En
el nuevo milenio que comienza, hemos de
cultivar de manera particular las tres virtudes teologales:
fe, esperanza y caridad. El
Catecismo Universal de la Iglesia nos enseña sobre estas virtudes.
Sobre
la Fe: "Nuestra
vida moral tiene su fuente en la fe en Dios que nos revela su amor. S. Pablo habla de la "obediencia de la fe" (Rm 1:5)
como la primera obligación. Hace
ver en el "desconocimiento de Dios" el principio y la
explicación de todas las desviaciones morales (cf. Rm 1: 18).
Nuestro deber para con Dios es creer en El y dar testimonio de
El."
Sobre
la Esperanza: "Cuando
Dios se revela y llama al hombre, éste no puede responder plenamente
al amor divino por sus propias fuerzas.
Debe esperar que Dios le dé la capacidad de devolverle el amor
y de obrar conforme a los mandamientos de la caridad.
La esperanza es aguardar confiadamente la bendición divina y
la bienaventurada visión de Dios; es también el temor de ofender el
amor de Dios y de provocar su castigo.
Sobre
la Caridad: La
virtud de la caridad es la más excelsa de todas las virtudes como
también el fin a la que tienden.
La caridad es la plenitud de la ley de la obra de conversión.
Es en el propio Corazón de Jesús donde podemos palpar y
contemplar la supremacía de la caridad.
Nos
dice el Catecismo: "La
fe en el amor de Dios encierra la llamada y la obligación de
responder a la caridad divina mediante un amor sincero.
El primer mandamiento nos ordena a amar a Dios sobre todas las
cosas y a las criaturas
por El y a causa de El.