Campesino austriaco, rehusó entrar en las filas de Hitler 1907- 1943 Fiesta: 21 de mayo Beatificado mártir el 26 de octubre de 2007 "Como cristiano, prefiero pelear con la Palabra de Dios y no con armas. No necesitamos rifles ni pistolas para nuestra batalla, sino armas espirituales -- y la principal entre ellas es la oración" -Franz Jagerstatter Franz se mantuvo fiel al Señor mientras que casi todos, incluso cristianos, justificaban su colaboración con las potencias del mundo (los nazis). Franz meditó el Evangelio, meditó la encíclica del Papa que advertía sobre el mal del nazismo y actuó consecuentemente. Ni siquiera se dejó condicionar por su propia juventud turbulenta. Fue capaz de superarse con la gracia de Dios. Franz era hijo ilegítimo de Franz Bachmeier y Rosalie Huber. Su padre los mantuvo hasta que murió en combate en la Primera Guerra Mundial. Tres años más tarde Rosalie se casó con Herr Jägerstätter, dueño de la finca Leherbauer, junto a la villa de Sankt Radegund, en la región de Salzach, en el norte de Austria. (Diócesis de Linz, junto a la frontera con Alemania). Franz se crió en la finca, trabajaba duro durante el día pero al terminar la jornada laboral se reunía a tomar cerveza con la pandilla de jóvenes de la que era líder. Con frecuencia peleaban con pandillas rivales de otros pueblos. Las peleas eran a menudo sangrientas. El y otros fueron arrestados por unos días en 1934 por pelear con la patrulla fronteriza sobre unas muchachas del pueblo.
En 1934, con 27 años de edad, Franz abandonó abruptamente Sankt Radegund en medio de alegaciones de que había engendrado un hijo ilegítimo. La verdad nunca se supo. Pero lo cierto es que el mantuvo a la madre y al niño con las ganancias de su trabajo en las minas de hierro de Steiermark. Según algunos que le conocían esto no prueba que fuera el padre del niño porque Franz, a pesar de sus vicios, era muy generoso con las personas con problemas. Durante sus tres años en las minas, Franz tubo una profunda conversión. Comenzó a ir a misa y a tomar la comunión con frecuencia. Desarrolló el deseo por la oración y la lectura espiritual. Hasta pensó entrar en la vida religiosa. Sin embargo un sacerdote lo desanimó diciéndole: "Debes laborar en la finca de Leherbauer y ocuparte de tus padres". Durante ese tiempo escribió a su ahijado: "Tu también experimentarás las tormentas de la juventud. Para algunos las tormentas vienen más tarde que para otros; para algunos estallan con toda furia, mientras que para otros el comienzo es débil. Si la tentación es tan fuerte que sientes que debes ceder al pecado, piensa entonces en la felicidad eterna. Con frecuencia ocurre que un hombre arriesga su felicidad temporal y eterna por unos segundos de placer... Esto te lo puedo decir por mi propia experiencia. Mientras que temamos al hombre más que a Dios, nunca seremos dignos. Aún los más valientes y mejores cristianos pueden caer y de hecho caen. Pero no se quedan mucho tiempo en la suciedad del pecado. Se rehacen y toman nueva fuerza de los sacramentos de la Penitencia y Santa Comunión, y se esfuerzan hacia la meta eterna. Si nos vienen días de ansiedad, cuando nos sentimos aplastados bajo el peso de los problemas, recordemos que Dios no nos carga una cruz más pesada de lo que podemos soportar. Puedo decir por mi propia experiencia cuán dolorosa es con frecuencia la vida cuando uno vive como cristiano a medias; Es más vegetar que vivir... Desde la muerte de Cristo, casi cada siglo ha visto la persecución de los cristianos; Siempre ha habido héroes y mártires que dieron su vida — con frecuencia en formas terribles — por Cristo y su fe. Si esperamos alcanzar nuestra meta algún día, entonces nosotros también debemos ser héroes de la fe." Franz era un hombre nuevo por la gracia de Dios cuando regresó a Sankt Radegund, donde continuó su crecimiento en el cristianismo. Para siempre habían terminado sus aventuras con la pandilla y los desenfrenos. Sus amigos estaban asombrados. Franz se casó con Franziska, mujer devota, y fueron de luna de miel a Roma. Recibieron del Papa Pío XI la bendición durante la audiencia general. De regreso a casa, Franz fue un esposo modelo. Comenzaba el día a las 5:30 AM. en oración. Iba a Misa diaria. Deseoso de reparar por su vida de pecado, hacía continua penitencia. Renunció a la cerveza, ayunaba a diario hasta el mediodía y era muy generoso con los pobres. En el pueblo lo consideraron un fanático, pero su gozo era tan grande que a menudo cantaba mientras trabajaba en los campos. Leía su Biblia bajo un árbol durante su descanso. Tenía una viva conciencia de la presencia de Dios que se reflejaba en la naturaleza. En 1938 Hitler invadió Austria, anexándola a Alemania en lo que se llamó el "Anschluss". Franz abiertamente expresaba su preocupación sobre los acontecimientos con sus amigos: Amigos: "Hitler tomó una Alemania destruida, desmoralizada y humillada en el Tratado de Versailles y la convirtió en una nación próspera y orgullosa. Hoy todos la respetan. Hitler acabó con el desempleo, puso comida en las mesas, hizo prosperar tremendamente la economía". Mientras la mayoría prefirió integrarse a las filas nazis, Franz no sólo se oponía sino que no desperdiciaba cualquier oportunidad de despertar a la gente sobre sus perversas intenciones. Franz se retiró de la Asociación Nacional de Agricultores Austriacos, en protesta pública contra la débil postura de oposición al nazismo. En abril del 1938 los austriacos iban a votar si aprobaban o no la ocupación alemana de su país. Franz le dijo a su párroco, el Padre Karobath, "voy a votar No". "Padre Karobath," respondió Franz, "Yo lo respeto y lo amo como sacerdote de Dios, pero mi conciencia no me permite votar Si." "Franz, haz lo que tu conciencia te dicte. Pero, que Dios te ayude. Espero que estés preparado para las consecuencias. Debes pensar que no estás solo. Tienes una esposa, una hija y otro niño en camino,y tus padres dependen de ti." "Yo sé eso, buen Padre. Me da mucho dolor. Pero no puedo mentir. El régimen de Hitler es malvado. Llevará a nuestro pueblo a hacer cosas malas. Además, Padre, yo creo que Dios me pide vivir según mi conciencia. Si yo hago lo que creo que El quiere que haga, entonces yo se que el cuidará de mi esposa, mis hijos y todas mis responsabilidades". El 10 de abril el pueblo austriaco fue casi unánime en su voto a favor del gobierno nazi sobre su patria. "Yo creo que lo que ocurrió en la primavera del 1938 no fue muy diferente", escribió más tarde Fraz, "de lo que ocurrió aquel Viernes Santo hace mil novecientos años, cuando a la turba se le dio libertad para escoger entre el Salvador inocente y el criminal Barrabás." Franz continuó su oposición abierta al régimen Nazi. Se negó a contribuir a las colectas para las causas nazis. Rehusó recibir cualquier beneficio que los nazis ofrecieran para congraciarse con la gente. Cuando una tormenta destruyó las cosechas en el área de Sankt Radegund, Franz fue el único agricultor que no quiso recibir ayuda del gobierno. Sueño del purgatorio Una noche Franz tuvo dificultad en dormirse, cosa extraña para él. Entonces tuvo un sueño: De repente vi un hermoso y brillante tren que daba la vuelta por las montañas de Austria. Deseosos de subir al tren, niños y adultos corrían hacia él y no se les podía retener. Prefiero no decir cuantos adultos no subieron al tren. Entonces escuché una voz que me dijo, "Este tren va al infierno" Inmediatamente me pareció como si alguien me tomara de la mano y dijera, "Ahora vamos al purgatorio" Oh! qué aterrador era el sufrimiento que vi y sentí, solo pude suponer que yo estaba en el infierno mismo si la voz no me hubiese dicho que íbamos al purgatorio. Probablemente no más de unos segundos transcurrieron mientras vi todo esto. Me desperté y escuché un suspiro y vi una luz y todo se acabó. Desperté a mis esposa enseguida y le dije lo ocurrido. Hasta esa noche yo nunca hubiese creído que el sufrimiento en el purgatorio pudiese ser tan grande. Servicio militar A fines del 1939 Franz fue reclutado por el ejército austriaco y asignado a un cuerpo motorizado. Pasó siete meses de entrenamiento pero después lo defirieron temporalmente.
Su breve tiempo con el ejército fortaleció su resolución de jamás cooperar con los nazis. "Si me llaman, yo no serviré", le dijo a su esposa al regresar a Sankt Radegund. De regreso Mientras Franz estaba en el servicio militar, el Padre Karobath condenó al nazismo desde el púlpito. El régimen lo sacó inmediatamente de Sankt Radegund y lo mantuvieron en situación de retiro bajo estrecha vigilancia nazi. ¿Será que las conversaciones con Franz movieron el corazón del buen padre a tomar una posición valiente? El nuevo párroco que encontró Franz a su regreso era el Padre Jurthauer. Este padre pronto descubrió la virtud de Franz y le pidió que fuese sacristán. Este ministerio era muy visible en Sankt Radegund donde casi todos eran católicos. Los domingos servía como ujier. También entrenaba a los monaguillos de tal manera que cumplían respetuosamente todos sus deberes. El matrimonio tuvo su segunda hija, Marie. Mientras tanto continuaba la lucha interior de Franz ante la amenaza de ser de nuevo reclutado por los nazis. El Padre Furthauer reconoció que no le podía ayudar con sus cuestionamientos y le sugirió que consultase con otros sacerdotes. Franz lo hizo y hasta visitó al obispo de la diócesis de Linz. Todos los sacerdotes, sin excepción, le recomendaron que se reportara al servicio militar en caso que le llamaran. Basaban su juicio en el siguiente argumento: Su negativa al servicio militar haría poca o ninguna diferencia a la maquinaria de guerra nazi. Sin embargo, significaría su sentencia de muerte, requerida por la ley para los que se negaban a servir. Eso conllevaría grave daño a su esposa e hijas. Si las autoridades obraban mal serían las culpables ante el juicio de Dios y no los ciudadanos. Estos consejos de representantes de la Iglesia, causaron un profundo conflicto en la conciencia de Franz. Pero las enseñanzas del Evangelio resonaban en su corazón. Además, había leído la encíclica del Papa Pío XI, «Mit Brenneder Sorge», de 1937, en la que escribía: «Ningún poder coercitivo del Estado, ningún ideal puramente terreno, por grande y noble que en sí sea, podrá sustituir por mucho tiempo a los estímulos tan profundos y decisivos que provienen de la fe en Dios y en Jesucristo». Franz pudo comprender que, a pesar de la posición acomodaticia de la mayoría que se conformaba con “obedecer órdenes” y de los consejos que recibió, Dios le hablaba en su conciencia. El cristiano no debe jamás actuar contra la verdad y la justicia. El fin (preservar su vida) no justifica los medios (cooperar con los nazis). Es cierto que se debe obedecer a las autoridades, pero nunca cuando estas ordenan lo que es ilegítimo según la ley de Dios. Franz dijo como San Pedro: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». Por lo tanto optó por el camino de la cruz. Declaró: "Todos me dicen, por supuesto, que no debo hacer lo que estoy haciendo por el peligro de muerte. Yo creo que es mejor sacrificar la propia vida inmediatamente que ponerse en grave peligro de cometer pecado y después morir." Su madre y su esposa le imploraban que respondiera a la llamada. "Franz", dijo su madre, "Tu no necesariamente tienes que matar si vas a la guerra". La posición de Franz llegó a oídos del jefe de la policía de la región que le conocía de mucho tiempo. "Franz", dijo este, "Trataré de ponerte en una unidad que no sea de combate. Por favor no me pongas en la situación de tener que arrestarte". Algunos le aconsejaron que se escondiera en el bosque de Salzach. Un hombre lo hizo el año siguiente y fue cuidado por la gente del pueblo con tanto esmero que el dentista fue a su escondite para extraerle una muela. Franz tenía un profundo dolor de corazón por el sufrimiento que su decisión causaría a su familia. "Cuando uno razona desde el punto de vista de la familia, uno no puede atormentarse. Uno no puede mentir ni siquiera por su familia. Si yo tuviera 10 hijos, la mayor demanda para conmigo mismo aún sería lo que debo hacer". Una y otra vez sus amigos le insistieron que no se resistiera, que pensara en su familia. Una y otra vez el respondía: "Yo no puedo creer que porque uno tenga esposa e hijos, queda libre para ofender a Dios. ¿Acaso Cristo no dijo, "Quien ama a padre, madre o hijos más que a mi no merece mi amor? " Llamada al ejército En febrero de 1943 el gobierno ordenó a Franz a reportarse para el servicio militar en las barracas de Enns, Austria. Era el momento decisivo. Franz le dijo a su esposa que él no podía hacer el juramento de lealtad a Hitler, obligatorio para todo recluta. El dolor tanto de Franz como de su esposa Franziska era indescriptible ya que se amaban mucho. Además Franz dejaba tres hijas. Antes de partir le escribió al Padre Karobath que estaba "retirado": Te ruego que me recuerdes en la Misa mientras se te permita celebrarla. De corazón te pido que reces por mi también y me perdones cualquier problema que alguna vez te haya causado. Que Dios no me abandone en esta última hora... Dios y la Virgen Santísima ciertamente no abandonarán a mi familia cuando yo no pueda ya protegerla por mi mismo. Las cosas serán muy difíciles para mis amados. Franz se reportó el 4 de marzo a Enns para no comprometer al jefe de la policía de Sankt Radegund que de otra manera tendría que arrestarlo. Al llegar a Enns, Franz rehusó el juramento militar. Inmediatamente lo mandaron a la prisión de Linz-an-der-Donau, donde Hitler y Eichmann habían vivido de niños. Su primera carta a su esposa desde la prisión: "Por favor, no te olvides de mi en tus oraciones. Todo será lo mejor según la voluntad de Dios... Que Dios te conceda todo lo que deseas para ti mientras no sea un obstáculo para tu bienestar eterno. En otra carta a su esposa: "Cuando la gente te pregunta si estás de acuerdo con mi decisión de no pelear, diles lo que honestamente sientes. Si yo no tuviese tan gran horror a la mentira y a la actitud de doblez, no estaría sentado aquí". Las autoridades le preguntaron si el Padre Karobath le había aconsejado. Franz pudo responder que el párroco había recomendado que aceptara el servicio militar. Sin embargo le escribió a su esposa: "Estoy seguro que el Padre Karobath no estará libre mucho tiempo". El padre Karobath consideró a Franz un héroe, pero esta posición enfureció a muchos en el pueblo. Otros pensaban que Franz era un fanático religioso que quería escapar de sus responsabilidades hacia la patria. La esposa fue objeto de desprecio ya que la guerra afectaba a todos en el pueblo. La siguiente semana Franz fue acosado por una gran tribulación. El dolor y la preocupación por su familia era inmenso y se sentía responsable. Le escribió a su esposa: Estoy atribulado por el temor de que tengas que sufrir tanto por mi causa. Me preocupa haber traído sobre ti la injusticia. Esta preocupación le hizo reconsiderar su negativa previa a servir en un cuerpo médico donde no tendría que ser combatiente: "Te puedo decir que me he declarado dispuesto a servir en el cuerpo médico". Sin embargo, no le hicieron caso. Carta a su esposa: "No debes estar triste por mi situación presente... Mientras un hombre ... tenga la conciencia tranquila y sepa que no es en realidad un criminal, puede vivir en paz, aún en la prisión". Franz se sintió particularmente fortalecido cuando su esposa le escribió que la hija mayor, Rosalie, de 6 años de edad, hacía sacrificios por él. En su carta de respuesta él la decía: "Los sacrificios de nuestra Rosalie no serán en vano. ¿Cómo me puedo sentir abandonado aquí cuando tantos oran por mi en casa?". Desde entonces sus cartas manifestaban un estado de buen ánimo. Pidió le enviaran panfletos religiosos y mantenía sus devociones. "Mientras pueda rezar, y hay mucho tiempo para eso, mi vida no es en vano". A sus hijas les escribió: Yo pienso en ustedes frecuentemente y rezo por ustedes también. Me haría tan feliz poderlas ver de nuevo. Las reuniría a todas para que pronto aprendan a no pelear más entre ustedes. Además, no deben mentir. Mientras tanto deben estar satisfechas con lo que reciben. Entonces creo que el Padre celestial les concederá mi vuelta a casa, algún día, aunque no sea pronto. Mis queridas pequeñas, que el Niño Jesús y su querida Madre del Cielo las proteja hasta que nos veamos otra vez. De los escritos a su ahijado: Si debo escribir con mis manos encadenadas, encuentro eso mucho mejor que si mi mundo estuviese encadenado. En una prisión ninguna cadena, ni siquiera una sentencia de muerte, puede robarle al hombre su fe y su propia libre voluntad. Dios da tanta fortaleza que es posible soportar cualquier sufrimiento, una fortaleza mucho más fuerte que todo el poder del mundo. El poder de Dios no puede ser superado. Igual que un hombre que piensa sólo sobre este mundo hace todo lo posible para hacer la vida más fácil y mejor, el cristiano que cree en el reino eterno arriesga todo para recibir un gran premió allá. Igual que aquellos que creen en la ideología nazi se dicen que su lucha está con la Biblia, también nosotros debemos estar convencidos de que nuestra lucha es por el reino eterno. La diferencia es esta: no necesitamos rifles o pistolas para la batalla, sino armas espirituales; y la principal entre ellas es la oración. "Porque la oración", como dice Santa Clara, "es el escudo que las flechas incendiadas del Maligno no puede traspasar". Santa Clara constantemente implora nueva gracia de Dios ya que, sin la ayuda de Dios y la gracia, sería imposible para nosotros preservar la fe y ser fieles a sus Mandamientos. De otras cartas: El verdadero cristiano se reconoce más en sus obras y hechos que en sus discursos... Hacerle al prójimo lo que uno desearía para uno mismo significa más que meramente evitar daño al prójimo. Debemos amar a nuestros enemigos, bendecir a quienes nos maldicen, orar por los que nos persiguen - y el amor de Dios vencerá y prevalecerá por la eternidad. Felices aquellos que viven y mueren en el amor de Dios. A su esposa Franziska en abril: Hoy hace siete años que pronunciamos nuestros votos de amor y fidelidad ante Dios y el sacerdote... Cuando miro atrás, al gozo... que he tenido estos siete años, me parece a veces que raya en lo milagroso. Si alguien me dijera que no hay Dios o que Dios no nos ama, y si yo fuera a creerle, no podría explicar cómo todo esto se me ha dado. Querida esposa... si tan solo no nos olvidamos de dar gracias y no nos retraemos en aspirar al cielo, Dios permitirá que nuestro gozo continúe para toda la eternidad. Franz pudo vivir profundamente el triduo Pascual en comunión con Jesucristo. Un sacerdote vino a la prisión el Jueves Santo y el Sábado Santo y les trajo comunión. La Eucaristía lo llenó de esperanza. A su esposa: ¿Qué es más gozoso que el hecho que Cristo ha resucitado... victorioso sobre la muerte y el infierno? ¿Qué nos puede dar a los cristianos mayor consuelo que el saber que nunca más vamos a temer a la muerte? Durante la Semana Santa, meditando la pasión de Cristo, Franz fue tentado con la duda de que podía estar cometiendo pecado mortal con su posición. Escribió a Franziska: Si la cruz que Dios puso sobre mi se hace pesada, no se hará tan difícil y pesada como la que Satanás carga en sus seguidores, muchos de los cuales ya han caído bajo ese peso y desperdiciado sus vidas con el suicidio... el acto es malo pero quien lo comete debe ser puesto en las manos de Dios... Franz se alegraba de ver, a través de las ventanas con barrotes, los pajaritos que se acercaban a la prisión y los prados verdes que señalaban el comienzo de la primavera. Un compañero francés de celda lo recuerda: Encontramos un buen amigo en Franz, uno que en los momentos más oscuros era siempre capaz de ofrecer una palabra de consuelo y se las arregló para darnos su último pedazo de pan de las míseras comidas de las mañanas y noches que nos llevamos a las celdas... Su fe en Dios y en la justicia no tenían comparación, sólo se podía entender la medida de su fe cuando uno lo veía inmerso en la oración todo el día, con su rosario, su compañero constante. De la misma manera, la comunión el día de Pascua que recibimos juntos en abril de 1943 me trajo gran felicidad. El capellán de la prisión, el Padre Baldinger también trató de disuadir a Franz de su posición contra el servicio militar: Debes mantener el bienestar tuyo y de tu familia en mente. No tienes responsabilidad como ciudadano privado por los actos y políticas de este gobierno. Si tomas el juramento y cumples el servicio requerido, no estarías apoyando a los Nazis y sus objetivos; estarías simplemente siguiendo órdenes como millones de otros católicos, incluyendo sacerdotes y seminaristas. No tienes ni los datos ni la competencia para pasar juicio final sobre la justicia o injusticia de esta guerra". Franz ya había escuchado estos argumentos antes. Sabía que no representan la enseñanza de la Iglesia sino el esfuerzo humano de justificarse ante una situación difícil. Es la actitud común de los ciudadanos de cualquier credo ante la misma situación. Sin embargo, era muy difícil no caer en la duda cuando es un sacerdote quien le aconseja. Con una claridad que sólo puede venir del Espíritu Santo, Franz respondió que el sistema Nazi era contrario a su religión católica. A un compañero de prisión le dijo: "Como cristiano, prefiero luchar con la palabra de Dios y no con armas. Yo amo mi patria intensamente y no serviré a nadie que oprima a Austria" También le decían que debía defender su patria de la invasión rusa. "¿Quieres ver a los rusos invadiendo Austria, violando nuestras esposas e hijas, quemando nuestras fincas?" Según el capellán de la prisión, en esa prisión ejecutaron a 38 hombres acusados de ser desertores. Al principio de Mayo lo transfieren a la prisión en Berlín.
Escribió a Franziska: El traslado vino como una completa sorpresa. No hubo tiempo para despedirme de mis camaradas... En cuanto a mi posición, aun no puedo llegar a otra decisión. A Franz le dieron como abogado a Friedrich Leo Feldmann de Dusseldorf. Franz explicó que sus razones para no servir en el ejército eran dos: 1- El Nazismo es malvado y causa gran sufrimiento humano El abogado le explicó que esos argumentos no serían efectivos ante la corte militar nazi y le presentó los argumentos ya familiares para Franz a favor de servir en el ejército. "Millones de católicos están sirviendo en las fuerzas armadas..." El tribunal le presentó como argumento: "No te pedimos que protejas un régimen particular sino que defiendas tu patria. ¿Quieres que los rusos entren en Austria a quemar, saquear y violar a tu esposa y tus hijas?" -Franz respondió: "No" -"Entonces", dijo el oficial, "¡defiende tu patria!" -"No puedo. El régimen es malvado y no puedo apoyarlo de ninguna forma" El abogado recuerda que el oficial que había comenzado con gran soberbia, gradualmente suavizó su actitud hasta que al final imploraban a Franz. -"Jaegerstatter, te pondremos en una posición donde no tendrás que levantar una pistola. Te haremos enfermero. ¡Por favor escúchanos! -"Ustedes son buenos hombres", respondió Franz, "y yo aprecio lo que están tratando de hacer por mi. Pero si entro en el ejército siento que estoy haciendo algo muy malo, y añado a ello el pecado de mentir al parecer que pertenezco al ejército vistiendo su uniforme. No puedo hacer esto". Franz fue declarado culpable de dañar el esfuerzo de guerra y la corte recomendó la pena de muerte. Franz y su abogado aceptaron la sentencia en silencio. Dean Kreuzberg, el capellán católico, le contó a Franz que el Padre Reinisch había tomado la misma posición que él y por ello le habían matado. El capellán estaba tratando de convencer a Franz para que cambiase de postura. Sin embargo, el saber que un sacerdote había muerto sosteniendo su posición le dio a Franz una gran tranquilidad para mantenerse firme. El Padre Furthauer trajo a Francesca a la prisión de Berlín. Mientras ella esperaba para verlo, los guardias trajeron a Franz al lugar de visitas. Ella presenció como lo empujaban brutalmente. Permitieron al matrimonio estar juntos 20 minutos. Francesca y el capellán trataron de convencer a Franz. Al acabar el tiempo de la visita, el sacerdote le dijo: "No tienes que preocuparte de estar cometiendo pecado. Estás siguiendo tu conciencia y eso es bueno" Le dio la bendición. Francesca y Franz se abrazaron. La noche del 8 de Agosto de 1943 abrieron la celda de Franz. Le entregó un papel y le dijo: "escribe tu última carta" El la dirigió a su esposa e hijas: Me trajeron a la prisión Brandengurg junto a varios otros condenados a muerte .... Nosotros no sabíamos todavía qué nos pasaría. Hasta el mediodía no me dijeron que mi sentencia había sido confirmada el 14 de julio y se cumplirá hoy (9 de agosto, 1943) a las 4:00 PM.... Querida esposa y madre, te agradezco una vez más de corazón todo lo que has hecho por mi en la vida, todos los sacrificios que has hecho por mi. Te ruego me perdones si te he herido u ofendido, como yo he perdonado todo... No me era posible liberarte del dolor que ahora debes sufrir por mí. Qué difícil debe haber sido para nuestro querido Salvador cuando, por sus sufrimientos y muerte, tuvo que preparar tan gran sufrimiento para su Madre, y ellos cargaron con todo esto por amor a nosotros pecadores. Mis saludos de corazón para mis queridas hijas. Ciertamente le pediré a Dios, si me permite entrar en el cielo pronto, que guarde un pequeño espacio en el cielo para todos ustedes. En la semana pasada he rezado mucho a la Santísima Virgen que, si es la voluntad de Dios que yo muera pronto, se me permita celebrar la fiesta de la Asunción en el cielo..... ....El corazón de Jesús, el corazón de María y mi corazón son uno en tiempo y eternidad." Las autoridades de la prisión dejaron un documento en la celda. Solo tenía que firmarlo para salvar su vida. El Padre Jochmann le sugirió que lo firmara. -"Padre, no puedo hacer eso". El Padre entonces le ofreció algo para leer, pero Franz no aceptó nada, ni siquiera el Nuevo Testamento porque decía: "Estoy completamente envuelto en unión interior con el Señor, y cualquier lectura solo interrumpiría mi comunicación con mi Dios". El Padre Jochmann más tarde dijo que Franz se encontraba en profunda paz y no se quejaba. "Puedo decir con certeza que este hombre sencillo es el único santo que he conocido en mi vida".
Franz tenía 36 años de edad cuando lo decapitaron. Su cuerpo fue incinerado . Tres años más tarde las cenizas se llevaron a Sankt Radegund donde se enterraron junto a la iglesia con otros 60 hombres del pueblo que murieron en la II Guerra Mundial. En la misma cárcel donde decapitaron a Frana Jägerstätter, fue ahorcado el teólogo protestante Dietrich Bonhöffer que también se opuso a los nazis por el Evangelio. Franziska, la esposa de Franz, pensó que el testimonio de su marido quedaría en el olvido. Así parecía hasta que en 1966 Gordon Zahn publicó su vida en el libro In Solitary Witness. Beatificación, 2007: El 26 de octubre, "Día Nacional" de Austria, Franzisca, de 94 años, y otras 5,000 personas participaron en la liturgia de beatificación de Franz. 27 cardenales y obispos de Austria y del extranjero estaban presente. La misa fue televisada a toda la nación. "Yo siempre le pedí al Señor Dios que me permitiera vivir para ver este día" dijo Franzisca, rodeada de miembros de su familia, en la catedral, donde una inmensa foto de Jaegerstaetter colgaba sobre el altar. Una semana después de su beatificación, en la fiesta nacional de Austria, la reliquia fue consagrada e instalada cerca del altar el cual esta consagrado a María Reina de los Mártires. Sobre la reliquia hay una cita de Romanos 8,35: "¿Que nos puede separar del amor de Dios?. El Papa Benedicto XVI beatificó en el 2005 a otro opositor de los nazis: el Cardinal Clemens August von Galen (1878-1946), el "León de Munster", cuya residencia fue incendiada por sus críticas abiertas contra el régimen nazi. Oración: Franz Jägerstätter, tú que preferiste ser testigo solitario de que Jesucristo es el Señor, ruega por nosotros. Bibliografía: -In Solitary Witness: The Life and Death of Franz Jaegerstatter, Gordon Zahn, 1966. 1982, Liturgical Press. -No Strangers to Violence, No Strangers to Love, Boniface Hanley, OFM, 1983, Ave Maria Press dioezese-linz.at c3.hu/~bocs
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