Oficio de lectura,
domingo IV
semana
de pascua
Cristo, el buen pastor
De las homilías de san
Gregorio Magno,
papa, sobre los evangelios
Homilía
14, 3-6
Yo
soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas,
es decir, que las amo,
y las mías me conocen.
Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: «los que
aman vienen tras de mí». Pues el que no ama la verdad es que no la
ha conocido todavía.
Acabáis de escuchar, queridos hermanos, el riesgo
que corren los pastores; calibrad también, en las palabras del
Señor, el que corréis también vosotros. Mirad si sois, en verdad,
sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad.
Si le conocéis, digo, no sólo por la fe, sino también por el amor;
no sólo por la credulidad, sino también por las obras. Porque el
mismo Juan evangelista, que nos dice lo que acabamos de oír, añade
también: Quien dice:
«Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso.
Por ello dice también el Señor en el texto que
comentamos: Igual
que el Padre me conoce y yo conozco al Padre, yo doy mi vida por las
ovejas. Como si dijera claramente: «la prueba de que
conozco al Padre y el Padre me conoce a mí está en que entrego mi
vida por mis ovejas; es decir, en la caridad con que muero por mis
ovejas, pongo de manifiesto mi amor por el Padre».
Y de nuevo vuelve a referirse a sus ovejas
diciendo: Mis ovejas
escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy
la vida eterna. Y un poco antes había dicho:
Quien entre por mí se
salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. O
sea, tendrá acceso a la fe, y pasará luego de la fe a la visión, de
la credulidad a la contemplación, y encontrara pastos en el eterno
descanso.
Sus ovejas encuentran pastos, porque quienquiera
que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá con un alimento de
eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto, los pastos de estas ovejas,
sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable? Los pastos de
los elegidos son la visión del rostro de Dios, con cuya plena
contemplación la mente se sacia eternamente.
Busquemos, por tanto, hermanos queridísimos, estos
pastos, en los que podremos disfrutar en compañía de tan gran
asamblea de santos. El mismo aire festivo de los que ya se alegran
allí nos invita. Levantemos, por tanto nuestros ánimos, hermanos;
vuelva a enfervorizarse nuestra fe, ardan nuestros anhelos por las
cosas del cielo, porque amar de esta forma ya es ponerse en camino.
Que ninguna adversidad pueda alejarnos del júbilo
de la solemnidad interior, puesto que cuando alguien desea de verdad
ir a un lugar, las asperezas del camino, cualesquiera que sean, no
pueden impedírselo.
Que tampoco ninguna prosperidad, por sugestiva que
sea, nos seduzca, pues no deja de ser estúpido el caminante que,
ante el espectáculo de una campiña atractiva en medio de su viaje,
se olvida de la meta a la que se dirigía.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu
Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, concédenos
también la alegría eterna del reino de tus elegidos, para que así el
débil rebaño de tu Hijo tenga parte en la admirable victoria de su
Pastor. Que vive y reina contigo.