LA DORMICION DE LA MADRE DE
DIOS
Catequesis de S.S. Juan Pablo II,
25 de junio
del 1997
Síntesis
El Papa recordó las palabras del
Concilio Vaticano II: "La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de
pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma
a la gloria".
Con esta fórmula, la Constitución dogmática 'Lumen
gentium',
siguiendo a mi Venerado Predecesor Pío XII, no se pronuncia sobre la cuestión de la
muerte de María...existe una tradición común que ve en la
muerte de María su entrada a la gloria celestial".
Como Cristo murió, sería difícil sostener lo contrario para su Madre... La Revelación presenta la muerte como un castigo del
pecado. Sin embargo, el hecho de que la Iglesia proclame a María libre del pecado original
por singular privilegio divino, no lleva a concluir que Ella recibiera también la
inmortalidad corporal. La Madre no es superior a su Hijo, que ha asumido la muerte
dándole un nuevo significado y transformándola en instrumento de salvación.
Independientemente del hecho orgánico y biológico que causó el cese de la vida
del cuerpo, se puede decir que el paso de esta vida a la otra fue para María una
maduración de la gracia en la gloria, de manera que nunca como en aquel caso, la muerte
pudo ser concebida como una 'dormición'.
El Papa recordó que el Nuevo Testamento no habla
de la muerte de María, lo cual hace pensar que acaeció de modo natural. En cuanto a la disposición
espiritual de la Virgen en el momento de abandonar este mundo, San Francisco de Sales
considera la muerte de María "como un morir en el amor, a causa del amor y por
amor'", afirmando que "murió de amor por su Hijo".