Santa Eduviges
1173-1243
Nació en Baviera hacia el año 1174; se casó con el príncipe de
Silesia, del que tuvo siete hijos. Llevó una vida de piedad,
dedicándose a socorrer a pobres y enfermos, fundando para ellos
lugares de asilo. Al morir su esposo, ingresó en el monasterio de
Trebnitz, donde murió el año 1243. Es tía de Santa Isabel de Hungría.
Fiesta: 16 de octubre
"Tendía siempre hacia Dios", de su vida escrita por un
contemporaneo
Hacia el año 1174 nació en Baviera la
niña Eduviges, hija del conde Bertoldo de Andechs. Sus padres la confiaron
a las religiosas del monasterio de
Kintzingen, en Franconia. Gertrudis, hermana de Eduviges, fue madre Santa Isabel de Hungría.
A
los doce años de edad, Eduviges contrajo matrimonio con el duque
Enrique de Silesia, quien sólo tenía dieciocho años. Dios los
bendijo con siete hijos. El esposo de Eduviges heredó el ducado a la
muerte de su padre, en 1202. Inmediatamente, a instancia de su esposa,
fundó el gran monasterio de religiosas cistercienses de Trebnitz, a
cinco kilómetros de Breslau. Se cuenta que todos los malhechores de
Silesia fueron ordenados a trabajar en la construcción del
monasterio, que fue el primer convento de religiosas en Silesia. El
duque y su mujer fundaron además otros muchos monasterios, con lo
cual no sólo propagaron en sus territorios la vida religiosa, sino
también la cultura germánica. Entre los monasterios fundados por los
duques, los había de cistercienses, de canónigos de San Agustín, de
dominicos y de franciscanos. Enrique fundó el Hospital de la Santa
Cruz en Breslau, y Santa Eduviges, un hospital para leprosas en
Neumarkt donde solía asistir personalmente a las enfermas.
Después del nacimiento de su último hijo, en
1209, Eduviges y su marido de mutuo acuerdo hicieron voto de
continencia perpetua. Según se cuenta, en su restantes treinta años de
vida, Enrique no volvió a llevar oro, plata o
púrpura.
Los hijos de Enrique y Eduviges les
hicieron sufrir mucho. En 1212, el duque repartió sus
posesiones entre Enrique y Conrado, sus hijos varones, pero ninguno de
los dos quedó contento con su parte. A pesar de que Santa Eduviges
hizo cuanto pudo por reconciliarlos, los dos hermanos y sus
partidarios trabaron batalla, y Enrique derrotó a su hermano Conrado.
Esa pena ayudó a Santa Eduviges a deplorar la vanidad de
las cosas del mundo y a despegarse más y más de ellas. De los siete
hijos solo Gertrudis sobrevivió a sus padres y fue abadesa de
Trebnitz.
A partir de 1209, la santa fijó su principal
residencia en el monasterio de Trebnitz, a donde solía retirarse con
frecuencia. Durante sus retiros, dormía en la sala común con las
otras religiosas y observaba exactamente la distribución. No usaba
más que una túnica y un manto, lo mismo en invierno que en verano y
llevaba, sobre sus carnes una camisa de pelo con mangas de seda para
que nadie lo sospechase. Como acostumbraba caminar hasta la Iglesia
con los pies desnudos sobre la nieve los tenía destrozados, pero
llevaba siempre en la mano un par de zapatos para ponérselos si
encontraba a alguien por le camino. Un abad le regaló en cierta
ocasión un par de zapatos nuevos y le arrancó la promesa de que los
usaría. Algún tiempo después, el abad volvió a ver a la santa
descalza y le preguntó donde estaban los zapatos. Eduviges los sacó
de entre los pliegues de su manto, diciendo: “Siempre los llevo
aquí”
En 1227, los duques Enrique de Silesia y
Ladislao de Sadomir se reunieron para organizar la defensa contra el
ataque del “svatopluk” de Pomerania. Pero el svatopluk se enteró
y cayó sobre ellos, precisamente durante la reunión y Enrique, que
estaba en el baño, apenas logró escapar con vida. Santa Eduviges
acudió lo más pronto posible a cuidar a su marido, pero éste había
partido ya con Conrado de Masovia para defender los territorios de
Ladislao, quien había perecido a manos del svatopluk. La victoria
favoreció a Enrique, el cual se estableció en Cracovia. Pero al poco
tiempo fue nuevamente atacado por sorpresa en Mass, y Conrado de Plock
le tomó prisionero. La fiel Eduviges intervino y consiguió que ambos
duques llegasen a un acuerdo, mediante el matrimonio de las dos nietas
de Enrique con los dos hijos de Conrado. Así se evitó el encuentro
entre ellos con gran regocijo de Santa Eduviges,
quien siempre hacía cuanto estaba de su mano para evitar el
derramamiento de sangre.
En 1238, murió el marido de Santa Eduviges y
fue sucedido por su hijo Enrique, apodado el “Bueno”. Cuando la
noticia de la muerte del duque llegó al monasterio de Trebnitz, las
religiosas lloraron mucho; Eduviges fue la única que permaneció
serena y reconfortó a las demás: ¿Por qué os quejáis de la
voluntad de Dios? Nuestras vidas están en sus manos, y todo lo que
Él hace está bien hecho, lo mismo si se trata de nuestra propia
muerte que de la muerte de los seres amados”. La santa tomó
entonces el hábito religioso de Trebnitz, pero no hizo los votos para
poder seguir administrando sus bienes en favor de los pobres. En
cierta ocasión, Santa Eduviges encontró a una pobre mujer que no
sabía el Padrenuestro y comenzó a enseñárselo; como la infeliz
aldeana no consiguiese aprenderlo, la santa la llevó a dormir a su
propio cuarto para aprovechar todos los momentos libres y repetirle la
oración hasta que la mujer consiguió aprenderla de memoria y
entender lo que decía.
En 1240, los tártaros invadieron Ucrania y
Polonia. El duque Enrique II les presentó la batalla cerca de
Wahlstadt. Se dice que los tártaros emplearon entonces gases
venenosos: “un humo espeso y nauseabundo brotaba en forma de
serpiente de unos tubos de cobre y embrutecía a los soldados polacos.”
Enrique pereció en la batalla. Santa Eduviges tuvo una revelación
sobre la muerte de su hijo tres días antes de que llegase la noticia
y dijo a su amiga Dermudis: “He perdido a mi hijo; se me ha escapado
de las manos como un pajarito y jamás volveré a verle.” Cuando el
mensajero trajo la triste noticia, Santa Eduviges consoló a su propia
hija
Gertrudis y a Ana, la esposa de Enrique.
Dios premió la fe de su sierva con el don de
milagros. Una religiosa ciega recobró la vista cuando la santa trazó
sobre ella la señal de la cruz. El biógrafo de Eduviges relata
varias otras curaciones milagrosas obradas por ella y menciona
diversas profecías de la santa, entre las que se contaba la de su
propia muerte. Durante su última enfermedad, aunque todos la creían
fuera de peligro, santa Eduviges pidió la
extremaunción. Murió en octubre de 1243 y fue sepultada en
Trebnitz. Su canonización se llevó a cabo en 1267. En 1706, la
fiesta de Santa Eduviges fue incluida en el calendario universal de la
Iglesia de occidente.
Fuente: Vidas de
Santos Tomo IV; Butler.