Para entender bien el significado de la
consagración total a la Stma. Virgen María, es necesario reconocer
su misión como Medianera de todas la Gracias. El Concilio Vaticano II
le confirió a la Virgen el título de Medianera, entendido como
subordinado a la única mediación del Único Redentor, Jesucristo:
"La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio (de
Medianera) subordinado, lo experimenta continuamente y lo recomienda
al amor de los fieles, para que apoyados en esta protección maternal,
se unan más íntimamente al Mediador y Salvador" (LG, n. 62).
El Papa Pío XI fue el primer Papa que se dirigió a la Virgen bajo
el título de "...Medianera y Reconciliadora del mundo con su
Hijo Unigénito, ornamento de la Iglesia más radiante y bello y su
más poderosa defensa."
El Papa Pablo VI, en su Exhortación Apostólica, Marialis
Cultus, nos explicó la razón por la cual todo cristiano debe
permitirle a la Virgen un lugar central en su vida de amor y de fe,
ya que como Medianera, es Auxilio de los Cristianos:
"Cristo es el único camino al Padre. Cristo es el modelo
supremo al que el discípulo debe conformar la propia conducta, hasta
lograr tener sus mismos sentimientos, vivir de su vida y poseer su
Espíritu: esto es lo que la Iglesia ha enseñado. Pero la Iglesia,
guiada por el Espíritu Santo y amaestrada por una experiencia
secular, reconoce que también la piedad a la Stma. Virgen, de modo
subordinado, constituye una fuerza renovadora de la vida cristiana. La
misión maternal de la Virgen empuja al pueblo de Dios a dirigirse con
confianza a Aquella que está siempre dispuesta a acogerlo con afecto
de madre y con eficaz ayuda de auxiliadora."