ENFERMOS
Día de los enfermos: 11 de febrero,

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Virgen de Lourdes patrona de los enfermos
Mensaje de Juan Pablo II a los enfermos

Testimonio de un tetraplégico

Enfermos en condiciones muy precarias -Benedicto XVI:
Se cuestiona: ¿tiene aún sentido la existencia de un ser humano que discurre en condiciones muy precarias porque es anciano y está enfermo? ¿Por qué, cuando el desafío de la enfermedad se hace dramático, seguir defendiendo la vida, sin aceptar más bien la eutanasia como una liberación? ¿Es posible vivir la enfermedad como una experiencia humana que hay que asumir con paciencia y valor?

Con estas preguntas debe medirse quién está llamado a acompañar a los ancianos enfermos, especialmente cuando parecen no tener ya posibilidades de curación. La actual mentalidad eficientista tiende con frecuencia a marginar a estos hermanos y hermanas nuestras que sufren, casi como si fueran sólo un «peso» y «un problema» para la sociedad. Quien tiene sentido de la dignidad humana sabe que, en cambio, hay que respetarles y sostenerles mientras afrontan serias dificultades ligadas a su estado. Es incluso justo que se recurra también, cuando es necesario, al empleo de cuidados paliativos, los cuales, aunque no pueden curar, son capaces sin embargo de aliviar los sufrimientos que se derivan de la enfermedad. Siempre, con todo, junto a las indispensables atenciones clínicas, es necesario mostrar una capacidad concreta de amar, porque los enfermos tienen necesidad de compresión, de consuelo y de constante aliento y acompañamiento. Los ancianos, en particular, deben ser ayudados a recorrer de manera consciente y humana el último tramo de la existencia terrena, para prepararse serenamente a la muerte, que –los cristianos lo sabemos— es un tránsito hacia el abrazo del Padre celestial, lleno de ternura y de misericordia.

Desearía añadir que esta necesaria solicitud pastoral hacia los ancianos enfermos no puede dejar de involucrar a las familias. En general es oportuno hacer cuanto sea posible para que sean las propias familias las que acojan y se hagan cargo de ellos con afecto reconocido, de forma que los ancianos enfermos puedan pasar el último período de la vida en su casa y prepararse a la muerte en un clima de calor familiar. También cuando fuera necesario el ingreso en estructuras sanitarias, es importante que no decaiga el vínculo del paciente con sus seres queridos y su propio entorno. Que en los momentos más difíciles, el enfermo, sostenido por la atención pastoral, sea alentado a encontrar la fuerza para afrontar su dura prueba en la oración y con el consuelo de los Sacramentos. Que esté rodeado de hermanos en la fe, dispuestos a escucharle y a compartir sus sentimientos. Es éste, realmente, el verdadero objetivo de la atención «pastoral» de las personas ancianas, especialmente cuando están enfermas, y más todavía si lo están gravemente.
Texto completo:
Con Cristo «es posible afrontar y superar toda prueba física y espiritual»  Benedicto XVI, 17 XI 07


Tratamiento de Pacientes en Estado de
Gravedad

"El verdadero cometido de la medicina es "curar si es posible,
pero prestar asistencia siempre" (to cure if possible, always
to care)" -Juan Pablo II

 

Los avances médicos han hecho posible procedimientos
que prolongan la vida cada vez mas. Esto ha traído mucho
bienestar pero hay que prevenir el riesgo de querer manipular
la vida humana. No podemos olvidar que Dios es el Señor de
toda vida humana y los medios a nuestra disposición se deben someter a la moral. Aquí presentamos algunos principios fundamentales para ayudar al católico en casos difíciles.

1- La vida y el sufrimiento siempre tienen valor.

La vida es un don de Dios que debemos respetar. Los que abogan por la eutanasia han perdido de vista que la vida siempre tiene valor.

Es aceptable que tratemos de aminorar el sufrimiento, pero este también tiene un gran valor. Por medio del sufrimiento nos unimos a la pasión de Cristo y su poder redentivo. El ofrecimiento a Dios del sufrimiento y la enfermedad con amor, no solo purifica al enfermo, ayudándole a dejar atrás la vida de pecado y crecer en santidad, sino que también purifica a los familiares y a los que cuidan del enfermo. El sufrimiento le da al enfermo una oportunidad de ofrecerse por el bien espiritual de otros. Así, lo que parece en el momento una carga muy difícil, en la perspectiva del cielo lo veremos como una gracia.

2- La eutanasia es matar, sea por acción u omisión. Por lo tanto es contraria a la moral.
Los que abogan por la eutanasia o el suicidio asistido sostienen que, cuando es muy grande el deterioro físico, mental o emocional, la vida pierde valor hasta el punto que no vale la pena vivirla. Así se ha llegado a crear un "derecho a una dulce muerte".  Según ellos esta "dulce muerte" es la solución ante el sufrimiento y los problemas de una larga enfermedad. Esta posición es contraria a la moral cristiana.

Hay quienes dice que no vale la pena vivir si no es posible la suficiente "calidad de vida".  Respuesta del Juan Pablo II: "Siento el deber de reafirmar con vigor que el valor intrínseco y la dignidad personal de todo ser humano no cambian, cualesquiera que sean las circunstancias concretas de su vida. Un hombre, aunque esté gravemente enfermo o se halle impedido en el ejercicio de sus funciones más elevadas, es y será siempre un hombre; jamás se convertirá en un "vegetal" o en un "animal". -  Admitir que se puede decidir sobre la vida del hombre basándose en un reconocimiento exterior de su calidad equivale a reconocer que a cualquier sujeto pueden atribuírsele desde fuera niveles crecientes o decrecientes de calidad de vida, y por tanto de dignidad humana, introduciendo un principio discriminatorio y eugenésico en las relaciones sociales... ." 20-III-04 >>

Como cristianos creemos que todo ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios, quien nos da la vida como un don. De aquí procede que todo ser humano tiene una dignidad inherente y permanente. Ninguna circunstancia, no importa cuan difícil y dolorosa y ningún estado físico o mental puede rebajar esa dignidad o quitarle valor a la vida. El hecho de que el paciente esté grave o sufriendo o tenga una enfermedad incurable o esté en estado "vegetativo", no se puede utilizar como justificación para matarle. El matar deliberadamente, aun cuando la intención sea ponerle "fin al sufrimiento", es eutanasia, un grave mal. Se trata de un asesinato, aunque esté legalizado por la ley civil. Solo Dios tiene derecho sobre la vida y la muerte. Dios nos ha dado conciencia de nuestra mortalidad no para ejercer poder sobre ella sino para que nos preparemos bien a la vida eterna.

3-Medios ordinarios y extraordinarios para mantener la vida.

El Papa Pío XII declaró que hay obligación de usar los medios ordinarios pero no los extraordinarios.

¿Cómo distinguimos entre los procedimientos ordinarios y los extraordinarios?  

Es cierto que la distinción no es siempre clara, pero si tenemos alguna base para discernir en la mayoría de los casos. Un procedimiento es extraordinario cuando sus beneficios no guardan "proporción" con el mal que ocasiona al paciente.

Por ejemplo, en casos de un paciente desahuciado, algunas operaciones y tratamientos traumatizan o causan excesivo dolor pero no ofrecen esperanzas realistas de recuperación sino solo una corta prolongación de la vida. Hay que pesar el grado de complejidad y riesgo, su impacto físico y emocional en el paciente y los resultados que se pueden anticipar.

Hay que preguntarse: ¿Qué se logra con el tratamiento?, ¿De todas formas morirá el paciente en cuestión de días o semanas a pesar del tratamiento?, ¿Cuáles son las alternativas de tratamiento?.

Abstenerse de usar métodos extraordinarios no equivale a la eutanasia. La Iglesia no exige que se recurra a tratamientos extraordinarios que pueden ser difíciles, largos o muy costosos. La opción de no usar medios extraordinarios y desproporcionados NO es lo mismo que eutanasia o suicidio asistido. La eutanasia y el suicidio asistido son acciones (Ej: envenenar, inyección letal, etc.) u omisiones (Ej: negar alimento, agua, oxígeno).

4- Agua, oxigeno y alimento

En general, la hidratación (agua), el oxigeno y el alimento son medios ordinarios para mantener la vida y por lo tanto no se pueden negar al paciente, aun cuando se ofrecen por medios artificiales.

Del Magisterio de Juan Pablo II:

El enfermo en estado vegetativo, en espera de su recuperación o de su fin natural, tiene derecho a una asistencia sanitaria básica (alimentación, hidratación, higiene, calefacción, etc.), y a la prevención de las complicaciones vinculadas al hecho de estar en cama. Tiene derecho también a una intervención específica de rehabilitación y a la monitorización de los signos clínicos de eventual recuperación.

En particular, quisiera poner de relieve que la administración de agua y alimento, aunque se lleve a cabo por vías artificiales, representa siempre un medio natural de conservación de la vida, no un acto médico. Por tanto, su uso se debe considerar, en principio, ordinario y proporcionado, y como tal moralmente obligatorio, en la medida y hasta que demuestre alcanzar su finalidad propia, que en este caso consiste en proporcionar alimento al paciente y alivio a sus sufrimientos.
-Juan Pablo II.  R
ecomiendo lea el texto completo de esta enseñanza.

5-Sobre el cuidado de los moribundos, el Catecismo enseña:

2299 A los moribundos se han de prestar todas las atenciones necesarias para ayudarles a vivir sus últimos momentos en la dignidad y la paz. Deben ser ayudados por la oración de sus parientes, los cuales cuidarán que los enfermos reciban a tiempo los sacramentos que preparan para el encuentro con el Dios vivo.


Atención espiritual
El paciente no solo tiene el derecho del cuidado físico sino también del espiritual.
Lo mas importante que podemos hacer por un ser querido es ayudarle con nuestras oraciones y cuidados espirituales.  Los cristianos enfermos deben procurar en primer lugar la salud de su alma ofreciendo todo los sufrimientos en unión a los de Cristo. 

Si el paciente está cerca de la muerte no debemos engañarle haciéndole creer que todo anda bien. Se trata de un tiempo de suma importancia para que el paciente se prepare ante Dios. ¡Se está decidiendo su vida eterna!. El enfermo debe recibir la Confesión y la Comunión con frecuencia si está en condiciones de hacerlo.

La Unción de los Enfermos se debe recibir tan pronto se sepa que hay enfermedad seria. Hay que explicar que este sacramento no es solo para pacientes desahuciados. No es solo para ayudar el bien morir. Al entregarnos en las manos de Dios estamos abiertos a la curación o, si Dios lo permite, a llevar la cruz de la enfermedad con gracia y para nuestro mayor bien.

Recemos con el enfermo el rosario y otras oraciones, meditemos la Biblia. Debemos recordar que estamos con Nuestro Señor, la Santísima Virgen y San José, patrón de la buena muerte. Ellos están siempre con el enfermo cuando este está en gracia de Dios. 

-Padre Jordi Rivero

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