Oficio de Lectura,
22 de noviembre
Santa
Cecilia,
Virgen y mártir
Cantad a Dios con maestría y con júbilo
De los comentarios de
san Agustín, obispo, sobre
los salmos. Salmo 32
Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en
su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo.
Despojaos de lo antiguo, ya que se os invita al
cántico nuevo. Nuevo hombre, nuevo Testamento, nuevo cántico. El
nuevo cántico no responde al hombre antiguo. Sólo pueden aprenderlo
los hombres nuevos, renovados de su antigua condición por obra de la
gracia y pertenecientes ya al nuevo Testamento, que es el reino de
los cielos. Por él suspira todo nuestro amor y canta el cántico
nuevo. Pero es nuestra vida, más que nuestra voz, la que debe cantar
el cántico nuevo.
Cantadle un cántico nuevo, cantadle con
maestría. Cada uno se pregunta cómo
cantará a Dios. Cántale, pero hazlo bien. El no admite un canto que
ofenda sus oídos. Cantad bien, hermanos. Si se te pide que cantes
para agradar a alguien entendido en música, no te atreverás a
cantarle sin la debida preparación musical, por temor a
desagradarle, ya que él, como perito en la materia, descubrirá unos
defectos que pasarían desapercibidos a otro cualquiera. ¿Quién,
pues, se prestará a cantar con maestría para Dios, que sabe juzgar
del cantor, que sabe escuchar con oídos críticos? ¿Cuándo podrás
prestarte a cantar con tanto arte y maestría que en nada desagrades
a unos oídos tan perfectos?
Mas he aquí que él mismo te sugiere la manera cómo
has de cantarle: no te preocupes por las palabras, como si éstas
fuesen capaces de expresar lo que deleita a Dios. Canta con júbilo.
Éste es el canto que agrada a Dios, el que se hace con júbilo. ¿Qué
quiere decir cantar con júbilo? Darse cuenta de que no podemos
expresar con palabras lo que siente el corazón. En efecto, los que
cantan, ya sea en la siega, ya en la vendimia o en algún otro
trabajo intensivo, empiezan a cantar con palabras que manifiestan su
alegría, pero luego es tan grande la alegría que los invade que, al
no poder expresarla con palabras, prescinden de ellas y acaban en un
simple sonido de júbilo.
El júbilo es un sonido que indica la incapacidad
de expresar lo que siente el corazón. Y este modo de cantar es el
más adecuado cuando se trata del Dios inefable. Porque, si es
inefable, no puede ser traducido en palabras. Y, si no puedes
traducirlo en palabras y, por otra parte, no te es licito callar, lo
único que puedes hacer es cantar con júbilo. De este modo, el
corazón se alegra sin palabras y la inmensidad del gozo no se ve
limitada por unos vocablos. Cantadle con
maestría y con júbilo.
Oración
Acoge nuestras súplicas, Señor, y, por intercesión
de santa Cecilia, dígnate escucharnos con bondad. Por nuestro Señor
Jesucristo.