Liturgia de las horas, 23 de
diciembre
PRIMERA LECTURA
Del Libro del Profeta
Isaías 51, 1-11
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de
San Hipólito, Presbítero, contra la herejía de Noeto
(Caps. 9-12: PG 10, 815-819)
Manifestación del misterio escondido
Hay un único Dios, hermanos, que sólo puede ser conocido a través de las
Escrituras santas. Por ello debemos esforzarnos por penetrar en todas
las cosas que nos anuncian las divinas Escrituras y procurar profundizar
en lo que nos enseñan. Debemos conocer al Padre como Él desea ser
conocido, debemos glorificar al Hijo como el Padre desea que lo
glorifiquemos, debemos recibir al Espíritu Santo como el Padre desea
dárnoslo. En todo debemos proceder no según nuestro arbitrio ni según
nuestros propios sentimientos ni haciendo violencia a los deseos de
Dios, sino según los caminos que el mismo Señor nos ha dado a conocer en
las Santas Escrituras.
Cuando sólo existía Dios y nada había aún que coexistiera con Él, el
Señor quiso crear al mundo. Lo creó por su inteligencia, por su voluntad
y por su palabra; y el mundo llegó a la existencia tal como Él lo quiso
y cuando Él lo quiso. Nos basta, por tanto, saber que, al principio,
nada coexistía con Dios, nada había fuera de Él. Pero Dios, siendo
único, era también múltiple. Porque con Él estaba su sabiduría, su
razón, su poder y su consejo; todo esto estaba en Él, y Él era todas
estas cosas. Y, cuando quiso y como quiso, y en el tiempo por Él mismo
predeterminado, manifestó al mundo su Palabra, por quien fueron hechas
todas las cosas..
Y como Dios contenía en sí mismo a la Palabra, aunque ella fuera
invisible para el mundo creado, cuando Dios hizo oír su voz, la Palabra
se hizo entonces visible; así, de la luz que es el Padre salió la luz
que es el Hijo, y la imagen del Señor fue como reproducida en el ser de
la criatura; de esta manera el que al principio era sólo visible para el
Padre empezó a ser visible también para el mundo, para que éste, al
contemplarlo, pudiera alcanzar la salvación.
El sentido de todo esto es que, al entrar en el mundo, la Palabra quiso
aparecer como hijo de dios; pues, en efecto, todas las cosas fueron
hechas por el Hijo, pero Él engendrado únicamente por el Padre.
Dios dio la ley y los profetas, impulsando a éstos a hablar bajo la
moción del Espíritu Santo, para que, habiendo recibido la inspiración
del poder del Padre, anunciaran su consejo y su voluntad.
La Palabra, pues, se hizo visible, como dice San Juan. Y repitió en
síntesis todo lo que dijeron los profetas, demostrando así que es
realmente la Palabra por quien fueron hechas todas las cosas. Dice: En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella
no se hizo nada de lo que se ha hecho. Y más adelante: El mundo se hizo
por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos
no la recibieron.
Esta
página es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y
María.