Consagración a los Corazones de Jesús y María- Del Continente Americano

CONSAGRACIÓN DEL CONTINENTE AMERICANO A LOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA
Escrita por Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM  (English version)

Consagración realizada por el Arzobispo de Santo Domingo, Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez
e
l 14 de mayo de 2005 en el Cenáculo de 40 Horas de Oración por América en Miami, Florida.


Oh Sagrado Corazón de Jesús, que has amado a la humanidad hasta el extremo, sin escatimar en nada por salvarnos y darnos tu amor, tu vida, tu gracia, tu luz y tu verdad. Eres la fuente abierta de donde manan, abundantemente, las gracias de salvación y de conversión. Eres la fuente abierta de donde manan los ríos de agua viva que purifican, transforman y revitalizan a toda la humanidad.

De tu Corazón traspasado, Oh Jesús, fluye con fuerza y poder, el don del Espíritu Santo para toda la humanidad. Es por esto, que el Continente Americano ante la Eucaristía desea consagrarse y entregarse completamente a tu Corazón, reconociendo que solo en la contemplación de tu Corazón Eucarístico, en la apertura a todos los designios de tu Corazón y a la disposición de ser formados para la santidad, podremos verdaderamente ser fieles a la gracia especialísima que hemos recibo al haber sido llamados por el Vicario de Cristo, el Continente de la Esperanza: el Continente del amor y de la Vida.

América, abre hoy de par en par las puertas de su corazón a Cristo Redentor y pide que cada uno de sus habitantes, sus líderes, sus familias, sus hombres y mujeres; sus jóvenes y niños; sus ancianos y enfermos, en fin, todos sus países y ciudades, y toda la Iglesia de América, experimente en plenitud la fuerza poderosa del Espíritu Santo, que viene a transformar, purificar y arrancar las piedras de nuestros corazones, para darnos corazones nuevos capaces de ser testigos ardientes del amor en este Tercer Milenio.

¡Qué el agua viva que brota de tu Corazón, renueve, alimente, purifique y revitalice al Continente Americano para que cumpla con amor, santidad y responsabilidad, la ardua misión que has puesto en sus manos. Que nuestro Continente, tan amante de la Eucaristía, sea signo luminoso ante el mundo entero del Reinado de tu Corazón: la civilización del amor., del Reinado de tu Corazón!

Oh Corazón Inmaculado de María, eres templo y santuario del Espíritu. En ti reside, con todo su poder y fuerza, la acción santificadora del Espíritu Santo. Tu eres su obra maestra y a la vez, su esposa. Tu presencia atrae el derramamiento del Espíritu en la Iglesia y en el mundo. Tu cercanía y oración materna tan evidente desde los inicios de la evangelización de este Continente, garantiza la presencia del Espíritu Santo y nos ayuda a mantenernos siempre dispuestos, con ardor misionero, a llevar el amor de Cristo a todas partes.

El Continente Americano, favorecido con el don de tu imagen materna grabada en la tilma de uno de nuestros indígenas, desea hoy consagrarse, Oh Virgen Santísima, a tu Corazón Inmaculado y Materno. Desea vivir dentro del Cenáculo espiritual de tu Corazón para que dentro de el, y acompañados siempre por tu intercesión y mediación maternal, viva un constante Pentecostés.

En virtud de esta consagración, Oh Corazón de María Santísima, América te pide, que nos guardes y protejas de todo peligro espiritual, físico y social. Cuídanos, Oh Madre, de toda confusión, de toda violencia, de toda infidelidad o indiferencia hacia nuestros hermanos. Qué nuestros corazones ardan con el fuego del Espíritu como arde tu Corazón. Que unidos a ti, que eres la portadora por excelencia de Cristo para el mundo, América sea instrumento especialísimo para dar a un mundo tan árido y frío, la alegría, el amor, la vida, la luz, la verdad y la paz del Salvador.

¡Oh Corazones de Jesús y de María, esperanza de América, esperanza de la humanidad! Esperanza porque en su perfecta comunión de amor por Dios y los hombres, se han entregado a la obra de la salvación del mundo. Hoy la Iglesia de América, el continente entero, se dispone con generosidad y humildad a participar de los designios de misericordia que los Dos Corazones están manifestando para el mundo entero. Que por el poder del Espíritu Santo, y por la fuerza de amor que fluye de los Corazones de Jesús y María, América, este continente Eucarístico y Mariano, sea instrumento fiel y eficaz para promover en todos los corazones, una nueva civilización de amor y vida. ¡Amén!

 

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