Oficio de lectura,
Domingo II del Tiempo Ordinario
En la concordia de la unidad
De la carta de san
Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los
Efesios
Caps.
2,2 - 5, 2
Es justo que vosotros glorifiquéis de todas las
maneras a Jesucristo, que os ha glorificado a vosotros, de modo que,
unidos en una perfecta obediencia, sumisos a vuestro obispo y al
colegio presbiteral, seáis en todo santificados.
No os hablo con autoridad, como si fuera alguien.
Pues, aunque estoy encarcelado por el nombre de Cristo, todavía no
he llegado a la perfección en Jesucristo. Ahora, precisamente, es
cuando empiezo a ser discípulo suyo y os hablo como a mis
condiscípulos. Porque lo que necesito más bien es ser fortalecido
por vuestra fe, por vuestras exhortaciones, vuestra paciencia,
vuestra ecuanimidad. Pero, como el amor que os tengo me obliga a
hablaros también acerca de vosotros, por esto me adelanto a
exhortaros a que viváis unidos en el sentir de Dios. En efecto,
Jesucristo, nuestra vida inseparable, expresa el sentir del Padre,
como también los obispos, esparcidos por el mundo, son la expresión
del sentir de Jesucristo.
Por esto debéis estar acordes con el sentir de
vuestro obispo, como ya lo hacéis. Y en cuanto a vuestro colegio
presbiteral, digno de Dios y del nombre que lleva, está armonizado
con vuestro obispo como las cuerdas de una lira. Este vuestro
acuerdo y concordia en el amor es como un himno a Jesucristo.
Procurad todos vosotros formar parte de este coro, de modo que, por
vuestra unión y concordia en el amor, seáis como una melodía que se
eleva a una sola voz por Jesucristo al Padre, para que os escuche y
os reconozca, por vuestras buenas obras, como miembros de su Hijo.
Os conviene, por tanto, manteneros en una unidad perfecta, para que
seáis siempre partícipes de Dios.
Si yo, en tan breve espacio de tiempo, contraje
con vuestro obispo tal familiaridad, no humana, sino espiritual
¿cuánto más dichosos debo consideraros a vosotros, que estáis unidos
a él como la Iglesia a Jesucristo y como Jesucristo al Padre,
resultando así en todo un consentimiento unánime? Nadie se engañe:
quien no está unido al altar se priva del pan de Dios. Si tanta
fuerza tiene la oración de cada uno en particular, ¿cuánto más la
que se hace presidida por el obispo y en unión con toda la Iglesia?
Oración
Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo
y tierra, escucha paternalmente la oración de tu pueblo y haz que
los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz. Por Nuestro Señor
Jesucristo.