Catecismo de la Iglesia Católica #2168 - 2195
Artículo 3
El Tercer Mandamiento
«Recuerda
el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y
harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso
para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo» (Ex 20, 8-10;
cf Dt 5, 12-15).
«El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para
el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es Señor del
sábado» (Mc 2, 27-28).
I El día del sábado
2168 El tercer mandamiento del Decálogo proclama la
santidad del sábado: ‘El día séptimo será día de descanso
completo, consagrado al Señor’ (Ex 31, 15).
2169 La Escritura hace a este propósito memoria de la
creación: ‘Pues en seis días hizo el Señor el cielo y la tierra,
el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso
bendijo el Señor el día del sábado y lo hizo sagrado’ (Ex 20,
11).
2170 La Escritura ve también en el día del Señor un
memorial de la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto:
‘Acuérdate de que fuiste esclavo en el país de Egipto y de que
el Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo;
por eso el Señor tu Dios te ha mandado guardar el día del sábado’
(Dt 5, 15).
2171 Dios confió a Israel el sábado para que lo guardara
como signo de la alianza inquebrantable (cf Ex 31, 16). El
sábado es para el Señor, santamente reservado a la alabanza de
Dios, de su obra de creación y de sus acciones salvíficas en
favor de Israel.
2172 La acción de Dios es el modelo de la acción humana.
Si Dios ‘tomó respiro’ el día séptimo (Ex 31, 17), también el
hombre debe ‘descansar’ y hacer que los demás, sobre todo los
pobres, ‘recobren aliento’ (Ex 23, 12). El sábado interrumpe los
trabajos cotidianos y concede un respiro. Es un día de protesta
contra las servidumbres del trabajo y el culto al dinero (cf Ne
13, 15-22; 2 Cro 36, 21).
2173 El Evangelio relata numerosos incidentes en que
Jesús fue acusado de quebrantar la ley del sábado. Pero Jesús
nunca falta a la santidad de este día (cf Mc 1, 21; Jn 9, 16),
sino que con autoridad da la interpretación auténtica de esta
ley: ‘El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre
para el sábado’ (Mc 2, 27). Con compasión, Cristo proclama que
‘es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una
vida en vez de destruirla’ (Mc 3, 4). El sábado es el día del
Señor de las misericordias y del honor de Dios (cf Mt 12, 5; Jn
7, 23). ‘El Hijo del hombre es Señor del sábado’ (Mc 2, 28).
II El día del Señor
¡Este es el día que ha hecho el Señor, exultemos y gocémonos en
él! (Sal 118, 24).
El día de
la Resurrección: la nueva creación
2174 Jesús resucitó de entre los muertos ‘el primer día
de la semana’ (Mt 28, 1; Mc 16, 2; Lc 24, 1; Jn 20, 1). En
cuanto es el ‘primer día’, el día de la Resurrección de Cristo
recuerda la primera creación. En cuanto es el ‘octavo día’, que
sigue al sábado (cf Mc 16, 1); Mt 28, 1), significa la nueva
creación inaugurada con la resurrección de Cristo. Para los
cristianos vino a ser el primero de todos los días, la primera
de todas las fiestas, el día del Señor (‘Hè kyriakè hèmera’,
‘dies dominica’), el ‘domingo’:
Nos reunimos todos el día del sol porque es el primer día (después
del sábado judío, pero también el primer día), en que Dios,
sacando la materia de las tinieblas, creó al mundo; ese mismo
día, Jesucristo nuestro Salvador resucitó de entre los muertos
(S. Justino, Apol. 1,67).
El domingo,
plenitud del sábado
2175 El domingo se distingue expresamente del sábado, al
que sucede cronológicamente cada semana, y cuya prescripción
litúrgica reemplaza para los cristianos. Realiza plenamente, en
la Pascua de Cristo, la verdad espiritual del sábado judío y
anuncia el descanso eterno del hombre en Dios. Porque el culto
de la ley preparaba el misterio de Cristo, y lo que se
practicaba en ella prefiguraba algún rasgo relativo a Cristo (cf
1 o 10, 11):
Los que vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a la
nueva esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del
Señor, en el que nuestra vida es bendecida por El y por su
muerte. (S. Ignacio de Antioquía, Magn. 9, 1).
2176 La celebración del domingo cumple la prescripción
moral, inscrita en el corazón del hombre, de ‘dar a Dios un
culto exterior, visible, público y regular bajo el signo de su
bondad universal hacia los hombres’ (S. Tomás de A., s. th. 2-2,
122, 4). El culto dominical realiza el precepto moral de la
Antigua Alianza, cuyo ritmo y espíritu recoge celebrando cada
semana al Creador y Redentor de su pueblo.
La
Eucaristía dominical
2177 La celebración dominical del día y de la Eucaristía
del Señor tiene un papel principalísimo en la vida de la Iglesia.
‘El domingo, en el que se celebra el misterio pascual, por
tradición apostólica, ha de observarse en toda la Iglesia como
fiesta primordial de precepto’ (⇒ CIC can. 1246, 1).
"Igualmente deben observarse los días de Navidad, Epifanía,
Ascensión, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Santa María
Madre de Dios, Inmaculada Concepción y Asunción, San José,
Santos Apóstoles Pedro y Pablo y, finalmente, todos los Santos"
(⇒ CIC can. 1246, 1).
2178 Esta práctica de la asamblea cristiana se remonta a
los comienzos de la edad apostólica (cf Hch 2, 42-46; 1 Co 11,
17). La carta a los Hebreos dice: ‘No abandonéis vuestra
asamblea, como algunos acostumbran hacerlo, antes bien, animaos
mutuamente’ (Hb 10, 25).
La tradición conserva el recuerdo de una exhortación siempre
actual: ‘Venir temprano a la iglesia, acercarse al Señor y
confesar sus pecados, arrepentirse en la oración... Asistir a la
sagrada y divina liturgia, acabar su oración y no marcharse
antes de la despedida... Lo hemos dicho con frecuencia: este día
os es dado para la oración y el descanso. Es el día que ha hecho
el Señor. En él exultamos y nos gozamos. (Autor anónimo, serm.
dom.).
2179 ‘La parroquia es una determinada comunidad de fieles
constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuya cura
pastoral, bajo la autoridad del obispo diocesano, se encomienda
a un párroco, como su pastor propio’ (⇒ CIC can. 515, 1). Es el
lugar donde todos los fieles pueden reunirse para la celebración
dominical de la Eucaristía. La parroquia inicia al pueblo
cristiano en la expresión ordinaria de la vida litúrgica, le
congrega en esta celebración; le enseña la doctrina salvífica de
Cristo. Practica la caridad del Señor en obras buenas y
fraternas:
No puedes orar en casa como en la iglesia, donde son muchos los
reunidos, donde el grito de todos se eleva a Dios como desde un
solo corazón. Hay en ella algo más: la unión de los espíritus,
la armonía de las almas, el vínculo de la caridad, las oraciones
de los sacerdotes. (S. Juan Crisóstomo, incomprehens. 3, 6).
La
obligación del domingo
2180 El mandamiento de la Iglesia determina y precisa la
ley del Señor: ‘El domingo y las demás fiestas de precepto los
fieles tienen obligación de participar en la misa’ (⇒ CIC can.
1247). ‘Cumple el precepto de participar en la misa quien asiste
a ella, dondequiera que se celebre en un rito católico, tanto el
día de la fiesta como el día anterior por la tarde’ (⇒ CIC can.
1248, 1).
2181 La Eucaristía del domingo fundamenta y confirma toda
la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a
participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que
estén excusados por una razón seria [por ejemplo, enfermedad, el
cuidado de niños pequeños] o dispensados por su pastor propio (cf
⇒ CIC can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta
obligación cometen un pecado grave.”
2182 La participación en la celebración común de la
Eucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y de
fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Los fieles proclaman así su
comunión en la fe y la caridad. Testimonian a la vez la santidad
de Dios y su esperanza de la salvación. Se reconfortan
mutuamente, guiados por el Espíritu Santo.
2183 ‘Cuando falta el ministro sagrado u otra causa grave
hace imposible la participación en la celebración eucarística,
se recomienda vivamente que los fieles participen en la liturgia
de la palabra, si ésta se celebra en la iglesia parroquial o en
otro lugar sagrado conforme a lo prescrito por el obispo
diocesano, o permanezcan en oración durante un tiempo
conveniente, solos o en familia, o, si es oportuno, en grupos de
familias’ (⇒ CIC can. 1248, 2).
Día de
gracia y de descanso
2184 Así como Dios ‘cesó el día séptimo de toda la tarea
que había hecho’ (Gn 2, 2), así también la vida humana sigue un
ritmo de trabajo y descanso. La institución del día del Señor
contribuye a que todos disfruten del tiempo de descanso y de
solaz suficiente que les permita cultivar su vida familiar,
cultural, social y religiosa (cf GS 67, 3).
2185 Durante el domingo y las otras fiestas de precepto,
los fieles se abstendrán de entregarse a trabajos o actividades
que impidan el culto debido a Dios, la alegría propia del día
del Señor, la práctica de las obras de misericordia, el descanso
necesario del espíritu y del cuerpo. Las necesidades familiares
o una gran utilidad social constituyen excusas legítimas
respecto al precepto del descanso dominical. Los fieles deben
cuidar de que legítimas excusas no introduzcan hábitos
perjudiciales a la religión, a la vida de familia y a la salud.
El amor de la verdad busca el santo ocio, la necesidad del amor
cultiva el justo trabajo. [S. Agustín, civ. 19, 19).
2186 Los cristianos que disponen de tiempo de descanso
deben acordarse de sus hermanos que tienen las mismas
necesidades y los mismos derechos y no pueden descansar a causa
de la pobreza y la miseria. El domingo está tradicionalmente
consagrado por la piedad cristiana a obras buenas y a servicios
humildes para con los enfermos, débiles y ancianos. Los
cristianos deben santificar también el domingo dedicando a su
familia el tiempo y los cuidados difíciles de prestar los otros
días de la semana. El domingo es un tiempo de reflexión, de
silencio, de cultura y de meditación, que favorecen el
crecimiento de la vida interior y cristiana.
2187 Santificar los domingos y los días de fiesta exige
un esfuerzo común. Cada cristiano debe evitar imponer sin
necesidad a otro lo que le impediría guardar el día del Señor.
Cuando las costumbres [deportes, restaurantes, etc.] y los
compromisos sociales (servicios públicos, etc.) requieren de
algunos un trabajo dominical, cada uno tiene la responsabilidad
de dedicar un tiempo suficiente al descanso. Los fieles cuidarán
con moderación y caridad evitar los excesos y las violencias
engendrados a veces por espectáculos multitudinarios. A pesar de
las presiones económicas, los poderes públicos deben asegurar a
los ciudadanos un tiempo destinado al descanso y al culto divino.
Los patronos tienen una obligación análoga con respecto a sus
empleados.
2188 En el respeto de la libertad religiosa y del bien
común de todos, los cristianos deben esforzarse por obtener el
reconocimiento de los domingos y días de fiesta de la Iglesia
como días festivos legales. Deben dar a todos un ejemplo público
de oración, de respeto y de alegría, y defender sus tradiciones
como una contribución preciosa a la vida espiritual de la
sociedad humana. Si la legislación del país u otras razones
obligan a trabajar el domingo, este día debe ser al menos vivido
como el día de nuestra liberación que nos hace participar en
esta ‘reunión de fiesta’, en esta ‘asamblea de los primogénitos
inscritos en los cielos’ (Hb 12, 22-23).
RESUMEN
2189 ‘Guardarás el día del sábado para santificarlo’ (Dt
5, 12). ‘El día séptimo será día de descanso completo,
consagrado al Señor’ (Ex 31, 15).
2190 El sábado, que representaba la coronación de la
primera creación, es sustituido por el domingo que recuerda la
nueva creación, inaugurada por la resurrección de Cristo.
2191 La Iglesia celebra el día de la Resurrección de
Cristo el octavo día, que es llamado con toda razón día del
Señor, o domingo.
2192 ‘El domingo ha de observarse en toda la Iglesia como
fies ta primordial de precepto‘ (⇒ CIC can. 1246, 1). ‘El
domingo y las demás fies tas de precepto, losfieles tienen
obligación de participar en la misa’(⇒ CIC can. 1247).
2193 ‘El domingo y las demás fiestas de precepto... los
fieles se abstendrán de aquellos trabajos y actividades que
impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del
Señor o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo‘
(⇒ CIC can. 1247).
2194 La institución del domingo contribuye a que todos
disfruten de un ‘reposo y ocio suficientes para cultivar la vida
familiar, cultural, social y religiosa‘ (GS 67, 3).
2195 Todo cristiano debe evitar imponer, sin necesidad, a
otro impedimentos para guardar el día del Señor.
Ver también: Carta Apostólica de Juan Pablo II:
"Dies
Domini" (Día del Señor).
Continuación
al Cuarto Mandamiento>>>
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