Soldado que traspaso el costado de Jesús con una lanza
Su fiesta no aparece en el calendario litúrgico actual
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El evangelio (San Marcos 15, 29) narra que un centurión traspasó con su lanza el Corazón de Jesús del que brotó sangre y agua. Según la tradición ese centurión se llama Longino y es de la ciudad de Lanciano.
En Lanciano se encuentra el gran Milagro Eucarístico en el que una Hostia no solo se convirtió en la Cuerpo y Sangre de Jesús como siempre ocurre, sino además ocurrió de manera visible y científicamente verificable: Milagro Eucarístico de Lanciano >>>
Revelación a Ana Catalina Emmerich sobre Longino
Según Ana C. Emmerich, Longino el centurión que le traspasó el Corazón de Nuestro Señor con la lanza, era un joven de mas o menos 25 años de edad, un poco débil y nervioso, que tenia problemas graves de la vista. La mayoría de los soldados se burlaban de el, al verlo tan débil físicamente.
El fue iluminado por la gracia de Dios, para sentir compasión de las santas mujeres que se encontraban presente al pie de la Cruz, que sufrían pensando que Jesús todavía estaba vivo sufriendo dolores espantosos. Longino quería mostrarles, que Jesús estaba realmente muerto, para que se tranquilizaran, y consolarlas un poco.
Sin darse cuenta fue instrumento, para que la profecía se cumpliera. Busco una lanza que estaba cerca y con las dos manos la tomo, traspaso el Costado de Nuestro Señor. Llego a traspasar su Corazón físico, de tal manera, que según Ana C. Emmerich, la lanza Traspaso su Corazón hasta llegar al lado opuesto, izquierdo de Nuestro Señor.
Según los evangelios apócrifos, cuando Longino, saco la lanza del Costado de Nuestro Señor, una cantidad enorme de Agua y Sangre salió de El. Longino fue empapado por toda su cara y cuerpo de la Sangre y Agua de Nuestro Señor. Esto fue una gracia similar a la del Bautismo. Gracia y salvación entró en el alma de Longino. En este momento se arrodillo pidiendo perdón en público por sus pecados, proclamando que creía en la Divinidad de Jesús. Longino fue sanado de la enfermedad de sus ojos, y empezó a ver perfectamente.
La Santísima Virgen lucía en su apariencia como si ella también fue traspasada. Según Ana C. Emmerich, el agua y la Sangre continuaban corriendo y tocando otras personas, y cayendo en rocas cercanas. La Santísima Virgen y María Magdalena recogieron la Sangre de Nuestro Señor en varias vasijas.
Aunque estos acontecimientos vienen de revelaciones privadas, podemos sacar mucho provecho de ellos, ya que no van en contra de la Tradición de la Iglesia.