Ven
a mi lado y mira al recién nacido.
Hijo, ven a mi lado y mira al recién nacido.
Pasa adelante y ponte junto a mí y José. Disculpa la incomodidad y el
olor de los animales; ya sabes la historia: cómo buscamos por todos
sitios y no pudimos encontrar algo mejor en ese momento apresurado del
Nacimiento de Jesús. Pero así lo quería Dios; así que, ven, acércate y
ponte aquí, junto a mí. ¿Lo ves bien desde ahí? Míralo, es el pequeño
Jesús reclinado en ese duro e incómodo pesebre...
Yo quería para El un lugar cómodo, pero El no quería eso para Sí, por lo
que nunca en la vida exigí comodidad para mí. Yo hubiera preferido
ahorrarle tantos sufrimientos, pero El no quería una vida fácil, por lo
que yo tampoco la pedí para mí, así que ¡imagina la angustia de mi
corazón porque mi Hijo ansiaba morir crucificado para salvarte a ti! Era
una terrible espada que atravesó mi alma. No, ser la Madre de Dios
-porque Dios así lo quiso para mí- no fue fácil entonces ni lo es ahora
que velo por ti y todos mis hijos en el mundo, llamándote, cuidándote
del pecado y del Maligno y apareciéndome en diversos lugares para
recordarte que Dios existe, que Jesús es Dios, que El te ama y por esa
misma razón Se hizo hombre, para redimirte.
Ven, hijo e hija de mi corazón, y no pongas atención al frío intenso de
la noche y la falta de visitantes y consideraciones que hubo para
nosotros. No me preguntes por qué el Señor de señores, Dios y Creador
del universo quiso nacer y vivir y morir pobre y humilde, siendo El la
Riqueza misma, habiendo podido vivir adorado y servido por todas Sus
criaturas, como realmente Se Lo merece. La profundidad del corazón
amoroso de Dios es inalcanzable...
Este es mi mensaje para ti para esta Navidad, hijo e hija queridos. Haz
un espacio para Jesús en tu corazón y saca de ahí todo lo que Le estorba
a El. Hazle un pesebre en ti e invítame a que llegue con San José para
llevarte en brazos a mi Hijo. Aunque El sea pequeño aún, es mejor así,
hijo mío, hija mía, porque así podrá ir creciendo poco a poco en ti,
ajustándote a tu velocidad de entrega y a tus limitaciones para una
mayor conversión y deseo de santidad en tu vida. Hijo mío, hija mía, que
tengas una Navidad feliz, con el amor y paz de Jesús en medio de tu vida
y tu familia.
Con mi amor de Madre para ti, María, tu Madre del Cielo, que está
siempre contigo.