San Pafnucio fue anacoreta y como tal su vida en el desierto era muy rigurosa y sencilla, dedicada a la oración y la penitencia. Por su santidad atrajo a su cueva a muchos que venían a escucharle. Fue nombrado obispo de Tebaida y por defender la fe le persiguieron. Le amputaron una pierna y le vaciaron un ojo.
Estuvo presente en el
Concilio de Nicea, donde
defendió la divinidad de Cristo
contra el arrianismo.
Demostró que su vida rigorosa y sus
grandes sufrimientos por Cristo le habían hecho un hombre
Se venera en México, en el templo Santa Inés que se encuentra en las calles de Moneda y Academia en la Ciudad de México. jaculatoria Concédenos amado san Pafnucio, por tu austera penitencia, que nunca venga el pecado a manchar nuestra conciencia.
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