Fundadora, servidora de los pobres Francia 1773- 1838. "Es uno de los temperamentos más ricos que he encontrado. Bondadosa, resuelta, estricta y amable; inteligente y muy comprensiva; muy trabajadora y verdaderamente humilde. No se desanima ante ninguna dificultad. Ningún obstáculo ni contratiempo es demasiado grande como para que la obligue a desistir de sus buenas obras. Las angustias interiores no le hacen perder su alegría exterior, y los triunfos no la vuelven creída ni orgullosa. Le llegan dificultades muy grandes: injurias, incomprensiones, problemas enormes, y nada le hace perder su serenidad y su paciencia, porque confía inmensamente en Dios" El escritor Luis Veulliot sobre la santa. Desde niña le encantaba construir castillos de arena en la playa. Más tarde Dios la llamará para construir hogares para los pobres. Exclamará: "La inclinación a construir edificios la tuve desde muy chiquita". Era una inclinación regalada por Dios para que hiciera un gran bien a la humanidad. Juana Isabel visitaba también a los sacerdotes y religiosas que la Revolución encarceló por negarse a renunciar a su fe. También mostró gran caridad con los carceleros de manera que estos trataban mejor a los presos. Se conserva una estampita de Nuestra Señora del Socorro donde nuestra joven escribió: "Yo Juana Isabel, me consagro y dedico desde hoy y para siempre a Jesús y María". 5 de mayo de 1797. Poco tiempo después, Juana se enteró de que a 15 kilómetros de su casa celebraba la misa clandestinamente el Padre Andrés Fournet (santo canonizado). Debía ser de noche en un granero. Juana Isabel quiso hablar con el sacerdote quien al verla tan elegante la puso a prueba: "Usted, aguarde, que antes debo atender a estas personas pobres". Ella aceptó con buena voluntad y después se acercó a confesarse con el padre. El fue desde entonces su director espiritual y entre ellos creció una santa amistad que los llevó a fundar una comunidad. Ella le pidió permiso para irse de monja a un monasterio trapense (de clausura). Pero él le aconsejó que más bien se quedara en el mundo ayudando a la juventud pobre y que se encuentra siempre tan desprotegida. Padre Fournet y Juana Isabel, con un grupo de muchachas piadosas, fundaron la comunidad de Hijas de la Cruz, para atender a la juventud pobre y abandonada. La santa se dedicó a fundar casas de su comunidad en diversos sitios de Francia. Cuando las vocaciones escaseaban ella redoblaba la oración y Dios enviaba vocaciones. El Padre Fournet le mandó a vestir de negro con tela ordinaria, lo cual disgustó a sus familiares ricos. Al final de su vida murió el 26 de agosto de 1838.
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