Oficio de Lectura,
14 de
Diciembre,
San Juan de la Cruz,
Presbítero y doctor de la Iglesia
Conocimiento del misterio
escondido en Cristo Jesús
Del su
Cántico espiritual
Por más misterios y maravillas que han descubierto
lo santos doctores y entendido las santas almas en este estado de
vida, les quedó todo lo más por decir y aun por entender, y así hay
mucho que ahondar en Cristo, porque es como una abundante mina con
muchos senos de tesoros, que, por más que ahonden, nunca les hallan
fin ni término, antes van hallando en cada seno nuevas vena de
nuevas riquezas acá y allá.
Que, por eso, dijo san Pablo del mismo Cristo,
diciendo: En Cristo moran todos los tesoros y sabiduría
escondidos. En los cuales el alma no puede entrar ni llegar a
ellos, si, como habemos dicho, no pasa primero por la estrechura del
padecer interior y exterior a la divina Sabiduría.
Porque, aun a lo que en esta vida se puede alcanza
de estos misterios de Cristo, no se puede llegar sin haber padecido
mucho y recibido muchas mercedes intelectuales y sensitivas de Dios,
y habiendo precedido mucho ejercicio espiritual, porque todas estas
mercedes son más bajas que la sabiduría de los misterios de Cristo,
porque todas son como disposiciones para venir, ella.
¡Oh, si se acabase ya de entender cómo no se puede
llegar a la «espesura» y sabiduría de «las riquezas de Dios», que
son de muchas maneras, si no es entrando en la «espesura del
padecer» de muchas maneras, poniendo en eso el alma su consolación y
deseo! ¡Y cómo el alma que de veras desea sabiduría divina desea
primero el padecer para entrar en ella, en la «espesura de la cruz»!
Que, por eso, san Pablo amonestaba a los de Éfeso
que no desfalleciesen en las tribulaciones, que estuviesen bien
fuertes y arraigados en la caridad, para que pudiesen comprender,
con todos los santos, qué cosa sea la anchura y la longura y la
altura y la profundidad, y para saber también la supereminente
caridad de la ciencia de Cristo, para ser llenos de todo
henchimiento de Dios.
Porque, para entrar en estas riquezas de su
sabiduría, la puerta es la cruz, que es angosta. Y desear entrar por
ella es de pocos; mas desear los deleites a que se viene por ella es
de muchos.
Oración
Dios, Padre nuestro, que hiciste a tu presbítero
san Juan de la Cruz modelo perfecto de negación de sí mismo y de
amor a la cruz, ayúdanos a imitar su vida en la tierra para llegar a
gozar de tu gloria en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.