Un amor capaz de la fidelidad
Palabras de Madre Adela en la primera profesión
de las Hnas. Michelle, Sonia y Elena
24 de Enero, 2006
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Muy querido Monseñor Agustín Román. Queridos sacerdotes y diáconos; queridos seminaristas, queridas hermanas de nuestra Congregación y demás religiosas que nos acompañan; queridos familiares, amigos y Apóstoles de los Dos Corazones.

Los saludo a todos con profunda gratitud por estar aquí con nosotras en este día de la primera profesión de nuestras hermanas Michelle, Sonia y Elena. Sentimos un gran gozo al acoger en el seno de nuestra familia religiosa a estas tres hermanas que movidas por el amor han dado su fiat para abrazar una vida de especial consagración y seguimiento mas cercano a Cristo pobre, casto y obediente.

Hermanas Sonia, Michelle y Elena, el Señor les ha revelado el amor de Su Corazón. Les dio la gracia de conocer en el interior de sus corazones la potencia de ese amor que es capaz de transformar toda la existencia humana y de darle una nueva dirección a la vida. La experiencia de ese amor gratuito de Dios fue tan fuerte que sus corazones se sintieron íntimamente movidos a darle una respuesta de amor, una ofrenda digna de tanto amor: la entrega total e incondicional de sus vidas. Y así pueden hoy decir con S. Juan: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero" (1 Juan 4:19).

La vocación religiosa es en esencia una llamada de amor y para el amor. Debemos encontrar su inicio en un diálogo misteriosamente ocurrido, entre el Corazón de Dios y el corazón de la persona humana. Ese “Sigueme” que Cristo pronunció en sus corazones efectúo una maravillosa revolución interior que les hizo “dejarlo todo e ir tras de él”. Ese sigueme debe resonar en su interior por el resto de sus vidas, haciendo de este “fiat”, un eco perenne que embellezca el rostro de la Iglesia y testimonie ante el mundo la supremacía del amor de Dios. El fiat que hoy han dado, debe ser la llave que abra para siempre sus corazones a esta disposición incondicional de fidelidad al Cordero para seguirle por donde quiera que El les lleve.

La fidelidad es expresión visible y concreta del amor. La fidelidad, al amor abrazado y al amor ofrecido, es una decisión madura del corazón que nos hace permanecer para siempre en el “fiat” que hemos dado. Uno de las títulos atribuidos a la Virgen en las Letanías Lauretanas y que en su sencillez me parece tan potente es el de: Virgen Fiel. ¡Que hermoso es vivir y morir en fidelidad! Para ello debemos aprender de la Virgen María a tener un corazón fiel, una disposición interior y exterior a la fidelidad. ¿En que consiste la fidelidad de la Virgen? ¿Cuales son sus dimensiones? Quisiera mencionar brevemente las palabras que el Siervo de Dios Juan Pablo II, nos dijera sobre este tema en su primer viaje a la Basílica de Guadalupe:

“La primera dimensión se llama búsqueda. María fue fiel ante todo cuando, con amor se puso a buscar el sentido profundo del designio de Dios en Ella y para el mundo. “ -¿Cómo sucederá esto? ”, preguntaba Ella al Angel de la Anunciación. No habrá fidelidad si no hubiere en la raíz esta ardiente, paciente y generosa búsqueda; si no se encontrara en el corazón del hombre una pregunta, para la cual sólo Dios tiene respuesta, mejor dicho, para la cual sólo Dios es la respuesta.

La segunda dimensión de la fidelidad se llama acogida, aceptación. El “ como será esto?” se transforma, en los labios de María, en un “ fiat ”. Que se haga, estoy pronta, acepto: éste es el momento crucial de la fidelidad, momento en el cual el corazón humano percibe que jamás comprenderá totalmente el cómo; que hay en el designio de Dios más zonas de misterio que de evidencia; que, jamás logrará captarlo todo. Es entonces cuando el hombre acepta el misterio, le da un lugar en su corazón con la disponibilidad de quien se abre para ser habitado - ¡por Alguien! – más grande que el propio corazón.

Coherencia, es la tercera dimensión de la fidelidad. Vivir de acuerdo con lo que se cree. Ajustar la propia vida al objeto de la propia adhesión. Aceptar incomprensiones, persecuciones antes que permitir rupturas entre lo que se vive y lo que se cree: esta es la coherencia. Aquí se encuentra, quizás, el núcleo más intimo de la fidelidad.

Pero toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. Por eso la cuarta dimensión de la fidelidad es la constancia. Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad a una coherencia que dura a lo largo de toda la vida. El “fiat ” de María en la Anunciación encuentra su plenitud en el “ fiat ” silencioso que repite al pie de la cruz. Ser fiel es no traicionar en les tinieblas lo que se aceptó en público”.

Pido a Nuestra Madre, la Virgen Fiel, que les guarde en su Corazón Inmaculado para que en la escuela de su amor esponsal y materno, aprendan la hermosa lección de la fidelidad. Lección que Ella mas que nadie puede darnos pues el Fiat de la Anunciación fue el mismo de la Cruz...y es el mismo fiat que resuena desde el corazón de la Iglesia, de generación en generación, para su Esposo, Nuestro Señor Jesucristo.


En el amor de los Dos Corazones,

Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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