CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO AL PRIMER MINISTRO DEL REINO UNIDO DAVID CAMERON CON OCASIÓN DE LA CUMBRE DEL G8 Al honorable David Cameron, MP Me complace responder a su amable carta del 5 de junio de 2013, con la que ha querido informarme acerca de la agenda de Su Gobierno para la Presidencia británica del G8 durante el año 2013 y la próxima Cumbre, prevista en Lough Erne, los días 17 y 18 de junio de 2013, bajo el lema «A G8 meeting that goes back to first principles». A fin de que ese tema alcance su más amplio y profundo significado, es necesario asegurar que toda actividad política y económica, nacional e internacional, haga referencia al hombre. En efecto, dichas actividades deben, por una parte, consentir la máxima expresión de la libertad y creatividad, individual y colectiva, y, por otro lado, promover y garantizar que las mismas se ejerzan siempre con responsabilidad y sentido de solidaridad, con atención especial a los más pobres. Las prioridades que la Presidencia británica ha fijado para la Cumbre de Lough Erne se refieren, sobre todo, al libre comercio internacional, al fisco y a la transparencia de los Gobiernos y de los agentes económicos. No falta, igualmente, una atención fundamental al hombre, que se concreta en la propuesta de una acción concertada del Grupo para eliminar definitivamente el flagelo del hambre y para garantizar la seguridad alimentaria. Igualmente, es signo de atención a la persona humana el hecho de que uno de los temas centrales de la agenda es la protección de las mujeres y los niños de la violencia sexual en situaciones de conflicto, si bien es preciso no olvidar que el contexto indispensable para el desarrollo de todas las acciones políticas mencionadas es el de la paz internacional. Lamentablemente, la preocupación por las graves crisis internacionales no falta nunca en las deliberaciones del G8, y este año no se podrá no considerar con atención la situación en Oriente Medio y, de manera especial, en Siria. Para esta última deseo que la Cumbre contribuya a obtener un cese del fuego inmediato y duradero, y a conducir a todas las partes en conflicto a la mesa de negociaciones. La paz exige una renuncia con amplitud de miras a algunas pretensiones, para construir juntos una paz equitativa y justa. Además, la paz es un requisito indispensable para la protección de mujeres, niños y demás víctimas inocentes, y para comenzar a erradicar el hambre, especialmente entre las víctimas de la guerra. Las acciones incluidas en la agenda de la Presidencia británica del G8, que desean apuntar a la legalidad como el hilo conductor del desarrollo, con los consiguientes compromisos para evitar la evasión fiscal y asegurar la transparencia y la responsabilidad de los gobiernos, son medidas que señalan las raíces éticas profundas de estos problemas, ya que, como bien había señalado mi predecesor, Benedicto XVI, la actual crisis global demuestra que la ética no es algo externo a la economía, sino que es parte integrante e ineludible del pensamiento y de la acción económica. Las medidas de gran alcance para garantizar un marco adecuado de legalidad que guíe todas las acciones económicas, como las medidas coyunturales urgentes para resolver la crisis económica mundial, deben ser guiadas por la ética de la verdad, que comprende, ante todo, el respeto a la verdad del hombre, quien no es un factor económico más, o un bien de descarte, sino que tiene una naturaleza y una dignidad no reducible a simples cálculos económicos. Por ello, la preocupación por el bienestar material y espiritual básico de todo hombre es el punto de partida de toda solución política y económica y la medida última de su eficacia y de su ética. Por otra parte, el fin de la economía y la política es precisamente el servicio a la humanidad, comenzando por los más pobres y débiles, dondequiera que se encuentren, incluso en el seno de su madre. Toda teoría o acción económica y política debe emplearse para suministrar a cada habitante de la tierra ese mínimo de bienestar que consienta vivir con dignidad, en la libertad, con la posibilidad de sostener una familia, educar a los hijos, alabar a Dios y desarrollar las propias capacidades humanas. Esta es la cuestión principal. Sin esta visión, toda la actividad económica no tendría sentido. En esta línea, los diversos y graves desafíos económicos y políticos que afronta el mundo de hoy requieren un cambio valiente de actitudes, que devuelva a la finalidad (la persona humana) y a los medios (la economía y la política) el lugar que les es propio. El dinero y los demás medios políticos y económicos deben servir y no regir, teniendo presente que la solidaridad gratuita y desinteresada es, de modo aparentemente paradójico, la clave del buen funcionamiento económico global. He querido compartir con usted, Primer Ministro, estos pensamientos, con el deseo de contribuir a poner de relieve lo que está implícito en todas las decisiones políticas, pero que a veces se puede olvidar: la importancia primordial de poner a la humanidad, a cada hombre y a cada mujer, en el centro de toda actividad política y económica nacional e internacional, porque el hombre es el recurso más auténtico y profundo de la política y de la economía y, al mismo tiempo, el fin primordial de las mismas. Señor Primer Ministro, con la esperanza de haber ofrecido una útil aportación espiritual a vuestras deliberaciones, formulo férvidos deseos de un fecundo resultado de los trabajos e invoco abundantes bendiciones para la Cumbre de Lough Erne y para todos los participantes, así como para las actividades de la Presidencia británica del G8 durante el año 2013; y aprovecho la ocasión para renovar mis mejores deseos y expresar mis sentimientos de estima. Vaticano, 15 de junio de 2013 FRANCISCO |
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