Santa
María Josefa Rosello
Fundadora de las Hermanas de la Misericordia
Año 1880
7 de diciembre
"Tu corazón a Dios
y tus manos al trabajo"
"Te harás santo cumpliendo exactamente tus deberes diarios"
Nació en 1811 en Abisola, Italia, una de nueve hijos de un pobre
alfarero. El siempre sufrió de mala salud pero se destacó por su
gran piedad. Desde pequeña quiso ser religiosa pero se la rechazaron
por su mala salud y por no tener dote. La familia para quien
trabajaba podía haberle pagado la dote pero no lo hizo por no
perderla. Se hizo franciscana terciaria a los 16 años. Tal era la
fuerza su capacidad de líder que su padre la llamaba "la pequeña
capitana".
Un matrimonio acomodado buscaba quien
cuidase del esposo que estaba paralítico. Le recomendaron a María
Josefa y ella lo atendió con sumo amor durante ocho años. Los
esposos en agradecimiento dispusieron hacerla heredera pero María
Josefa rehusó diciendo que solamente había servido por amor a Dios.
En vez utilizó el dinero para servir a las niñas pobres en las
fundaciones que vinieron mas tarde.
Aunque María Josefa sentía un gran
deseo de soledad y oración su confesor le disuadió de la clausura
por su temperamento emprendedor. Entonces al saber que el señor
obispo de Savona estaba preocupado por tantas niñas abandonadas, se
le presentó para ofrecerle sus servicios. Su oferta fue bien
recibida y le dio una casa en donde ella y tres otras jóvenes
pudiesen enseñar. Este fue el humilde comienzo del Instituto de las
Hermanas de la Misericordia en 1837, bajo la protección de Nuestra
Señora de la Misericordia y San José. Toda joven que merezca entrar
sería aceptada en la comunidad aun sin dote.
Tal fue la reputación de santidad y
capacidad de Santa María Josefa que el obispo, a pesar de muchas y
fuertes oposiciones de muchos, le permitió organizar un grupo para
fomentar vocaciones al sacerdocio.
En 1875 María Josefa envió religiosas
para abrir la primera casa en el continente americano, en Buenos
Aires, Argentina, dedicado también a atender niñas abandonadas.
Rumbo a América las religiosas coincidieron en el mismo barco con el
primer grupo de misioneros salesianos.
María José fue superiora por 40 años durante los cuales no abandonó
los oficios mas humildes: lavar, barrer, cuidar los enfermos...
Tuvo el consuelo de haber fundado 66 conventos antes de morir.
Al final de su vida sufrió mucho y tuvo que reducir su actividad.
También sufrió de escrúpulos que le hacían pensar que se condenaría.
Su confianza en Dios por fin venció.
Murió el 7 de diciembre de 1880
Canonizada en 1949.