CONOZCAMOS
SU CORAZÓN
Los misterios de la Pasión del Señor nos revelan los sufrimientos y
el amor de Su Corazón.
De la Contemplación de Su Cuerpo a la Contemplación de Su Corazón
Leemos en Isaías 53: "No tenía apariencia ni presencia; le
vimos y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y
desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno
ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en
cuenta." Cuando meditamos en este pasaje del profeta Isaías,
aparece ante nuestros ojos la condición tan lastimosa en la que quedó
el cuerpo santo de Jesús en su pasión. Y si su cuerpo estaba tan
destrozado, ¿cómo estaría Su Corazón?
Los golpes, heridas y dolores de su Cuerpo son la expresión externa
de lo que sucedía en Su Corazón. En muchas ocasiones, como lo
atestiguan los escritos de Santa Margarita María, el Señor le
expresaba lo que Su Corazón sentía en aquellos momentos. Un día,
refiriéndose a su agonía en Getsemaní le decía: "Fue aquí
donde sufrí más que en el resto de Mi Pasión, viéndome totalmente
abandonado por el Cielo y por la tierra, y cargado con todos los pecados
de los hombres. Aparecí ante la santidad de Dios quien, a pesar de Mi
inocencia, me aplastó con su cólera, haciéndome tomar el cáliz que
contenía toda la amargura de su justa indignación. Y como si se
hubiese olvidado del nombre de Padre, me sacrificó a su justo enojo.
Ninguna criatura podrá comprender la violencia de las torturas que
padecí en ese momento."
Y, todo, por Amor...
Fue Su amor infinito por la humanidad lo que le movió a padecer
tanto por los hombres. Fue Su amor el que le sostuvo, hasta el final;
fue el amor el que lo impulsó a entregarse a sí mismo,
voluntariamente, por nosotros (cf. Jn 10:17-18). En su encíclica sobre
el Sagrado Corazón nos dice el Papa Pío XII: "...colgado ya en
la cruz el Divino Redentor, es cuando siente cómo Su Corazón se trueca
en impetuoso torrente, desbordado en los más variados y vehementes
sentimientos, esto es, de amor ardentísimo, de angustia, de
misericordia, de encendido deseo, de serena tranquilidad." (Haurietis
aquas #17).
Este amor ardiente del Corazón de Jesús llegó a su culmen cuando
el soldado le traspasó con la lanza. El Corazón Traspasado de
Cristo, desde ese momento, se ha convertido en el signo más elocuente
de su amor y entrega por la humanidad. El Papa Pío XII nos dice "...el
amor de Jesucristo, revela en el sacrificio del Gólgota, del modo más
elocuente, el amor mismo de Dios. En esto hemos conocido el amor de
Dios: en que dio su vida por nosotros; y así nosotros debemos dar la
vida por nuestros hermanos (1 Jn 3:16)." ( Haurietis aquas #
20).
El Corazón Traspasado es el signo de nuestra salvación, donde se
resume el misterio del amor de Dios por la humanidad. Es el misterio del
amor y del sufrimiento del Hijo de Dios. Estamos llamados a imitar y
compartir este misterio en nuestras vidas y nuestro corazón para que al
final de nuestros días, podamos junto con Él, resucitar y vivir en la
plenitud del amor, en el Reino de Su Corazón.
El Señor Resucito ... Aleluya