Ezequiel pertenece a la clase sacerdotal y su ministerio profético dura veinte años (593-573). Es conocido por sus visiones. Dos etapas de su acción profética: Antes y después de la destrucción de Jerusalén por el ejercito caldeo bajo Nabucodonosor (598 a. C.) Antes de la caída de Jerusalén Ezequiel advierte que la ciudad será destruida por castigo divino. Llama a la humildad y arrepentimiento. No le escuchan porque hay en la ciudad un falso optimismo: "¿Cómo va Yahwéh a abandonarnos si el habita en su Temploen Jerusalén?". Pensaban que pasaría como en tiempos de Senaquerib, un siglo antes, que tuvo que abandonar el asedio por una intervención milagrosa. Pero la derrota fue devastadora. Jerusalén y el Templo fueron destruidos y gran parte de la población fue deportada a Babilonia, entre ellos el rey Jeconías, hijo de Joaquín quien murió durante el asedio y el profeta Ezequiel. En el exilio, el profeta también está contra la corriente de su pueblo porque ahora da esperanzas de un porvenir mejor mientras el pueblo se siente sin esperanzas.
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