SANTA MARIA
MICAELA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Virgen, fundadora, entregada hasta la muerte al amor
divino.
15 de
junio
Santa María Micaela, Fundadora
Nació en Madrid en 1809 y allí, al visitar el Hospital de San Juan de Dios, nació su
vocación de consagrarse a la
educación de la juventud inadaptada socialmente. El amor a
Cristo en la eucaristía fue el alma de su obra. Fundó el
Instituto de Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de
la Caridad. Tuvo como director espiritual a
San Antonio María Claret. Murió
en Valencia, al atender a los enfermos de cólera, el 24 de
agosto de 1865. Fue canonizada en 1934.
LA
TRANSFORMACIÓN EN EL ESPIRITU SANTO
De los escritos de santa María Micaela.
El día de Pentecostés sentí una luz interior y comprendí
que era Dios tan grande, tan poderoso, tan bueno, tan amante, tan
misericordioso, que resolví no servir más que a un Señor que
todo lo reúne para llenar mi corazón. Yo no puedo querer más
que lo que quieras de mí, Dios mío, para tu mayor gloria.
No deseo nada, ni me siento apegada más que a Jesús
sacramentado. Pensar que el Señor se quedó con nosotros me
infunde un deseo de no separarme de él en la vida, si ser
pudiera, y que todos le viesen y amen. Seamos locos de amor
divino, y no hay qué temer.
Yo no sé que haya en el mundo mayor dicha que servir a Dios y
ser su esclava, pero servirle amando las cruces como él hizo, y
lo demás es nada, llevado por su amor.
Dichosos nuestros pecados, que dan a un Dios motivo para que
ejerza tanta virtud, como resalta en Dios con el pecador. Éste
es tanto más desgraciado cuanto no conoce el valor tan grande de
esta alma suya por la que el Señor derramó toda su sangre. ¿Y
dudaremos nosotros arrostrar todos los trabajos del mundo por
imitar en esto a Jesucristo? ¿Y se nos hará penoso y cuesta
arriba dar la vida, crédito, fortuna y cuanto poseemos sobre la
tierra, por salvar una que tanto le costó al Señor, toda su
sangre sacratísima y divina?
Yo sé que ni el viaje, ni el frío, ni el mal camino,
lluvias, jaquecas, gastos, todo, me parece nada si se salva una,
sí, una. Por un pecado que lleguemos a evitar, somos felices y
le amaremos en pago.