un significado religioso, más aún en el curso del Año Jubilar apenas iniciado. Cristo es el Señor del tiempo. Cada instante del tiempo humano está bajo el signo de la redención del Señor, que ha ingresado, de una vez y para siempre.... Tú, Cristo, fin de la historia humana, eres el punto focal de las expectativas de cada ser humano. A ti pertenecen los años y los siglos. Tuyo es el tiempo, oh Cristo, que eres el mismo ayer, hoy y siempre.”

El Santo Padre nos recordó el sentido cristiano del tiempo. “En la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer” (Gal 4,4). El tiempo ha llegado a su plenitud porque Dios se encarnó y entró en el. Dios actúa en el tiempo y manifiesta su presencia y providencia dentro del tiempo humano. Es por esto, que el Señor escoge momentos o “tiempos” específicos para manifestar su gracia de manera particular como lo es este Año Santo.

Creo que es necesario notar un detalle providencial y trascendental de este 1ro de enero del 2000. El inicio de este nuevo siglo y de este nuevo año de transición al nuevo milenio, se dio en un día profundamente mariano. Este 1ro de enero, además de ser la Solemnidad de María Madre de Dios, fue también, primer sábado de mes, dedicado al Inmaculado Corazón de María. ¡Qué providencial! ¿No es acaso este Año Santo la conmemoración del nacimiento del Salvador? ¿No es acaso la Santísima Virgen la primera en acoger en Su Corazón el misterio de la Encarnación? El Señor ha querido que iniciemos esta nueva etapa de la historia dirigiendo la mirada a Aquella que ha abierto, de par en par, la puerta de su Corazón al Redentor y se convirtió por esto, en la portadora, por excelencia, de Cristo para la humanidad.

Precisamente el 1ro de enero del 2000, en esta solemnidad mariana, el Santo Padre abrió la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor, la primera en Occidente dedicada a la Madre de Cristo. En su homilía el Sumo Pontífice nos dijo: “Si la plenitud de los tiempos consiste en la llegada del Hijo de Dios, nacido de mujer, debemos recordar que María ha contribuido a la llegada de la plenitud de los tiempos; ha contribuido de modo singular a hacer que el tiempo humano llegase a la medida de la plenitud en la Encarnación del Verbo.” Si Ella, contribuye de modo único en esta plenitud de los tiempos, podemos deducir, que el Señor le ha encomendado a María Santísima, como Madre de Cristo y de la Iglesia, ejercer su cuidado maternal en los eventos de la historia humana.

El Santo Padre concluyó diciendo: “Confiamos a tu cuidado materno los días del año nuevo, el futuro de la Iglesia, de la humanidad, del universo entero.” También en la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro que dio inicio al Jubileo, nos confió a la Santísima Virgen: “María, aurora de nuevos tiempos, quédate junto a nosotros, mientras con confianza en tu cuidado maternal, recorremos los primeros pasos del Año Jubilar”. Y el Día de Reyes: “Al inicio de este nuevo año, mientras vivimos intensamente el gran Jubileo, confiamos a María, “estrella de la mañana”, la misión evangelizadora de la Iglesia y el camino de los cristianos hacia la plena unidad querida por Nuestro Redentor”.

Su Santidad Juan Pablo II, parece revelar con estos sencillos actos de confianza y entrega a la Santísima Virgen, un camino seguro para vivir este Año Santo. Hay que estar junto a María Santísima, dentro de su Corazón Inmaculado, dejándonos guiar por Ella, para que Ella nos lleve mas de cerca a la contemplación del misterio de la Encarnación, misterio del cual Ella es partícipe de una manera única y singular. Qué todos confiemos nuestra vida, nuestra historia, nuestros años y circunstancias al cuidado maternal de María Santísima. Qué junto a Ella y con Ella, recorramos el camino de este gran año Jubilar, año de gracia y misericordia.

¡Qué este milenio sea de los Dos Corazones!

 OTRAS SECCIONES:
En el Corazón de la Iglesia Nos Habla el Corazón del Papa Corazones que Arden de Amor
Conozcamos el Corazón de JesúsEn el Corazón de María


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