Oficio de lectura, 2 de
Abril,
San Francisco de Paula
Convertíos con sinceridad
De las cartas de san
Francisco de Paula
Carta
del año 1486: A. Galuzzi, Origini dell´Ordine dei Minismi, Roma
1967, pp. 121-122
Que nuestro Señor Jesucristo, que remunera con
suma esplendidez, os dé la recompensa de vuestras fatigas.
Huid del mal, rechazad los peligros. Nosotros, y
todos nuestros hermanos, aunque indignos, pedimos constantemente a
Dios Padre, a su Hijo Jesucristo y a la Virgen María que estén
siempre a vuestro lado para salvación de vuestras almas y vuestros
cuerpos.
Hermanos, os exhorto vehementemente a que os
preocupéis con prudencia y diligencia de la salvación de vuestras
almas. La muerte es segura y la vida es breve y se desvanece como el
humo.
Centrad vuestro pensamiento en la pasión de
nuestro Señor Jesucristo, que, por el amor que nos tenía, bajó del
cielo para redimirnos; que por nosotros sufrió toda clase de
tormentos de alma y cuerpo, y tampoco evitó suplicio alguno. Con
ello nos dejó un ejemplo soberano de paciencia y amor. Debemos,
pues, tener paciencia en las adversidades.
Deponed toda clase de odio y de enemistades; tened
buen cuidado de que no salgan de vuestra boca palabras duras y, si
alguna vez salen, no seáis perezosos en pronunciar aquellas palabras
que sean el remedio saludable para las heridas que ocasionaron
vuestros labios: por tanto perdonaos mutuamente y olvidad para
siempre la injuria que se os ha hecho.
El recuerdo del mal recibido es una injuria,
complemento de la cólera, conservación del pecado, odio a la
justicia, flecha oxidada, veneno del alma, destrucción del bien
obrar, ¡gusano de la mente, motivo de distracciones en la oración,
anulación de las peticiones que hacemos a Dios, enajenación de la
caridad, espina clavada en el alma, iniquidad que nunca duerme,
pecado que nunca se acaba y muerte cotidiana.
Amad la paz, que es el mayor tesoro que se puede
desear. Ya sabéis que nuestros pecados provocan la ira de Dios;
arrepentíos para que os perdone por su misericordia. Lo que
ocultamos a los hombres es manifiesto a Dios; convertíos, pues, con
sinceridad. Vivid de tal manera que obtengáis la bendición del
Señor, y la paz de Dios, nuestro Padre, esté siempre con vosotros.
Oración
Señor, Dios nuestro, grandeza de los humildes, que
has elevado a san Francisco de Paula a la gloria de tus santos,
concédenos, por su intercesión y a imitación suya, alcanzar de tu
misericordia el premio prometido a los humildes. Por nuestro Señor
Jesucristo.