SANTA MARIA JOSEFA DEL CORAZON DE JESUS SANCHO DE GUERRA
Religiosa (1842-1912)
Beatificada: 27 de septiembre de 1992 por S.S. Juan Pablo
II
Canonizada: 1 de octubre de 2000 por su S.S. Juan Pablo
II
Ver también:
Biografía del Vaticano
María
Josefa Sancho de Guerra nació en España, en la ciudad de Vitoria el 7 de
septiembre de 1841. Sus padres eran muy cristianos, solo tuvieron dos
hijas. María Josefa quiso ser monja desde que era niña. A los 7 años su
padre Bernabé muere y años más tarde viaja a casa de una tía a Madrid
para estudiar.
A los
18 años un acceso de tifus impide que ingrese en la orden de las
Concepcionistas, pero cinco años más tarde ingresa con las Religiosas
Siervas de María, dedicadas al ministerio de los enfermos. En esta
congregación se destaca por sus grandes cualidades y capacidad de
entrega ante la epidemia del cólera que azotó a España en 1865.
A
pesar de su bondad y servicio, Maria Josefa siente una inquietud en su
alma que le llama a una mayor oración, mayor unión con Dios y mayor vida
de comunidad. Después de pedir asesoría con el santo sacerdote P.
Antonio María Claret, se siente impulsada a iniciar una fundación nueva:
Un instituto donde las religiosas atendieran las necesidades corporales
y espirituales de los desvalidos sin descuidar su vida comunitaria y su
santidad personal, un instituto donde la vida activa se combinara con la
contemplativa y comunitaria, un instituto de caridad, amor y sacrificio.
Durante la guerra civil española, nace el instituto de Siervas de Jesús
de la Caridad.
El
Instituto religioso que funda con ayuda del sacerdote Don Mariano José
de Ibargüengoitia y otras cuatro religiosas, se dedica primeramente a
la asistencia de enfermos a domicilio y más tarde se conjuga con el
cuidado de enfermos y ancianos en hospitales, centros y residencias.
Funda también guarderías para niños y asilos de ancianos. Sus primeros
años es maestra de novicias y durante toda su vida lleva el cargo de
Superiora General por órdenes de Roma. A las hermanas que se dirigian a
asisitir a los enfermos les solía decir: “No crean hermanas que la
asistencia consiste solo en dar las medicinas y la alimentación del
enfermo; hay otra clase de asistencia que nunca deben olvidar y es la
del corazón, procurando acomodarse a la persona que sufre, saliendo al
encuentro de sus necesidades”
Era muy
devota de la Santísima Trinidad, del Sagrado Corazón de Jesús, de la
Santísima Virgen y del Patriarca San José. Del Corazón de Jesús, su
principal devoción, recibió los sentimientos de bondad y de amor para
cuidar a los enfermos y necesitados.
Al
morir en 1912, habiendo dedicado toda su vida al cuidado de cuerpos y
almas, y estando 14 años enferma, María Josefa del Corazón de Jesús ya
había expandido la congregación dejando 40 casas en España y una en
Chile, que sería la primera de muchas otras en América.
La cruz y
la dura prueba de la enfermedad que la acompañó los últimos catorce años
de su vida terrena, la supo transformar en medio de purificación y en
altar de holocausto:
“Los
principales milagros de la Sierva de Jesús son: el padecer mucho por
Cristo y ser despreciada por su amor”. “Dios no quiere en su servicio
corazones ruines, sino valientes y generosos, dispuestos siempre a
sufrir algo por su amor”
“El amor preferencial de la Iglesia por los que sufren en el cuerpo o en
el espíritu, es el carisma que la Madre María Josefa ha dejado a las
Siervas de Jesús y a cuantos quieran dedicar su vida a enjugar las
lágrimas de nuestros hermanos más necesitados”. (S.S Juan Pablo II, en
la beatificación en Roma 1992)
“Pónganse siempre de parte del que sufre”
“La oración es el alimento del alma y la presencia de Dios bien llevada
es una oración no interrumpida”
“Nada consuela tanto al corazón como los sufrimientos y privaciones que
ofrecemos a Dios, cuando se hacen solo por amor; el alma que más ama a
Dios es la que vive más contenta”
“No quieran mas que lo que Dios quiera: que se haga la voluntad de
Dios”
“Mi vida está en Dios y es para Dios, no la deseo para nada más”
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es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María
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