Onésimo
Onésimo era esclavo fugitivo que le
había robado a su amo Filemón. San Pablo lo evangeliza y llega a
amarlo como a un hijo. Desde la carcel lo devuelve a Filemón pero
exhortando a este a tratar a su antiguo esclavo con amor cristiano.
Este amor radicalmente debe transformar las relaciones desde el
corazón. Tanto el amo como el esclavo son hombres nuevos en Cristo y
deben amarse en Cristo. Son ante todos hijos del mismo Padre y por
lo tanto hermanos.
Si bien el Nuevo Testamento no
contiene un mandamiento explícito sobre la liberación de esclavos,
si hace claro que en Cristo todos somos hermanos, hijos del mismo
Padre, Dios. Ver: Esclavitud
Pablo se compromete a pagar las
deudas de Onésimo "Si en algo te ofendió, o algo te debe, ponlo a mi
cuenta; yo, Pablo, lo firmo con mi puño y letra, yo pagaré".
De 25 versículos que contiene la
carta de San Pablo a Filemón, 12 de ellos los dedica a presentarle a
Onésimo como hijo suyo entrañable:
"Te ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre cadenas, Onésimo,
que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora muy útil para ti y para
mí. Te lo devuelvo, a éste, mi propio corazón. Yo querría retenerle
conmigo, para que me sirviera en tu lugar, en estas cadenas por el
Evangelio; mas, sin consultarte, no he querido hacer nada, para que
esta buena acción tuya no fuera forzada sino voluntaria. Pues
tal vez fue alejado de ti por algún tiempo, precisamente para que lo
recuperaras para siempre, y no como esclavo, sino como algo
mejor que un esclavo, como un hermano querido, que, siéndolo mucho
para mí, ¡cuánto más lo será para ti, no sólo como amo, sino también
en el Señor!. Por tanto, si me tienes como algo unido a ti,
acógele como a mí mismo. Y si en algo te perjudicó, o algo te
debe, ponlo a mi cuenta. Yo mismo, Pablo, lo firmo con mi
puño; yo te lo pagaré... Por no recordarte deudas para conmigo, pues
tú mismo te me debes. Sí, hermano, hazme este favor en el
Señor. ¡Alivia mi corazón en Cristo! Te escribo confiado en tu
docilidad, seguro de que harás más de lo que te pido.
Según el Martiriologio Romano "fue llevado atado a Roma y lapidado
por la fe de Cristo" después de haber sido obispo de Efeso.