Oficio de lectura,
Lunes XIV del tiempo ordinario
Busque cada uno no sólo su propio
interés, sino también el de la comunidad
De la carta de
San Clemente Primero,
papa, a los Corintios
Caps
46.2-47; 48,1-6
Escrito está: Juntaos con los santos, porque
los que se juntan con ellos se santificarán. Y otra vez, en
otro lugar, dice: Con el hombre inocente serás inocente; con el
elegido serás elegido, y con el perverso te pervertirás.
Juntémonos, pues, con los inocentes y justos, porque ellos son
elegidos de Dios. ¿A qué vienen entre vosotros contiendas y riñas,
banderías, escisiones y guerras. ¿O es que no tenemos un solo Dios y
un solo Cristo y un solo Espíritu de gracia que fue derramado sobre
nosotros? ¿No es uno solo nuestro llamamiento en Cristo? ¿A qué fin
desgarramos y despedazamos los miembros de Cristo y nos sublevamos
contra nuestro propio cuerpo, llegando a tal punto de insensatez que
nos olvidamos de que somos los unos miembros de los otros?
Acordaos de las palabras de Jesús, nuestro Señor.
Él dijo, en efecto: ¡Ay de aquel hombre! Más le valiera no haber
nacido, que escandalizar a uno solo de mis escogidos. Mejor le fuera
que le colgaran una piedra de molino al cuello y lo hundieran en el
mar, que no extraviar a uno solo de mis escogidos. Vuestra
escisión extravió a muchos, desalentó a muchos, hizo dudar a muchos,
nos sumió en la tristeza a todos nosotros. Y, sin embargo, vuestra
sedición es contumaz.
Tomad en vuestra mano la carta del bienaventurado
Pablo, apóstol. ¿Cómo os escribió en los comienzos del Evangelio? A
la verdad, divinamente inspirado, os escribió acerca de sí mismo, de
Cefas y de Apolo, como quiera que ya desde entonces fomentabais las
parcialidades. Mas aquella parcialidad fue menos culpable que la
actual, pues al cabo os inclinabais a apóstoles acreditados por Dios
y a un hombre acreditado por éstos.
Arranquemos, pues, con rapidez ese escándalo y
postrémonos ante el Señor, suplicándole con lágrimas sea propicio
con nosotros, nos reconcilie consigo y nos restablezca en el sagrado
y puro comportamiento de nuestra fraternidad. Porque ésta es la
puerta de la justicia, abierta para la vida, conforme está escrito:
Abridme las puertas de la justicia, y entraré para dar gracias
al Señor. Ésta puerta del Señor: los justos entrarán por ella.
Ahora siendo muchas las puertas que están abiertas, ésta es la
puerta de la justicia, a saber: la que se abre en Cristo.
Bienaventurados todos los que por ella entraren y enderezaren sus
pasos en santidad y justicia, cumpliendo todas las cosas sin
perturbación. Enhorabuena que uno tenga carisma de fe, que otro sea
poderoso en explicar los conocimientos, otro sabio en el
discernimiento de discursos, otro casto en su conducta. El hecho es
que cuanto mayor parezca uno ser, tanto más debe humillarse y buscar
no sólo su propio interés, sino también el de la comunidad.
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