La
espiritualización del cuerpo según san Pablo
Audiencia General 10 de
febrero de 1982
1. De las palabras de
Cristo sobre la futura resurrección de los cuerpos, referidas por
los tres Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), hemos pasado
en nuestras reflexiones a lo que sobre ese tema refiere San Pablo en
su Carta a los Corintios (cap. 15). Nuestro análisis se centra sobre
todo en lo que se podría denominar «antropología sobre la
resurrección» según San Pablo. El autor de la Carta contrapone el
estado del hombre «de tierra» (esto es, histórico) al estado del
hombre resucitado, caracterizando, de modo lapidario y, a la vez,
penetrante, el interior «sistema de fuerzas» específico de cada uno
de estos estados.
2. Que este sistema interior de fuerzas deba experimentar en la
resurrección una transformación radical, parece indicado, ante todo,
por la contraposición entre cuerpo «débil» y cuerpo «lleno de poder».
Pablo escribe: «Se siembra en corrupción, y resucita en incorrupción.
Se siembra en ignominia y se levanta en gloria. Se siembra en
flaqueza y se levanta en poder» (1 Cor 15, 42-43). «Débil» es, pues,
el cuerpo que -empleando el lenguaje metafísico- surge de la tierra
temporal de la humanidad. La metáfora paulina corresponde igualmente
a la terminología científica, que define el comienzo del hombre en
cuanto cuerpo con el mismo término (semen). Si a los ojos del
Apóstol, el cuerpo humano que surge de la semilla terrestre resulta
«débil», esto significa no sólo que es «corruptible», sometido a la
muerte a todo lo que a ella conduce, sino también que es «cuerpo
animal» (1). En cambio, el cuerpo «lleno de poder» que el hombre
heredará del último Adán, Cristo, en cuanto participe de la futura
resurrección, será un cuerpo «espiritual». Será incorruptible, ya no
amenazado por la muerte. Así, pues, la antinomia «débil-lleno de
poder» se refiere explícitamente no tanto al cuerpo considerado
aparte, cuanto a toda la constitución del hombre considerado en su
corporeidad. Sólo en el marco de esta constitución el cuerpo puede
convertirse en «espiritual»; y esta espiritualización del cuerpo
será la fuente de su fuerza e incorruptibilidad (o inmortalidad).
3. Este tema tiene sus orígenes ya en los primeros capítulos del
libro del Génesis. Se puede decir que San Pablo ve la realidad de la
futura resurrección como una cierta restitutio in integrum, es decir,
como la reintegración y, a la vez, el logro de la plenitud de la
humanidad. No se trata sólo de una restitución, porque en este caso
la resurrección sería, en cierto sentido, retorno a aquel estado del
que participaba el alma antes del pecado, al margen del conocimiento
del bien y del mal (cf. Gén 1-2). Pero este retorno no corresponde a
la lógica interna de toda la economía salvífica, al significado más
profundo del misterio de la redención. Restitutio in integrum,
vinculada con la resurrección y con la realidad del «otro mundo»,
puede ser sólo introducción a una nueva plenitud. Esta será una
plenitud que presupone toda la historia del hombre, formada por el
drama del árbol de la ciencia del bien y del mal (cf. Gén 3) y, al
mismo tiempo, penetrada por el misterio de la redención.
4. Según las palabras de la primera Carta a los Corintios, el hombre
en quien la concupiscencia prevalece sobre la espiritualidad, esto
es, el «cuerpo animal» (1 Cor 15, 44), está condenado a la muerte;
en cambio, debe resucitar un «cuerpo espiritual», el hombre en quien
el espíritu obtendrá una justa supremacía sobre el cuerpo, la
espiritualidad sobre la sensualidad. Es fácil entender que Pablo
piensa aquí en la sensualidad como suma de los factores que
constituyen la limitación de la espiritualidad humana, es decir, esa
fuerza que «ata» al espíritu (no necesariamente en el sentido
platónico) mediante la restricción de su propia facultad de conocer
(ver) la verdad y también de la facultad de querer libremente y de
amar la verdad. En cambio, no puede tratarse aquí de esa función
fundamental de los sentidos, que sirve para liberar la
espiritualidad, esto es, de la simple facultad de conocer y querer,
propia del compositum sicosomático del sujeto humano. Puesto que se
habla de la resurrección del cuerpo, es decir, del hombre en su
auténtica corporeidad, consiguientemente el «cuerpo espiritual»
debería significar precisamente la perfecta sensibilidad de los
sentidos, su perfecta armonización con la actividad del espíritu
humano en la verdad y en la libertad. El «cuerpo animal», que es la
antítesis terrena del «cuerpo espiritual», indica, en cambio, la
sensualidad como fuerza que frecuentemente perjudica al hombre, en
el sentido de que él, viviendo «en el conocimiento del bien y del
mal» está solicitado y como impulsado hacia el mal.
5. No se puede olvidar que se trata aquí no sólo del dualismo
antropológico, sino más aún de una antinomia de fondo. De ella forma
parte no sólo el cuerpo (como hyle aristotélica), sino también el
alma: o sea, el hombre como «alma viviente» (cf. Gén 2, 7). En
cambio, sus constituivos son: por un lado, todo el hombre, el
conjunto de su subjetividad psicosomática, en cuanto permanece bajo
el influjo del Espíritu vivificante de Cristo; por otro lado, el
mismo hombre, en cuanto resiste y se contrapone a este Espíritu. En
el segundo caso, el hombre es «cuerpo animal» (y sus obras son «obras
de la carne»). En cambio, si permanece bajo el influjo del Espíritu
Santo, el hombre es «espiritual» (y produce el «fruto del Espíritu»:
Gál 5, 22).
6. Por lo tanto, se puede decir que no sólo en 1 Cor 15 nos
encontramos con la antropología sobre la resurrección, sino que toda
la antropología (y la ética) de San Pablo están penetradas por el
misterio de la resurrección, mediante el cual hemos recibido
definitivamente el Espíritu Santo. El capítulo 15 de la primera
Carta a los Corintios constituye la interpretación paulina del «otro
mundo» y del estado del hombre en ese mundo, en el que cada uno,
juntamente con la resurrección del cuerpo, participará plenamente
del don del Espíritu vivificante, esto es, del fruto de la
resurrección de Cristo.
7. Concluyendo el análisis de la «antropología sobre la resurrección»
según la primera Carta de Pablo a los Corintios, nos conviene una
vez más dirigir la mente hacia las palabras de Cristo sobre la
resurrección y sobre el «otro mundo», palabras que refieren a los
Evangelistas Mateo, Marcos y Lucas. Recordemos que, al responder a
los saduceos, Cristo unió la fe en la resurrección con toda la
revelación del Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob y de Moisés, que
«no es Dios de muertos, sino de vivos» (Mt 22, 32). Y, al mismo
tiempo, rechazando la dificultad presentada por los interlocutores,
pronunció estas significativas palabras: «Cuando resuciten de entre
los muertos, ni se casarán ni serán dadas en matrimonio» (Mc 12,
25). Precisamente a esas palabras -en su contexto inmediato- hemos
dedicado nuestras precedentes consideraciones, pasando luego al
análisis de la primera Carta de San Pablo a los Corintios (1 Cor
15).
Estas reflexiones tienen un significado fundamental para toda la
teología del cuerpo; para comprender, tanto el matrimonio, como el
celibato «por el reino de los cielos». A este último tema estarán
dedicados nuestros ulteriores análisis.
Notas
(1) El original griego emplea aquí el término psychikón. En San
Pablo este término solo aparece en la primera Carta a los Corintios
(2, 14; 15, 44; 15, 46) y en ninguna otra parte, probablemente a
causa de las tendencias pregnósticas de los Corintios, y tiene un
significado peyorativo; respecto al contenido, corresponde al
término «carnal» (Cf. 2 Cor 1, 12-10, 4).
Sin embargo, en otras Cartas paulinas la «psiche» y sus derivados
significan la existencia terrena del hombre en sus manifestaciones,
el modo de vivir del individuo e incluso la misma persona humana en
sentido positivo (por ejemplo: para indicar el ideal de vida de la
comunidad eclesial; miâ-i psychê-i = «en un solo espíritu»: Flp 1,
27, sympsychoi = «con la unión de vuestros espíritus: Flp 2, 2;
isópsychon = «de ánimo igual»: Flp 2, 20; cf. R. Jewett, Paul’s
Anthropological Terms. A. Study of Their Use in Conflict Settings,
Leiden 1971, Brill, pp. 2, 448-449).
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