Bartolomé
Murillo
1617, Sevilla -1682, Sevilla
El
pintor español que dio a conocer a
La Inmaculada
dos siglos antes del dogma
Ver también
wikipedia
|
La Inmaculada Concepción del
Escorial. Murillo.
Museo del Prado, Madrid
|
El dogma de la Inmaculada Concepción se proclamó el 8 de diciembre, de 1854.
Pero ya dos siglos antes, un amante de la Virgen que no era ni sacerdote ni
teólogo, había preparado el camino dándola a conocer por todo el mundo bajo
ese magnífico título. Se trata del gran pintor español Bartolomé Esteban
Murillo, quién vivió en Sevilla desde el año 1617 hasta 1682.
Una vocación de Dios
El día de su Bautismo recibió el nombre de Bartolomé y la madre lo ofreció
al Señor, consagrándolo al servicio de la Virgen María. Ella soñaba con que
fuera sacerdote, pero a los doce años de edad, cuando debía comenzar sus
estudios en el seminario, el joven Bartolomé insistió que quería en vez
dedicarse al arte. Su padre tampoco estaba feliz. El soñaba con que su hijo
fuese mercader.
Los padres consultaron con su tío, el cirujano Juan Lazarez, quien era amigo
del pintor Juan del Castillo. Se concertó una prueba de las aptitudes del
joven y el señor Castillo determinó que su talento era prometedor. "Dios ha
puesto gran destreza en sus manos y muchos sueños en su corazón", concluyó.
Los padres no se reconciliaban con la idea de un hijo artista, pero el tío
les ayudó a razonar con mayor respeto a la providencia. "Dios tiene sus
caminos", les dijo, "para guiar la juventud hacia lo que El quiere". Sin
dudas detrás de todo estaba la providencia de Dios queriendo honrar y
aumentar la devoción a Su Santísima Madre.
Un camino cuesta arriba
Don Juan del Castillo tomó a Bartolomé como discípulo. "No te sientas mal,
mamá" dijo el joven, "pintaré a la Santísima Virgen María como nunca ha sido
pintada". Sus palabras resultaron ser proféticas. Bartolomé Murillo produjo
cientos de pinturas de la Virgen María. Al menos 25 de ellas la honran bajo
el título de la Inmaculada Concepción.
Cuando el señor Castillo invitó a los padres de su mejor discípulo a ver sus
obras, el señor Murillo preguntó, "¿No tiene otra cosa que pintar?". Pero
la madre repuso: "¿Cómo podría encontrar un sujeto tan maravilloso?. Aquí
la madre tenía razón. Nadie se acerca a la belleza de la Virgen y mayor
belleza, solo Dios.
Los padres no vivieron para ver el éxito de su hijo. Ambos murieron antes
de que cumpliera sus 20 años, lo que hizo que el joven se viera en grandes
aprietos económicos. Tenía que ganarse la vida y mantener a su hermana
pequeña. Así comenzó a vender en el mercado llamado la Feria de Sevilla.
Pintaba al aire libre junto a la Iglesia de Todos los Santos, vivía de las
pocas monedas que le ofrecían. Mientras tanto, sostenía a su hermana, crecía
su talento y se daba a conocer.
Murillo se interesó en especial por la gente sencilla, queriendo captar la
viveza y la naturalidad de sus expresiones. Para lograrlo, su trabajo en la
calle, entre amas de casa con sus niños, obreros, gitanos y profesionales,
ofrecía cierta ventaja que le inspiraba a encontrar su propio estilo lleno
de humanidad y calor.
El Nacimiento de la Virgen, detalle
Murillo |
Después de dos años pintando en el mercado, su corazón latía con el deseo de
conocer a los mejores artistas de Europa y aprender de ellos. Parecía un
sueño imposible, pero el tío Juan vino a su auxilio haciéndose cargo de su
hermana. Para financiar su viaje, Murillo se encerró a pintar cientos de
escenas religiosas. Había una gran demanda para ellas en el mercado con el
Nuevo Mundo donde se construían nuevas Iglesias.
En Madrid visitó al gran Velázquez, el pintor oficial del rey, quién lo
recibió amablemente y evaluó su trabajo. "Tienes mucho talento", le dijo el
pintor real, "pero hay muchas asperezas. Necesitas mas entrenamiento. Te
invito a quedarte a estudiar conmigo". Murillo con gusto aceptó la generosa
oferta y se quedó tres años copiando obras maestras en los museos de Madrid
bajo la supervisión de Velázquez.
Un sacrificio heroico
Velázquez un día enseñó al rey el trabajo de su discípulo y le mencionó el
deseo del joven de ir a Roma para seguir sus estudios. El rey ofreció
financiar el viaje a lo que Murillo respondió con enorme alegría. Pero en
eso llegó la noticia de la muerte de su tío, lo cual dejaba a su hermana
desamparada.
La decisión no fue fácil, pero Murillo tomó el camino que su fe y su amor
requerían. Decidió renunciar a la maravillosa oportunidad que se le ofrecía
para volver a Sevilla a cuidar a su hermana. La renuncia fue muy grande pero
mayores aun eran los planes de Dios que lo destinaba a ser, no un pintor de
la realeza de este mundo, sino el pintor de la mas excelsa de las reinas, La
Virgen Santísima.
Sevilla probó ser una ciudad privilegiada para el arte religioso. Tenía, ya
en aquel tiempo, mas de 140 iglesias y docenas de conventos y monasterios y
gozaba de un gran mercado de arte por sus contactos con el Nuevo Mundo.
Además, la doctrina de la Inmaculada Concepción se debatía intensamente.
Por la puerta de la Iglesia
La Anunciación por Murillo
Pintado entre 1655-1665 |
El arte religioso era el camino de Murillo. Poco después de llegar a Sevilla
fue contratado por el prior de los franciscanos para que trabajase en su
monasterio. El prior no tenía el dinero para pagar lo justo por las
pinturas que deseaba pero si lo suficiente para las necesidades básicas del
artista y su hermana. Murillo, por su parte, comprendió que esta era una
oportunidad para darse a conocer. En tres años produjo para el convento y
para el mundo once obras maestras, todas con temas marianos y franciscanos.
Las pinturas eran muy originales por su riqueza del calor humano. Tenían una
naturalidad y ternura que atraía a todos, tanto a la gente común como a los
críticos del arte. Las escenas tenían un rico mensaje religioso,
magistralmente logrado. Todo ello logró que las visitas al monasterio se
hicieran muy populares.
Lamentablemente, un siglo mas tarde, el monasterio fue saqueado por las
tropas de Napoleón quien no respetaba ni a los hombres ni a Dios. El
Mariscal Soult reclamó las pinturas como trofeo de guerra y se las llevó a
Francia. Este atropello, sin embargo, sirvió para hacer las pinturas mas
conocidas internacionalmente.
Poco después de que Murillo completase el trabajo en el monasterio, su
hermana se casa con un
noble adinerado que es además generoso y agradecido. Decide ayudar al
artista económicamente por lo que este había hecho por su esposa en tiempo
de necesidad.
Murillo también se casa. En cierta ocasión, mientras trabajaba en una pieza
del altar de la iglesia de San Jerónimo en Pilas, necesitaba un modelo.
Volteándose vio a una
"La Virgen de Sevilla" -Louvre |
hermosa joven que rezaba de rodillas. Sin saber quién era le pidió si quería
posar como ángel y ella accedió. Pronto se enamoraron y se casaron. Era doña
Beatriz Isabel y
Cabreyro Sotomayor, una rica heredera.
A raíz de su matrimonio, Murillo tomó a su esposa como modelo para todas sus
pinturas de la Virgen María. Sus tres hijos, a su vez, modelaron como
ángeles y querubines. El fervor de aquel hogar dio frutos para el Señor y la
Virgen. Dos de los hijos se hicieron religiosos. La hija Isabel Francisca
fue dominica, mientras que Gabriel, el hijo, fue franciscano.
Murillo se dedicó con esmero a ilustrar la Biblia para hacerla mas accesible
a todos. Pintó a la Virgen en muchas facetas, desde su trabajo en la cocina
y en el jardín hasta la Anunciación y su presencia en la gloria del cielo.
Pintó también a Jesús y a Juan Bautista, primero bebes y después como niños
y muchas escenas mas.
Tal como le dijo a su madre cuando tenía doce años, Murillo pintó a la
Virgen como nunca se había hecho antes. Gracias a sus pinturas se propagó el
amor y la devoción a La Inmaculada. Aquella temprana consagración en que su
madre de la tierra lo ofreció a la del cielo dio abundante fruto. La
belleza de María Santísima, que siendo tan sublime ningún pintor puede
plenamente captar, encontró en Murillo uno de sus mas dignos interpretes.
Magos de Oriente
*Los cuadros de Murillo están en Iglesias y los mas famosos museos. Murillo
pintó varias veces la Inmaculada en casi la misma forma. Una se encuentra en
el santuario de Nuestra Señora del Universo en Orlando, Florida, USA.
Regreso a página
principal
www.corazones.org