San Pedro Julián
Eymard
Apóstol
de la Eucaristía
Fundador de los Sacerdotes del Santísimo Sacramento,
Las Siervas del Santísimo Sacramento, Archicofradía del Santísimo
Sacramento y otras obras.
Fiesta: 2 de agosto
ver también: Vía
Crucis Eucarístico
Pedro Julián nació en un pueblito de la diócesis
francesa de Grénoble, llamado Mure
d'Isére, en el año 1811. En la misma
diócesis ocurrieron las apariciones de la Virgen en
La Salette.
Trabajó con su padre en su fábrica de cuchillos y mas tarde en una prensa de aceite,
hasta que cumplió 18 años. En sus horas libres estudiaba latín y recibía clases de un
sacerdote de Grénoble, con quien también trabajo por un tiempo.
En 1831 entra en el seminario de Grénoble y en tres años es ordenado sacerdote.
En sus primeros cinco años de sacerdote sirvió en una parroquia en Chatte y
Monteynard. Luego pidió permiso al obispo para ingresar en la Congregación de los
Maristas. El obispo le concede diciendo: "La mejor prueba de estima que puedo dar a
esa congregación es permitir a un sacerdote como vos ingresar en ella". Al terminar su noviciado, Pedro Julián fue nombrado director espiritual del seminario
menor de Belley y mas tarde fue elegido provincial de Lyon en 1845.
La Eucaristía incendia su corazón
El centro de su vida espiritual había sido siempre la devoción al Santísimo
Sacramento. El santo decía: "Sin El, perdería yo mi alma".
El santo nos relata una experiencia extraordinaria en una procesión de Corpus
Christi, mientras llevaba al Santísimo en sus manos: "Mi alma se inundó de
fe y de amor por Jesús en el Santísimo Sacramento. Las dos horas pasaron como un
instante. Puse a los pies del Señor a la Iglesia de Francia, al mundo entero, a mi mismo.
Mis ojos estaban llenos de lágrimas, como si mi corazón fuese un lagar. Hubiese yo
querido en ese momento que todos los corazones estuvieran con el mío y se incendiaran con
un celo como el de San Pablo".
Hizo una peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Fourviéres en 1851:
"Me obsesionaba la idea de que no hubiese ninguna congregación consagrada a
glorificar al Santísimo Sacramento, con una dedicación total. Debía existir esa
congregación
Entonces prometí a María trabajar para ese fin. Se trataba aún de
un plan muy vago y no me pasaba por la cabeza abandonar la Compañía de María
¡Que
horas tan maravillosas pasé ahí! ".
Las Fundaciones y las pruebas
Fue aconsejado por sus superiores a no tomar ninguna decisión hasta que su proyecto
estuviera más maduro. Después de 4 años en la Seyne, alentado por los mismos fundadores
de los Maristas, Pío IX y el venerable Juan Colin, decide salir de la Compañía de
María para fundar la nueva Congregación de Sacerdotes adoradores del Santísimo
Sacramento, en 1856. Presenta su plan al Monseñor Sibour, Arzobispo de
París. Recibió la aprobación de Mons. Sibour a los 12 días.
Pedro Julián junto con un compañero se instaló en la casa que el mismo Monseñor
puso a su disposición. El 6 de enero de 1857, en la capilla de la casa, Julián por
primera vez expuso el Santísimo Sacramento y predicó en la nueva congregación.
El Padre Eymard tuvo que enfrentar muchas críticas por haberse salido de la Compañía
de María y sufrió oposición a su obra. El Santo les decía: "No comprenden la obra
y creen que hacen bien en oponerse a ella. Ya sabía yo que la obra iba a ser perseguida.
¿Acaso el Señor no fue perseguido durante su vida?".
Muchos eran los llamados, pero pocos los escogidos. Los P.P. de Cuers y Champion fueron
los primeros miembros de la Congregación. El progreso fue lento y con muchas
dificultades. Tuvieron que cambiar de casa. En 1858 consiguieron una capillita en el
suburbio de Saint-Jacques. El P. Eymard llamó a ese lugar "la capilla de los
milagros" porque por 9 años, el Señor se derramó allí en abundancia. El
Santísimo se exponía 3 veces por semana. El siguiente año, Pío IX emitió un breve en
alabanza a la congregación.
Se abre la segunda casa en Marsella y la tercera en Angers en 1862. Para entonces
habían suficientes miembros para establecer un noviciado regular. Los sacerdotes rezan el
oficio divino en coro y ejercen ministerios pastorales. Su principal misión es la
adoración del Santísimo Sacramento, en lo cual ayudan los hermanos legos.
El P. Eymard funda la congregación de las
Siervas del Santísimo Sacramento en
1852, también dedicadas a la adoración perpetua y a propagar el amor al
Señor. También funda la Liga Eucarística Sacerdotal cuyos miembros se
comprometen a una hora diaria de oración ante el Santísimo.
Trabajar con los sacerdotes y religiosas no fue su único objetivo. Funda la
"Obra
de Adultos", organización que se dedica a preparar a hombres y mujeres
adultos para la primera comunión cuando por razón de edad o trabajo no podían asistir a
la catequesis parroquial.
Organizó la Archicofradía del Santísimo Sacramento
que luego el
derecho canónico ordena establecer en todas las parroquias. Escribió varias obras sobre la Eucaristía que han sido traducidas a
varios idiomas.
Muchos lo consideraban un verdadero santo, se le notaba en todo: en su vida diaria
llena de obras y virtudes, en especial el amor, y en sus dones sobrenaturales. Tenía
visiones proféticas, adivinaba los pensamientos y leía los corazones.
San Juan Bautista Vianney lo conoció personalmente y
dijo de él: "Es un santo. El mundo se opone a su obra porque no la conoce, pero se
trata de una empresa que logrará grandes cosas por la gloria de Dios. ¡Adoración
Sacerdotal, que maravilla!
Decid al P. Eymard que pediré diariamente por su
obra".
En sus últimos años de vida, el P. Eymard tuvo una gota reumática, padecía de
insomnio y otras tantas enfermedades. A sus sufrimientos se añadían innumerables
dificultades.
Una vez dejó ver el desaliento que sufría, según escribe el P. Mayet en 1868:
"Nos abrió su corazón y nos dijo: 'Estoy abrumado bajo el peso de la cruz,
aniquilado, deshecho'. Necesitaba el consuelo de un amigo, ya que, según nos explicó:
'Tengo que llevar la cruz totalmente solo para no asustar o desalentar a mis hermanos'
".
Presentía su muerte. Su hermana le pidió en febrero que fuera con mas frecuencia a
Mure, el le dijo: "Volveré mas pronto de lo que imaginas". El P. Eymard fue a
visitar a sus amigos y penitentes, hablándoles como si fuese la última vez que los
veía. El 21 de febrero el Padre Eymard salió de Grénoble rumbo a la Mure. Por el
intenso calor y cansancio, llega casi sin conocimiento y con un ataque de parálisis
parcial.
Muere el 1 de agosto. Antes de finalizar ese año ocurren varios
milagros en su tumba.
En 1895 la Santa Sede confirmó la Congregación "in perpetuum".
El Padre Eymard es beatificado en 1925 y es canonizado el 9 de diciembre de 1962 por
S.S. Juan XXIII.
Bibliografía:
J.M. Lambert, Colección Les Saints (1925).