CONOZCAMOS
SU CORAZÓN
Es
dentro del Corazón de Jesús donde deseamos contemplar el misterio de
la Encarnación durante este último mes del Año Jubilar.
La
Verdadera Puerta Santa es la Llaga del Corazón traspasado de Jesús”
Estas
palabras del Cardenal Etchegaray, al inicio del Año Jubilar, resuenan
con mayor poder en este momento en el que nos adentramos en el último
mes del año de gracia y misericordia.
La
llaga del Corazón de Cristo se ha abierto de par en par, para derramar
su gracia sobreabundantemente, invitándonos al mismo tiempo a
adentrarnos dentro de Su Corazón; esta gracia se revela precisamente al
contemplar al Hijo de Dios, hecho hombre por nosotros, para darnos la
salvación.
En
el misterio de la Encarnación vemos como Dios ha manifestado su amor
por los hombres de tal forma
que tomó para sí un corazón de carne para amarnos no sólo con
amor divino sino también con amor humano.
Él nos ha amado con un corazón humano. ¡Qué gracia! ¡Qué
misterio!
Y
es dentro de Su Corazón, donde podremos llegar a comprender el misterio
de la Encarnación, el cual es, en verdad, un misterio de amor y
de vida.
Misterio
de Amor, porque
“Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el
que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” ( Jn
3:16).
El amor desea la compañía del amado, desea que el amado goce
también de su bienaventuranza, de su fortuna, de su felicidad.
Y por tanto, Dios, el Sumo Bien, se hace hombre para que el
hombre pudiera hacerse como Dios, y así gozar de su propia vida divina.
Y para lograr este designio de bondad, el Amor esta dispuesto a
darlo todo, incluso hasta su propia vida: “Nadie tiene mayor amor
que el que da la vida por sus amigos.” (Jn 15:13) Y como prueba de
que Su Amor Humano y Divino es el mayor posible, Cristo abre Su Corazón
y derrama sangre.
La Preciosa Sangre de Cristo, que brota de Su Corazón
traspasado, es el símbolo por excelencia del amor de Dios para el
hombre, del Dios que busca el amor del hombre.
Este es el Misterio del Amor.
Misterio
de Vida, porque Él
ha venido al mundo para
“darnos vida, y vida en abundancia”(cf. Jn 10:10).
En Cristo esta “la vida del mundo”. (Jn 1:4) Él nos
da esa vida al ofrecernos e injertarnos en la verdad, haciéndose Él
mismo, camino, luz, y guía.
Para el hombre, la vida no es solamente una realidad física,
conlleva mucho mas.
El hombre es la única criatura que ha sido creada con cuerpo y
con alma.
Todo ser creado en este mundo, participa de la vida física, pero
solamente los que están en Cristo participan de la vida del alma.
Cristo nos enseñó cómo Su Corazón es la fuente de la vida del
hombre, cuando de Su Corazón traspasado brotó agua.
El agua es el símbolo de la nueva regeneración dado al hombre
como fruto de Su inmolación en la Cruz, donde ya el hombre no es “nacido
de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino que es
nacido de Dios” (cf. Jn 1: 13).
Este
doble Misterio de Amor y Vida brota del Corazón Traspasado de Cristo,
que comienza a latir desde el momento de la Encarnación.
Es por esto que en este último mes del Año Jubilar hemos de
contemplar el misterio de la Encarnación desde el interior del Corazón
de Jesús, donde podremos llegar a comprender “cual
es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, del amor de
Cristo”
(cf. Ef 3:18), manifestado a nosotros.