¿Hay
Salvación fuera de la Iglesia?
"extra ecclesiam nulla salus"
Ver
también:
-El Catecismo de la Iglesia sobre este tema
>>>
-La Unicidad y
Universalidad Salvífica de Cristo y de la Iglesia. JPII
-¿Todas
las religiones son iguales?
-Jesús salvador
único
Book: Salvation Outside the Church? Tracing the History of the
Catholic Response, by Jesuit Father Francis A. Sullivan (Paulist
Press, 1992)
¿Salvación
fuera de la Iglesia?
El Padre
Peter
Stravinskas
en su artículo
Can
outsiders be saved?
analiza el tema de la salvación fuera de
la Iglesia y la doctrina católica. Les ofrezco mi resumen en
español. -Padre Jordi Rivero.
San
Pedro dijo: "Porque
no hay bajo el cielo otro nombre
(que Jesús)
dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.»
-Hechos
4,12.
Como otras enseñanzas, esta debe ser entendida a la luz de toda la
Sagrada Escritura y de la sabiduría que el Espíritu Santo da a su
Iglesia a través de los siglos. Ver: desarrollo de la
doctrina
San Pablo en 1 Tim 2,4: (Dios) que quiere que todos
los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.
¿Cómo se reconcilia este deseo de Dios con lo dicho arriba por S.
Pedro y el hecho de que tanta gente muere sin conocer a Jesús?
Los Santos Padres enseñaron que no hay salvación
fuera de la Iglesia. Cipriano, por ejemplo, dijo: "No puedes tener a
Dios como Padre si no tienes a la Iglesia como madre". Sin embargo
estas enseñanzas se referían a aquellos que, habiendo conocido la fe
verdadera, la rechazaron.
San Agustín pensaba que, habiéndose proclamado el
Evangelio en todas partes, los judíos y otros que no aceptaban a
Jesús serían condenados. Esta enseñanza tuvo mucha influencia porque
la Iglesia buscaba la interpretación correcta de lo dicho por S.
Pedro. Pero la interpretación de S. Agustín no llegó a ser
universalmente aceptada. Hemos de recordar que aun los Padres y los
santos cometen errores en aquella materia que no está claramente
definida.
Más
tarde
Santo
Tomás
de
Aquino
también enseñó sobre la necesidad de pertenecer a la Iglesia para
salvarse pero al mismo tiempo enseñó sobre la posibilidad del
"bautismo
de deseo":
Uno puede obtener salvación sin ser de hecho bautizado,
si la
persona deseó el bautismo, tal deseo es el resultado de la fe que
actúa por medio de la caridad, por la que Dios, cuyo poder no está
atado a los sacramentos visibles, santifica la persona
interiormente.
(ref.:
Summa Theologiae III, q.68, a.2).
El
Papa Pío
IX
en
Singulari Quadam
enseñó la doctrina de "no salvación fuera de la Iglesia" con algunos
importantes matices. Enseñó, por ejemplo que algunos trabajan en "ignorancia
invencible" sobre nuestra religión pero observan con
perseverancia la ley natural y sus preceptos que Dios ha "inscrito
en el corazón de todos". Estos están listos para obedecer a Dios y
viven una vida honesta y recta por lo que pueden, por la obra de la
luz divina y la gracia, alcanzar la vida eterna".
Ochenta años después de la encíclica de
Pío IX,
el Papa Pío
XII
publicó
Mystici
Corporis
en
1943.
En ella
enseña que los que están fuera de la Iglesia Católica deben ser
prestos en seguir las mociones interiores de la gracia y rescatarse
de ese estado en el que no pueden estar seguros de su propia
salvación.
Porque,
aunque, en cierto deseo inconsciente ellos puedan estar relacionados
al Cuerpo Místico del Redentor, pueden quedar desprovistos de tantos
y tan poderosos dones y ayudas del cielo que sólo pueden gozar
dentro de la Iglesia Católica.
En
1949, una carta del Santo Oficio al Arzobispo
Cushing
hace referencia a la encíclica de
Pío
XII:
El Papa censura a aquellos que
excluyen de la salvación eterna a todos los hombres que se adhieren
a la Iglesia sólo con un deseo implícito;
también censura a aquellos que
falsamente mantienen que los hombres pueden salvarse igualmente
en
todas las religiones".
Entre
los Concilios Vat. I y Vat. II, el teólogo
Ives
Congar
enseñó que
"elementos"
de la
única Iglesia verdadera existen fuera de sus fronteras visibles.
Otro teólogo,
Henri
de Lubac
continuó esa
línea. Ambos fueron
periti
(Latín
"expertos")
oficiales en el
Vaticano
II y
ambos han sido nombrados cardenales por el Papa Juan Pablo II.
El Concilio Vaticano II no cambió la doctrina sino
que cristalizó casi 1900 años de desarrollo teológico.
En
Lumen
Gentium
el Concilio confirmó la doctrina de que la Iglesia es necesaria para
la salvación porque Cristo, hecho presente para nosotros en Su
Cuerpo, que es la Iglesia,
es
el único
Mediador
y
único camino de salvación. La Iglesia es el
"sacramento
universal de salvación". Toda salvación viene por la Iglesia de
Cristo, fuera de esta gracia no hay esperanza de vida eterna. Esta
verdad debe entenderse en conjunto con lo siguiente:
Refiriéndose
a los cristianos no católicos, el Decreto sobre el Ecumenismo
enseñó que ellos también llevan a cabo muchas acciones sagradas de
nuestra religión cristiana. Estas acciones pueden verdaderamente
engendrar una vida de gracia y pueden proveer acceso a la comunidad
de salvación. Aunque tienen defectos, estas comunidades
no
carecen de significado e importancia en el misterio de salvación ya
que el Espíritu de Cristo las utiliza como medio de salvación. Pero
estos medios de salvación derivan su eficacia de la misma plenitud
de gracia y verdad confiados a la Iglesia Católica.
Juan Pablo II en La
Unicidad y Universalidad Salvífica de Cristo y de la Iglesia:
En conexión con la unicidad de la mediación salvífica de Cristo se
encuentra la unicidad de la Iglesia por Él fundada. En efecto, el
Señor Jesús constituyó su Iglesia como realidad salvífica: como su
Cuerpo, mediante el cual Él mismo obra en la historia de la
salvación. Así como existe un solo Cristo, existe un solo Cuerpo:
«una sola Iglesia católica y apostólica» (cf. Símbolo de la fe, DS
48). El Concilio Vaticano II dice al respecto: «El santo Concilio
enseña, apoyándose en la Sagrada Escritura y la Tradición, que esta
Iglesia peregrina es necesaria para la salvación» (Lumen gentium,
14).
Es verdad que los no cristianos -lo ha recordado el
Concilio Vaticano II- pueden «conseguir» la vida eterna «bajo el
influjo de la gracia», si «buscan a Dios con corazón sincero» (Lumen
gentium, 16). Pero en su búsqueda sincera de la verdad de Dios,
ellos de hecho están «ordenados» a Cristo y a su Cuerpo, la Iglesia
(ver allí mismo). Se encuentran, por tanto, en una situación
deficitaria, si se compara con la de aquellos que, en la Iglesia,
tienen la plenitud de los medios salvíficos. Así se entiende que,
siguiendo el mandato del Señor (ver Mt 28,19-20) y como exigencia
del amor a todos los hombres, la Iglesia «anuncia, y tiene la
obligación de anunciar incesantemente a Cristo que es "el Camino, la
Verdad y la Vida" (Jn 14,6), en quien los hombres encuentran la
plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo
todas las cosas» (Nostra aetate, 2).